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El Cliente

Diana Miriam Alcántara Meléndez
Diana Miriam Alcántara Meléndez

Cuando se dice que el sistema está roto o no funciona, quiere decir que la organización social sobre la que se rige un grupo ya no cumple su objetivo de velar por el bienestar y el progreso de la comunidad se pone entredicho justamente porque los valores que le dan sustento dejan de observarse y la legitimidad de las acciones pierden fundamento o razón de ser. Los lineamientos no sólo ya no aportan o ayudan al grupo a avanzar, a crecer, a mejorar, sino que el orden establecido se ha dañado hasta el punto en el que la corrupción misma es la normalidad. Y si la corrupción es lo que hace funcionar a un sistema, los intereses colectivos se encuentran ajenos a las conductas individuales, prevaleciendo el engaño, las mentiras o el abuso, para alcanzar intereses espurios.

Falla el sistema porque fallan sus partes, y viceversa, pero con ello, lo que sucede es que sus componentes existen, sobreviven y se mueven, sosteniéndose, reproduciendo y multiplicando esas mismas fallas. Si un sistema judicial ya no funciona, por ejemplo, quizá las leyes son parte del problema, pero también lo son las personas que escriben las leyes, aquellos que las interpretan o mal interpretan a su favor, o quienes se excusan en sus huecos (vicios y errores) para aprovecharlos a su favor. Lo que aprende el hombre entonces es quizá ya no intentar cambiar el sistema, sino simplemente cómo aprovecharse de él, o sobrevivir en él.

Esta idea es el fundamento desde donde parte la película El Cliente (EUA, 1994), dirigida por Joel Schumacher y escrita por Akiva Goldsman y Robert Getchell, que se basan en el libro homónimo, escrito por John Grisham. Protagonizada por Susan Sarandon, quien recibió una nominación al Oscar en la categoría de mejor actriz por su trabajo, Tommy Lee Jones, Brad Renfro, Mary-Louise Parker y Anthony LaPaglia, la historia trata de un adolescente de 11 años, Mark Sway, que, junto con su hermano menor Ricky, presencian el suicidio de un abogado de la mafia. Este hombre sin embargo, antes de morir, confiesa a Mark información clave sobre un asesinato cometido por Barry Muldano, un criminal de la mafia perseguido por el gobierno, caso que está siendo manejado por el Fiscal Roy Foltrigg, quien, al saber que Mark podría tener información vital contra Muldano, presiona por toda vía posible para que el chico confiese lo que sabe, incluso si esto puede ponerlo en la mira de los delincuentes.

Mark consigue la ayuda de Reggie Love, una abogada con conocimiento en su área, pero sobre todo, agilidad y buen ojo para percibir los manejos engañosos de sus contrapartes. Ella manda por ejemplo a Mark a una entrevista agendada con Foltrigg, que aún no sabe que ella representa al chico, para que éste grabe la conversación en que explícitamente pregunta si es necesario que su madre o algún abogado en su nombre deban estar presentes, a lo que los de la fiscalía contestan que no, pese a que legalmente sí deba ser así, para después usar esa grabación como garantía, o ventaja, sobre el Fiscal y su equipo.

Reggie sabe que aquellos abogados harán lo que sea con tal de conseguir la información que quieren, dado su fuerte interés por ganar el caso, conforme a su propia agenda política detrás. Así que ella prevé y presiona, donde sabe que los otros pueden equivocarse, donde sabe que ignorarán las normas o voltearán la mirada, para usarlas a favor, cuando les sea necesario. En corto, la abogada sabe que el propio gobierno incumple la normatividad legal si con ello alcanza sus objetivos, presionando cuando nadie observa. ¿Justicia, a qué precio? ¿Realmente justifica poner la vida de Mark en peligro y pisotear sus derechos para conseguir información clave en un caso, si el objetivo final, enviar a la cárcel a un miembro de la mafia, parece más grande, más ‘importante’ o más trascendente? ¿Es que el fin siempre justifica los medios?

Sabiendo la forma de engaño con que la gente como Foltrigg trabaja, Reggie, acostumbrada a deambular en un sistema que sabe no siempre funciona adecuadamente y no siempre protege al más débil (ella misma lo experimentó cuando perdió la custodia de sus hijos, una vez que su esposo mintió sobre su alcoholismo, del que ya se había recuperado para entonces), reconoce que está en un terreno y contra unos jugadores que no planean jugar limpio, sino al contrario. ¿Puede pelearse contra el manejo manipulador y amañado, abogando por la verdadera justicia y la responsabilidad ética hacia lo correcto, cuando el otro no hará lo mismo?

