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Eighth Grade

Diana Miriam Alcántara Meléndez
Diana Miriam Alcántara Meléndez

Kayla es una joven adolescente en el último grado de la secundaria; tiene pocos amigos pero muchas ganas de conocer el mundo, aunque su vida está consumida por la realidad virtual del postmoderno, así que se la pasa pegada a su celular, navegando en internet y las redes sociales, en lugar de relacionarse con sus similares, algo que en el contexto real, en el trato personal y directo, no sabe hacer. Ella es la protagonista de la película Eighth Grade (EUA, 2018), también conocida en español como La vida de Kayla. El proyecto está escrito y dirigido por Bo Burnham, y protagonizado por Elsie Fisher y Josh Hamilton en los papeles principales, como Kayla Day y Mark Day, su padre soltero.

La historia toca temas como las relaciones sociales y la forma como se desenvuelven y llevan a cabo en estos tiempos contemporáneos, plagados por una constante presencia ‘en línea’ que si bien puede acercar a las personas, igual puede alejarlas y ser un obstáculo para alcanzar amistad o intimidad, según se haga uso de la tecnología. Pero la película también aborda otras ideas, como la ansiedad, la maduración, la soledad, la búsqueda por una identidad y las presiones sociales, especialmente aquellas de la vida adolescente relacionadas con el desarrollo personal.

Es importante por ello la manera como Kayla está representada y cuál es su camino hacia el crecimiento, ya que su viaje significativo permite a cualquier persona identificarse y empatizar con las dudas, inseguridades y dificultades durante una etapa de vida marcada por la transición de maduración. “Ser uno mismo se trata de no cambiar para complacer a los demás”, dice la joven en sus videos publicados en la red (vlogs – combinación de video y blog), práctica que Kayla realiza como modo de interactuar con un mundo del que se mantiene a distancia porque es lo mismo que los otros chicos de su edad hacen, pero también como barrera protectora de auto conservación y, de alguna forma, como modo de expresión a su alcance y, al menos aparentemente, bajo su control.

Ella vive su vida a través de una personalidad virtual que no es del todo fiel a su yo real, dando consejos sobre la vida, buenos consejos, pero que no sabe cómo poner en práctica, deseando más lo que dice, que haciéndolo en realidad, como cuando habla sobre hacer amigos y arriesgarse a relacionarse con gente con la que normalmente no lo haría. Kayla va a la fiesta de cumpleaños de la estudiante popular de su escuela gracias a una invitación que recibió porque la madre de la festejada obligó a su hija extenderle una. En su video Kayla habla sobre una supuesta fiesta que ella tuvo en la que decidió hablar con alguien (una chica rara, describe ella), a quien usualmente no se acercaría, para descubrir que es un gran persona. El ejemplo es un imaginario para exponer su idea, pero Kayla de alguna forma habla de lo que quisiera que le pasara a ella en aquella fiesta, que alguien le hablara y descubriera que tiene mucho que ofrecer; ciertamente no es que Kayla no intente acercarse a otros, es que su timidez es tan grande que termina eligiendo pasar desapercibida antes que arriesgarse a más.

Entonces, aunque sabe que lo importante es ser fiel a uno mismo, aceptarse y aceptar a los demás, respetar y actuar como uno quiere y decide, no como los demás dictan, ella misma sabe que la realidad no es tan sencilla cuando vive en un mundo cargado de presiones del exterior. Su padre tiene expectativas en ella pero lo que más quiere es verla desarrollarse, por lo que insiste que salga al mundo, pero Kayla no entiende al momento sus palabras, afecto y apoyo; al contrario, reniega de él. Sus compañeros de escuela limitan su mundo al alcance de su celular y se preocupan, como les ha enseñado la banalidad de la realidad social en la que viven, en apariencias, ideales irreales, fachadas y una perfección inexistente, intereses que Kayla no comparte del todo (sólo en cierto grado, si bien repite, igual que los demás) dado que su curiosidad y conocimiento, incluso valores, suelen ser diferentes al común denominador que le rodea. Es por ello que al momento ser diferente se siente como algo malo, en lugar de ser un rasgo distintivo que le permite un punto de vista más amplio, más pensante incluso.

Finalmente está el contexto social en que Kayla vive y a través del que ella misma se ha aislado. Tiene mil preguntas sobre su persona, la sexualidad, el futuro, la vida y la gente que le rodea, pero no tiene a nadie a quien preguntarle (en confianza), así que recurre al único lugar que conoce que sabe que en su anonimato no podrá juzgarla directamente: internet (o específicamente un buscador en internet).

Hay un contraste en su vida porque cara a cara no puede relacionarse, por timidez, miedo, precaución, inexperiencia y hasta estrés, así que recurre a un mundo, en la nube, del que puede mantenerse a una distancia ‘segura’ para ella, de pantalla a pantalla, siguiendo las cuentas de redes sociales de sus compañeros de clase y conociéndolos a través de sus publicaciones, o ella misma compartiendo fotografías y pensamientos, con sus respectivos filtros, literales, simbólicos y todo lo que ello implica (técnicamente el filtro es una capa de edición que cambia el aspecto de lo que se expone para moldearlo hacia una determinada percepción guiada), crear la ilusión de que se relaciona con otros, cuando no lo hace realmente, sino sólo se escuda tras la pantalla.

