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Río místico

Diana Miriam Alcántara Meléndez
Diana Miriam Alcántara Meléndez

Justicia es hacer lo correcto conforme a la razón. Implica valorar con juicio ético que responda a la rectitud, el orden y los principios morales. Algo justo es algo exacto, cordial, porque significa equidad, es decir, que se aborda el asunto como corresponde, no más, no menos, ya sea en el terreno legal igual que en lo social. Si los humanos fueran justos siempre en sus relaciones, es decir, que no se aprovecharan de las circunstancias, sino que siempre se otorgase a cada quien lo que corresponde, que las relaciones sociales fuesen de trato respetuoso, equitativo, en donde los valores y principios sociales fueran siempre compartidos, la sociedad no hubiese necesitado de construir un sistema de justicia legal; sin embargo, no es así, porque en el devenir histórico de las sociedades, hay división de grupos y clases sociales, donde permean diferentes ideologías.

Justamente porque cada quien tiene su propio sentido de justicia, en ocasiones los individuos o determinados grupos sociales no comparten alguna decisión del sistema de justicia, o peor aún, es común que acciones consideradas delictivas no sean objeto de sanción alguna. Ello lleva a la aplicación del principio no escrito de “hacer justicia por su propia mano”. ¿Puede entonces la justicia por propia mano ser justa? ¿O lo es sólo si hace justicia a una situación convertida en injusticia? El cuestionamiento es clave en el análisis de la película Río místico (EUA, 2003), dirigida por Clint Eastwood y escrita por Brian Helgelan y Dennis Lehane, éste último autor de la novela literaria en que se basa el relato.

Protagonizada por Sean Penn, Kevin Bacon, Tim Robbins, Laurence Fishburne, Laura Linney y Marcia Gay Harden, la cinta ganó dos premios Oscar, mejor actor y actor de reparto, para Penn y Robbins respectivamente. Estuvo nominada a cuatro premios más: mejor película, director, guión adaptado y actriz de reparto, para Gay Harden. La historia se centra en tres amigos de la infancia, Jimmy Markum, Sean Devine y Dave Boyle, que de adultos cruzan caminos una vez más luego del asesinato de la hija de Jimmy, Katie, encontrada muerta con una herida de bala.

Sean Devine es el detective asignado al caso, decidido a resolverlo en parte por la obligación que siente con su excompañero y amigo, padre de la víctima. Dave a su vez, aún trastornado por el secuestro que vivió cuando era niño, se convierte en el principal sospechoso, tanto por haber visto a Katie de fiesta con sus amigas la noche que desapareció, como por haber llegado a casa esa misma noche, cubierto en sangre, afirmando a su esposa que le intentaron asaltar y que muy probablemente mató al malechor.

Conforme avanza la investigación, el pasado de Jimmy, quien estuvo en la cárcel por robo, se vuelve importante foco de atención para Sean y su compañero en la policía, Whitey Powers. Pero más relevante aún es el que no tuviera conocimiento de que su hija planeaba mudarse a Las Vegas al siguiente día de su asesinato, en compañía de su novio Brendan, hijo de un antiguo socio suyo, en la época en que se dedicaba al crimen organizado.

Con la información circulando en boca de todos, lo que genera cierta presión social, y las señas que apuntan a que Dave está mintiendo, tanto Powers como la propio esposa de Dave, Celeste, comienzan a sospechar de él, aunado además al trauma que vivió en su niñez, producto de un secuestro, que podría haber sido el detonante para cometer un acto de violencia como este asesinato.

Dave se vuelve entonces víctima del prejuicio, señalado sólo porque ‘parece culpable’. Powers está seguro de que su actitud distante es indicativo de algo más allá de la superficie, suficiente para darle motivo del crimen. Y haber visto a Katie la noche que murió le daría además oportunidad, juntándose así la aparente evidencia ‘clara’ como para encender los focos rojos. A su vez Celeste sabe que su esposo miente, pero no sabe hasta qué punto. Y su miedo hacia él le gana al amor o afecto que pueda tenerle, como para aventurarse a preguntar y descubrir la verdad. Celeste sabe que Dave atacó y posiblemente mató a alguien esa noche, pues lo vio cubierto de sangre y esa fue la historia que él le dio, pero no está segura de nada y en lugar de indagarlo prefiere sacar sus propias (fatalistas pero para ella creíbles) conclusiones.

Dave miente sobre lo que realmente sucedió a la policía y Celeste hace lo mismo, dando como resultado no una pareja unida, sino una que ante las circunstancias se distancia aún más, producto de la desconfianza.

Pese a las dudas y al razonamiento de Powers, Sean está seguro de que hay otras pistas más directas y tangibles que guían hacia el verdadero culpable, específicamente respecto al arma usada, ligada a un caso de robo sucedido en 1984, que involucra al padre de Brendan.

