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Besos que matan

Diana Miriam Alcántara Meléndez
Diana Miriam Alcántara Meléndez

Giacomo Girolamo Casanova (1725–1798) fue un autor y aventurero italiano, cuyo libro ‘Memorias de un Casanova’ es referencia literaria de las costumbres sociales de la Europa del Siglo XVIII. Conocido principalmente por sus romances con varias mujeres, que le dieron la fama de romántico y seductor, sus aventuras amorosas convirtieron su nombre en sinónimo de conquista. Hasta la fecha se le califica como ‘casanova’ a aquella persona que, como aquel hombre, gusta, vive y siente el enamoramiento y el flirteo, que disfruta la vida ejerciendo el arte de la seducción.

Calificado como libertino, mujeriego y hasta adúltero, más que ‘coleccionar amantes’ Casanova en realidad era un hombre ‘enamorado de estar enamorado’. Quizá al no comprometerse con nadie demostraba un cierto grado de desfachatez, pero no hería a las mujeres a propósito de manera humillante y cruel, pues más bien su fama deriva del arte de saber preguntar qué querían las mujeres, así como tener la habilidad de satisfacerlas tanto sexual como intelectualmente, o al menos, eso es lo que se sabe.

¿Por qué, con estas referencias, un asesino que secuestra mujeres se apodaría sí mismo ‘Casanova’? A esta pregunta se enfrenta Alex Cross, experto en psicología forense y protagonista de Besos que matan (EUA, 1997), película dirigida por Gary Fleder y escrita por David Klass, que se basa en la novela homónima de James Patterson. Protagonizada por Morgan Freeman, Ashley Judd, Cary Elwes, Tony Goldwyn y Gina Ravera, la historia inicia cuando Cross se une a una investigación policiaca una vez que su sobrina Naomi es secuestrada. Casos similares revelan que una misma persona podría estar detrás de todos los crímenes, sin embargo, pese a que hay ya varias jóvenes desaparecidas, sólo un par de ellas han aparecido muertas.

Cross descubre que el perfil de cada chica coincide en que todas destacan por un rasgo profesional sobresaliente que las caracteriza, es decir, que todas son brillantes en algún área específica, que las hace destacar sobre el común. Analizando la información, Cross deduce que el responsable entonces no tiene como fin último matar, sino retener y ‘coleccionar’ a sus víctimas. Su objetivo es ‘poseer’, tenerlas bajo control como su propiedad privada, esclavizadas de cierta manera, para disfrutar a título personal de sus virtudes; de ahí que quizá las jóvenes que han aparecido muertas, no en el orden en que fueron secuestradas, sea respuesta a que se trate de aquellas que en algún punto han roto sus reglas o intentado escapar.

El que esta persona se autodenomine ‘Casanova’ parece instintivamente decir que se identifica como similar de aquel personaje italiano, en el sentido de que, como él, se ve como un galante conquistador, y que, a su manera, sabe reconocer las cualidades en una mujer. Sin embargo, mientras el Casanova italiano pueda haber mostrado o no respeto al género opuesto, según se mire optando por una nueva conquista cada noche, sintiéndose atraído y encantado con las damas de quienes se rodeaba, nunca optó por una ideología de ‘compilar y desechar’, por un deseo de adular hasta un punto violento y posesivo. El Casanova que persigue Cross es un hombre que, de alguna forma, evocando las ideas del otro, más bien actúa en el espectro contrario, no alabando, sino controlando, expresando una incapacidad para acercarse al sector femenino, imponiendo con violencia, nunca con capacidad seductora.

El Casanova real muy probablemente nunca habría retenido a nadie contra su voluntad, menos mataría a una mujer, dado que ello iría en contra de su filosofía de reconocer en el romance lo que representa la presencia de una dama, a la que enaltece no por una, sino por todas sus cualidades. Sí, el conquistador enamora, pero esto significa que se gana el afecto de la persona opuesta, se le seduce, lo que no es el caso del criminal que persigue Cross, al menos así lo entiende una vez que alguien le hace notar este detalle respecto al caso: “El verdadero Casanova no lo habría aprobado”.

El asesino, por consiguiente, tomando en cuenta esta incapacidad para enamorar o atraer a la persona deseada, debe tratarse de un hombre egocéntrico que, a su entendimiento, secuestra mujeres brillantes para poder elogiar sus aptitudes, aunque en realidad lo que hace es, no celebrarlas, sino aprisionarlas, no estimarlas, sino envidiarlas, u odiarlas, o desdeñarlas, lo que alimentaría su deseo de posesión, como evidencia de, quizá, venganza y obsesión, en un intento por presentarse como alguien superior que tiene bajo su control a mujeres con aptitudes destacables, ya sean artísticas o de conocimiento, en áreas como la ciencia o la medicina.