Si alguien se ha preguntado cómo afectan los avances tecnológicos y su uso constante en la vida diaria las relaciones sociales, la película es un buen ejemplo para entenderlo. Kayla no miente al mostrarse en pantalla en sus videos, pero sí se esconde del resto del mundo a través de ellos. Sabe que lo que dice es cierto, que cuando comenta “no se puede ser valiente sin tener miedo”, sus palabras son verdaderas, es sólo que decir y hacer son dos cosas diferentes y dar ese primer paso implica, en efecto, ser valiente. Evidentemente tiene miedo, porque el mundo la juzgará (lo que sucederá sin importar lo que haga). Ese miedo es natural, porque nada es perfecto y no siempre es justo, pero siempre es complicado. Es sólo que Kayla, a su edad, aún no lo entiende, asimila, afronta y se adapta. Y no podrá hacerlo mientras viva a través de la virtualidad; se enoja cuando su padre le pide que se aparte del celular para que compartan, pero al mismo tiempo lo único que conoce es a través de la red, y se aferra a ello.

Cuando reconoce y entiende que no puede seguir esperando ser aceptada cuando ella misma no lo hace, decide dejar de esperar de los demás algo que sólo ella puede darse, amor hacia sí misma, autoconfianza, seguridad. Al publicar su último video aclara que no puede hacer todas esas cosas que aconseja, porque ella misma está en una búsqueda por entenderlas, que es, finalmente, lo más honesto, porque implica que ha entendido que ser nerviosa, tener inseguridades, tener una opinión pero no gritarla siempre a los cuatro vientos, es parte de su personalidad, lo cual está bien, porque es parte del proceso de formación de carácter y, porque, probablemente hay muchos otros como ella en busca de su propio crecimiento, con las mismas preocupaciones, ansiedades, inseguridades o dudas.

Un día, durante un programa escolar en el que pasa la jornada acompañando a una estudiante de preparatoria como preparación para su siguiente grado académico, conoce a Olivia, una joven a punto de graduarse hacia la universidad. Kayla sólo espera caerle bien y que todo salga ‘perfecto’, o en corto, que la acepten, para entonces sentirse validada. Sabiendo que en su propia escuela la gente la ha catalogado como callada (literalmente le dan el título en una votación escolar de superlativos), Kayla se aferra a la esperanza de que su futuro en la preparatoria se dibuje diferente basándose en esta experiencia.

La situación se torna distinta, pero igual. Olivia le da ánimos, la acepta y le abre la puerta a la convivencia y comunicación entre ambas, pero el mismo día uno de los amigos de la joven intenta aprovechar la inexperiencia sexual de Kayla para obligarla a hacer algo que ella no quiere, y que con decisión ella detiene una vez que se siente incómoda con el momento. Sin embargo Kayla se disculpa del rechazo, reflejando con ello que no entiende del todo que ella no ha hecho nada malo, sino el otro joven.

Lo que ambos escenarios opuestos demuestran es un patrón de lo que siempre ocurrirá en la vida: no importa lugar, espacio o tiempo, siempre existirán todo tipo de personas, amables, dedicadas, pero también las abusivas e irresponsables. La lección empuja a Kayla a preguntarse ¿quién soy? y ¿quién quiero ser? (en comparación con quién es la gente allá afuera), que es una de las reflexiones valiosas que saca de la experiencia.

A partir de ese momento elige ver el mundo a través de sus ojos, no de una pantalla, porque no importa lo mucho que la gente escriba, comparta, comente, grabe o diga, la vida virtual nunca será la vida real. No importa qué tanto aprenda de maquillaje en los tutoriales que mira y copia en la red, o qué tanto cree que conoce del mundo leyendo sobre ello en su computadora, nada la preparará para una u otra situación hasta que la viva en carne propia.

Los amigos de Olivia están seguros que su discrepancia de edad los hace ‘diferentes’. “No tenía Twitter en la secundaria, como nosotros”, dicen ellos. Y en otro ejemplo: “Ya nadie usa Facebook”, le dice la chica de la fiesta de cumpleaños a su madre cuando ésta le dice que invite a Kayla a su casa. Pero, ¿no es sólo que la tecnología es la ‘diferente’, y es ello lo que afecta a las personas y a la relación entre personas?

El uso de la tecnología y las redes sociales pueden afectar la salud mental de las personas, según expone la película; ya no sólo es importante entender que lo hace y cómo lo hace, sino cómo lidiar, intervenir, educar, aprender, adaptarse y entender (Kayla vendría siendo la generación ‘postmillennial’, o generación Z). ¿Estar constantemente expuestos en y a las redes sociales hace a la gente, o la obliga a ser, más autoconsciente, crítica y dura consigo misma? ¿Qué hay de bueno y qué hay de malo en ello?¿Cómo es vivir rodeado de cámaras, publicaciones en línea, información (y desinformación) al alcance de un clic, aislamiento virtual, relaciones no tangibles y por tanto una vida más expuesta? Vale la pena entonces preguntar: ¿Cómo es y cómo queremos que sea?

Ficha técnica: Eighth Grade - La vida de Kayla

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