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Sexto Sentido

Diana Miriam Alcántara Meléndez
Diana Miriam Alcántara Meléndez

¿Quién dice que los fantasmas no son reales? ¿Quién dice que sí? ¿Cómo puede comprobarse? ¿Son fenómenos inexplicables, reales, o producto de la imaginación, asociaciones de la mente para asimilar, procesar o proyectar una dificultad, problema, duda o preocupación? Si el fantasma es una fantasía, una visión, ¿cuál es su función?

Para algunos quizá puede tratarse de una forma de ayudar a explorar, conocer y reflexionar, de retar a la mente y entender el mundo, invitándose a observar, más que sólo ver. Lo importante entonces va más allá de si el fantasma es o no es, está o no está ahí, sino qué representa y por qué.

Las ideas son clave dentro de la película Sexto sentido (EUA, 1999), escrita y dirigida por M. Night Shyamalan y protagonizada por Bruce Willis, Toni Collette, Olivia Williams, Donnie Wahlberg y Haley Joel Osment. La cinta además estuvo nominada a seis premios Oscar: mejor película, director, actor de reparto (para Osment), actriz de reparto (para Collette), guión original y montaje.

La historia se centra en la relación entre un niño, Cole, quien puede ver fantasmas pero no sabe cómo lidiar con el que inicialmente considera un problema, Malcolm, un psicólogo con el fuerte deseo y necesidad de ayudar, especialmente tras un importante caso fallido en que un paciente suyo terminó por suicidarse, ya que Malcolm nunca pudo entenderlo realmente y por tanto apoyarle como necesitaba.

Ninguno parece tener claro lo que tienen enfrente y ello se convierte en una realidad oculta, escondida a plena vista. Malcolm analiza los hechos desde el punto de vista más objetivo que puede, pero en ocasiones eso no es suficiente. Para Cole, a su vez, lo que vive es simplemente demasiado confuso y difícil de afrontar, por temor a lo desconocido, por el miedo que le provoca, hasta el grado de alejarse por inercia de toda respuesta posible, o intento al menos, para encontrar una explicación y consecuente solución al estado de angustia permanente en que vive. No entiende lo que ve, lo que experimenta y, por tanto, eso le irrita, le estresa y le confunde.

Cole se ha predispuesto a una actitud negativa y aislada respecto a su realidad, a la capacidad que tiene de ver gente muerta deambulando a su alrededor, porque suele ser atacado por los fantasmas que ve, que le hacen daño física y emocionalmente, esencialmente porque su presencia, que no entiende, lo hace un blanco fácil, débil. Cole necesita actuar, pero no lo hace porque no ha procesado racionalmente su realidad, su posición en el contexto. Con ayuda de Malcolm entiende que su limitante la pone él mismo, huyendo en lugar de enfrentar, temiendo en lugar de actuar decididamente, o cerrándose en lugar de comunicarse y dialogar. Cole sabe que los espíritus malos por naturaleza, se le acercarán con las mismas malas intenciones que estas personas tenían cuando estaban vivas. Puede defenderse, sí, una vez que acepte su realidad y que entienda su función en la ecuación, pero también una vez que dimensione su contexto, que no todos los fantasmas son iguales, porque no todas las personas lo son tampoco.

En otras palabras, cada espectro representa el ser de una persona fallecida como se supone fue en vida, de tal manera que poseen “personalidades” diferentes e intenciones distintas, mismas que Cole debería conocer para proceder en consecuencia. Algunos buscan su ayuda, otros están igual de confundidos y hasta asustados como él. La relación entonces que se necesita, que muchos buscan de su parte, dada su capacidad para verlos, percibirlos y hablarse, es de apoyo, potencialmente recíproco. ¿Qué puede hacer Cole por ellos y qué pueden hacer ellos por Cole? Porque no todos están ahí para hacerle daño y Cole debe aprender a diferenciarlo. Analizar para luego actuar. En síntesis, la narrativa es utilizada como una especie de metáfora para apuntar sobre el proceso de crecimiento emocional y relacional que debe cursar cualquier niño para consolidar su autoestima y su afectividad y capacidad solidaria.