Jimmy por su parte exige respuestas, se desespera y actúa visceralmente. La pregunta es si busca realmente justicia o sólo que alguien pague por la muerte de Katie. Quien sea, con tal de saciar su ira y sed de venganza. Una visión de ‘justicia’ equivocada, que persigue el castigo doloso en lugar del legalmente aceptado que le corresponda al asesino de Katie, porque Jimmy sabe, de antemano, que ese resultado no le será satisfactorio.

Sean procede basándose en hechos, investigación, pruebas e indagación a fin de encontrar la solución lógica, válida y comprobada. El resto parece abordar el incidente de la manera contraria. Celeste más bien se mueve por lo que siente, por lo que deduce y por lo que imagina, no lo que sabe. Prefiere acusar a Dave, creyéndolo culpable sólo por la historia de la procedencia de la sangre, y llenando los espacios en blanco presa del temor ante la situación y la presión de saber a Katie familia directa, a la que acude cuando duda de su esposo, o cuando ante un problema no va con él a buscar la respuestas, sino con Jimmy. De hecho Celeste es prima de Annabeth, la actual esposa de Jimmy, lo que explica la cercanía emocional.

A su vez Jimmy responde ante una auto-justificación de hacer justicia, pese a que sabe que Sean sigue investigando el caso y ha hecho avances, pues desconfía de la autoridad. Entonces, dándose el poder de juez y verdugo, persigue las acusaciones de Celeste y decide que Dave, dado que no se ha comprobado lo contrario, es el asesino. No tiene pruebas pero tampoco es que las busque. No es tampoco un escenario en el que el culpable fue encontrado pero no pudo ser traído ante la justicia, lo que quizá permitiría entender el deseo de hacer justicia por propia mano. No, Jimmy más bien lo toma personal y asume el asesinato de Katie como una falta directa hacia su propia persona. Hacer pagar a alguien es para Jimmy algo así como retomar el control y/o el respeto del otro, de su comunidad y del mundo que le rodea y que juraba había dejado atrás en favor de su familia, de Katie; sólo que ahora ella está muerta.

Cuando Jimmy mata a Dave, a pesar de que él insiste no ser el culpable, aunque luego termina por confesar forzosamente, lo que se hace no es justicia sino todo lo contrario, porque Jimmy termina matando a un hombre inocente, por su simple deseo de venganza. ¿Nunca has pensado en cómo una pequeña decisión puede cambiar toda tu vida?, reflexiona Jimmy en un punto de la historia, hablando, en este caso específicamente, de que el mundo sería diferente para todos ellos si él o Sean hubieran sido los secuestrados cuando eran niños, en lugar de Dave; pero también reflexionando con la frase respecto a las decisiones de vida que cambian en el rumbo de las personas, su presente, pero también su futuro y su esencia como humanos.

¿Qué justicia puede haber en un mundo donde la injusticia es el cotidiano? O, ¿hasta qué grado la justicia es justa? Sean descubre finalmente la verdad, el hermano de Brendan disparó accidentalmente a Katie, a quien ‘sólo quería asustar’ para que desistiera de mudarse con Brendan; su motivación era el deseo de evitar alejarse de su hermano y para ello planeó, en colaboración con su amigo, amenazar a Katie, para, supuestamente de forma no intencional, asesinarla. De nuevo resalta lo negativo de actuar impulsivamente, por sentimientos egoístas, y el hecho de que una decisión puede cambiar tu vida, pues, aunque ya no se ve en la película, es obvio que el asesino deberá sufrir alguna condena y la relación familiar se deteriorará inevitablemente.

Por su parte Dave sí mató a alguien, a un pederasta, a quien atacó como respuesta de su propia versión de justicia, dado el pasado de secuestro y abuso que vivió de niño. Igual buscó justicia por su propia mano, en un escenario incluso entendible, pero su actuar misterioso, las mentiras y desconfianza con su familia, amigos y policía lo dejaron en estado de indefensión. Para cuando finalmente el culpable del asesinato es descubierto y en forma simultánea se encuentra el cadáver del pederasta, todo esto ya no importa. Dave está muerto, Jimmy encontrará quién le cubra la espalda y Celeste no puede más que cargar con la culpa ocasionada por su error.

Importa porque es la verdad, porque abriría el camino a la justicia, pero ya no importa porque buscando esa justicia, lo único que se consiguió fue lo opuesto. ¿De qué sirve la justicia en un mundo lleno de injusticia?, pregunta la película. Para romper el patrón y remediar todos los ‘incorrectos’ de la vida, parece reflexionar en su desenlace. Pero para esto, deja como conclusión la historia, no basta con que uno defienda la razón ética, sino todos. Lo que, se evidencia también aquí, no es tarea fácil, especialmente cuando cada uno vela por su propio interés y bienestar, por sobre el de los demás.

Ficha técnica: Río místico - Mystic River

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