Trágicamente, y como sucede en muchos escenarios de la vida real, no. O al menos así lo demuestra la película, cuando Reggie, en correspondencia, para obtener ventajas a favor de su cliente, tiene que aceptar jugar dentro de un terreno pantanoso, de la misma manera que los otros hacen, romper reglas, tirar piedras y luego esconder la mano. El Fiscal no tiene en el fondo un objetivo cruel o injusto, al contrario, para fines prácticos, quiere sacar a un mafioso de las calles y sancionarlo por su proceder al margen de la ley; para él, ésta es razón suficiente para actuar como lo hace, poner la mira en una meta importante y luego asegurarse de llegar ahí a toda costa. Pero ahí recae el problema, el ignorar cómo y cuánto se afecte a otros con tal de llegar a esa meta.

Reggie también busca ayudar y entiende la meta, lo que pasa es que ella intenta lograrlo afectando lo menos posible a las personas que sirven de escalón para alcanzar ese objetivo, entiéndase Mark y su familia.

No obstante, parece que la historia demuestra que, en ello, no se puede siempre eliminar la injusticia con justicia, o lo incorrecto con lo correcto, sino que, en ocasiones (y debido a un sistema ‘roto’), a veces la única salida es apegarse a aquella frase popular que dice ‘de los males, el menor’. La realidad puede ser así, un mundo desarmado ante una corrupción convertida en normalidad, donde responder con la misma moneda es la única ecuación que ofrece resultados.

Si Reggie no hubiera dicho a Mark que el Fiscal no puede entrevistarlo sin un abogado presente, el otro hubiera seguido adelante sin remordimiento, incluso si esto despojaba al joven de sus derechos civiles. ¿Por qué lo haría el abogado? Por el simple hecho de poder hacerlo, por la autoridad que tiene. Reggie y Mark engañan a los otros con su estrategia, en una táctica que se inclina a su favor, pero sus acciones sólo contrarrestan la otra también deshonestidad de la figura que representa a la ley y al gobierno.

¿Qué motiva, en primer lugar, a Mark a mentir, cuando le dice a la policía que encontró muerto al abogado de la mafia, cuando esto no es cierto, sino el miedo? Miedo a que se le señale y se le ponga en el estrado, simbólica y literalmente, pero miedo no sólo a ponerse en la mira de los criminales, sino también de las autoridades. Sus acciones parecen fundamentarse en una falta de confianza total en un sistema en el que mentir se hace la mejor opción, la práctica habitual, porque no cree que la policía o los abogados construyendo el caso contra Muldano, lo tengan a él entre sus prioridades. El Fiscal quiere la información que Mark posee, lo que le pueda pasar después de escucharla de su boca, no es algo que le interese, pese a que, idealmente, y como figura representando a la ley, debería atender.

Cuando la mafia envía a un investigador privado a indagar qué es lo que realmente sabe y puede potencialmente decirle el chico a las autoridades, este hombre se acerca a Mark con mentiras, diciéndole que tiene un hijo de la misma edad que Ricky. La estrategia de engaño del investigador es crear un falso vínculo, una relación empática, para que el otro baje sus defensas. Él miente, explícita y maliciosamente, pero, desde un punto de vista simbólico, ¿no son sus mentiras y engaños lo equivalente a lo que Foltrigg hace con su propia estrategia para sacarle información a Mark? Entonces se aprecia que la mentira, el engaño, el abuso de autoridad o la manipulación, son la esencia de ese sistema que se pretende de justicia, pero que clara y evidentemente no lo es.

Al final Reggie y Mark se aseguran de que el cuerpo del Senador asesinado por Muldano está donde el abogado muerto dijo que estaba, para entonces negociar un trato con Foltrigg. Lo que lleva a la pregunta, ¿qué es más lamentable, un Fiscal que nunca puso esta viable propuesta sobre la mesa, o un abogado y su cliente que tiene que arriesgar su vida por conseguir dicho trato? ¿Y no es peor un sistema en el que, en lugar de cuidarse los valores sociales como la verdad y la ética, se empuja a la gente a tener que hacer tratos así, porque lo que aparentemente importa más no es la verdad, sino qué se gana y quién se beneficia con ella? Un sistema que miente y enseña a mentir, ¿no debería ser por definición un sistema roto? Sin duda lo que sí se podría afirmar es que se trata de un sistema corrupto, decadente, sin perspectiva para formar ciudadanos solidarios.

Ficha técnica: El cliente - The Client

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