El ejemplo más claro está en la niña que se aparece un día en su cuarto. Está pálida y vomita, su aspecto asusta, provoca rechazo, pero ello es producto y reflejo de una realidad muy cruel que experimentó en vida, pues fue envenenada por su madrastra. Necesita que alguien, porque ella misma no puede, ayude a su hermana menor, quien está también ya presentando síntomas de enfermedad. Pide entonces a Cole desenmascarar a la responsable, con un video que ella filmó y que devela la verdad, el envenenamiento. Esa es la función del espectro de la niña, resolver su asunto pendiente para ayudar a alguien más; que se señale al responsable de su muerte para prevenir la de otra persona, la de su hermana. Cole se convierte entonces en el medio de conexión, el conector entre dos mundos, que de alguna forma pueden y deben comunicarse, nutrirse o complementarse.

El segundo y más significativo ejemplo es Malcolm mismo, un ente que necesita ayuda sin saberlo siquiera, y que necesita a su vez ayudar como forma de redención y entendimiento, como proceso de aceptación de la realidad que se ha negado ver, que él mismo es un fantasma.

“Sólo ven lo que quieren ver. No saben que están muertos”, dice Cole respecto a los espíritus, específicamente con relación directa a Malcolm, quien no se presenta ni intimidante, ni desafiante, ni violento. Actúa de una forma natural no sólo porque no está en su naturaleza ser hostil, sino porque tampoco se ha dado cuenta de su identidad, o su realidad, en este caso su calidad de fantasma. Sin duda él, igual que los demás fantasmas, también tiene asuntos pendientes que resolver, pero ¿cómo abordarlos si ni siquiera sabe que ya está muerto?

“¿Cómo puede ayudarme si no me cree?”, le reclama el niño una vez que, tras confesarle que puede ver gente muerta, el otro responde con cierto escepticismo. “¿Qué crees que quieren estos fantasmas cuando te hablan?”, finalmente le pregunta Malcolm. “Ayuda”, dice Cole. “Creo que quizá sepa una manera de hacer que se vayan. Escúchalos”, responde entonces el psiquiatra.

El problema de la comunicación es también una constante en la historia. Canales de diálogo truncados porque no están bien sintonizados, es decir, personas que no se pueden relacionar porque no se entienden mutuamente. No se trata sólo de ponerse en los zapatos del otro, es que la relación debe ser recíproca, abierta al diálogo, a la comprensión, al entendimiento, a la importancia y necesidad de la relación misma. Esta idea se vuelve más relevante al recordar que el hombre como ser social necesita de esas relaciones para organizar su vida en comunidad y crear sociedades, lo que implica diálogo, comunicación y acuerdos. Por ejemplo, Cole no entendía a los fantasmas, su madre no lo entendía a él porque nunca le contó que podía ver muertos (por miedo a que ella lo rechazara), y Malcolm siente que ya no puede dialogar con su esposa, la siente ausente, distraída, ajena a él. ¿Por qué? Porque en cada caso la comunicación está rota, cuando debe haber una sincronía, empatía, tanto en la intención de comunicación como en la forma para hacerlo.

“Tengo una idea para que pueda hablar con su esposa. Espere a que se duerma. Entonces lo escuchará y ni siquiera se dará cuenta”, le propone Cole a Malcolm como forma de resolución a su problema, luego de escuchar a su propia madre hablar dormida. La idea suena básica y sencilla, pero en este caso útil para entablar una relación de diálogo que de otra manera sería casi imposible (dado que Malcolm es un fantasma y su esposa no puede verlo). Enfrentar el problema, dar soluciones, buscar alternativas, elegir nuevos caminos y estar abierto a todas las posibilidades.

“Estoy listo para comunicarme contigo. Contarte mis secretos” le dice finalmente Cole a su madre, decidido a dejar de vivir aislado y con miedo, porque aquello que lo provocaba ha dejado de ser una amenaza para convertirse en una fortaleza.

Entendimiento y comprensión es la clave en cada caso, de identidad, de su papel dentro de la dinámica social, de capacidades y limitantes, o de anhelos y expectativas, posibilidades frente a realidad. ¿Qué es el fantasma, cuál es su función, qué quiere y por qué lo quiere? Pero, más importante (y la lógica que al final traza el rumbo, adaptación al cambio y vida, tanto de Malcolm como de Cole): ¿cuál es mi papel y qué puedo hacer yo al respecto? pues yo soy responsable de mis acciones y de mi trascendencia, importancia o aporte en cualquier situación a la que me enfrente.

Ficha técnica: Sexto Sentido - The Sixth Sense

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