Ni Cross ni la policía tienen mucho con qué trabajar sino hasta que la doctora Kate McTiernan, la más reciente víctima de Casanova, logra escapar de su captor con vida. Kate consigue dar a Cross un panorama general de la vida y condición en que están y son retenidas las mujeres secuestradas, así como el qué espera el secuestrador de ellas. ¿Qué deseo cumple esta ‘colección’ de mujeres? Para este Casanova, ellas son algo así como ‘trofeos’, lo que indica que se trata de un criminal que ve a la mujer como un objeto, como una posesión, como alguien que está ahí para ser visto y admirado, pero insignificante ante cualquier otro reconocimiento que no provenga de aquel que las ‘admira’.

Kate ayuda a vislumbrar que este hombre tiene una fijación enfermiza, de elogio tóxico que en realidad más bien busca el sometimiento. El nombre de ‘Casanova’ que elige para sí es sólo un concepto tergiversado, casi irónico, en el que el criminal se escuda para verse a sí mismo como ‘salvador’ de estas mujeres, como si su, aparente veneración, traducida en encarcelamiento, fuera un ‘honor’ que estas jóvenes reciben de él.

La clave para atraparlo recae en indagar no sólo el cómo planea sus crímenes sino también por qué hace lo que hace. Es decir, cómo es que el asesino, o el criminal, secuestra y mata, pero también cuál es el motivador que lo mueve y cuál el fin último que persigue. ¿Qué es lo que quiere este ‘Casanova’? ¿Hasta qué punto su ‘colección’ queda completa o contra quién está compitiendo por ‘la mejor colección de mujeres’? Si es un juego de poder por sobre el género opuesto, ¿qué o a quién tiene que superar?

La ayuda de Kate eventualmente abre camino para reconocer una pista que los lleva hasta un cirujano plástico con acceso al medicamento que se usa para secuestrar a las víctimas. Kate está segura, al verlo, en su interacción con otra mujer en un club nocturno, que él es el responsable. No obstante, la investigación finalmente revela que se trata de dos cómplices compitiendo entre sí y que el Casanova que persiguen no es este cirujano plástico, aunque él también es un asesino, uno que ni siquiera sabían que existía.

El Casanova que buscan y que tiene aún a Naomi junto con las otras chicas es alguien más calculador, a quien logran atrapar sólo cuando se le revela a Kate, la mujer que escapó de sus dominios y ayudó a rescatar al resto de las jóvenes secuestradas; un criminal que eventualmente se desespera al ver a su cómplice flaquear, su plan fracasar y su ‘más grande trofeo’, Kate, salir victoriosa sobre él. Un hombre desesperado por retomar el control que se le ha escapado de las manos.

Resulta ser uno de los policías trabajando en el caso, algo que Cross descubre una vez que por suerte se da cuenta que la firma de este Casanova y la de su compañero en el escuadrón de policía coinciden. Kate se enfrenta entonces de nuevo a un hombre cuyas ideas deforman el concepto ‘elogio a la mujer’ por el de ‘control de la mujer’ (escenario que se repite en el mundo moderno cuando se le reconoce a la mujer un derecho innato, como si fuera un favor hecho hacia ella). Cuando este criminal piensa en el género femenino, se dice a sí mismo “Debo domarla”. Domar es someter, reprimir, obligar a obedecer, que para fines prácticos va en contra de toda idea de libertad, amor, reconocimiento, autonomía y soltura, más propias del Casanova que vivió en la Italia de hace varios siglos atrás.

Así que, ¿qué es respeto, alabanza y admiración hacia el otro? ¿Cuándo enaltecer cualidades cae en el terreno contrario, en el de denigrar, porque más que un elogio se vuelve una actitud condescendiente? ¿Qué tan seguido, y sin llegar a cruzar la línea criminal que persiguen los asesinos en esta película, las personas no le dan su lugar al otro, sino que actúan como si fuera un favor hacerlo, lo que resulta contradictorio? ¿Qué tan seguido se dice respetar a la mujer, cuando en realidad el acto de distinguirla aparte, lo que consigue es descreditarla? En la película la repuesta parece clara, pero en la realidad, este bache en el que tan seguido se cae sucede más comúnmente de lo que la sociedad se da cuenta.

Ficha técnica: Besos que matan - Kiss the Girls

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