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Susana

Diana Miriam Alcántara Meléndez
Diana Miriam Alcántara Meléndez

“Lo que cambia nunca es bueno”, dice uno de los personajes de esta película; sin embargo, el problema del cambio no es el hecho en sí, sino la forma en que lo afrontan las personas, su forma de adaptarse a él y cómo asimilan las consecuencias, positivas o negativas por igual. Para los personajes de esta historia, tal lo dice la cita, el resultado no es bueno.

Dirigida por Luis Buñuel, Susana (México, 1951) es una historia sencilla y hasta melodramática pero bien sustentada en cuestionamientos éticos y morales con mucha crítica al comportamiento humano sobre lo correcto, lo incorrecto, las reglas sociales y, en especial, el engaño, la manipulación y la mentira. Es elocuente ejemplo la forma en que la joven protagonista, Susana, logra engatusar a quienes la acogen. La moral y la conducta ética son al parecer la preocupación de Buñuel en esta historia.

Susana acaba de escapar de un reformatorio y llega a una Hacienda en una noche lluviosa; allí encuentra refugio gracias a la amabilidad y solidaridad de los patrones del lugar, quienes, sin saber la verdad detrás del pasado de la joven, eventualmente le dan casa y trabajo. La chica comienza a manejar a las personas para sacar provecho de otros y utilizar el conflicto que crea entre ellos a su favor, disfrazando su actuar con aires de inocencia y enamorando a los hombres de la casa: el capataz de la hacienda, el jefe de familia y el hijo, quienes descubrirán que harán todo por ella, incluso sin valorar las consecuencias inmediatas de sus acciones e ignorando si sus afectos son correspondidos.

Buñuel trae varios sutiles cuestionamientos sobre la mesa y los sustenta cuando devela a sus personajes. Cuando presenta a Susana, por ejemplo, encerrada en el reformatorio, la joven mira a su alrededor y se ve en medio de ratas, murciélagos y otros animales sucios y ponzoñosos (en sentido figurado); ella se niega a verse como uno de ellos, como depredadores que son, pero el director nos muestra así, de manera visual, la naturaleza del personaje detrás de la belleza que la joven irradia. Un arma de doble filo que, afectivamente, la protagonista utiliza para engañar y herir a otros a lo largo del relato.

La chica es convenenciera y manipuladora, pero también es consciente de sus acciones, lo que hace que resulte aún más interesante ver cómo su presencia no sólo afecta la dinámica familiar de la hacienda a donde llega, sino que su presencia además logra sacar lo peor de cada integrante y corromper a cada uno de los personajes, un proceso lento y del que ellos mismos no logran darse cuenta por completo.

La señora de la casa la recibe con los brazos abiertos, situación generosa que persiste hasta descubrir sus intenciones y, entonces, en un arranque de desesperación, finalmente decide golpearla con un fuete; su esposo no advierte su presencia hasta dejarse seducir por las insinuaciones amorosas de la joven; el hijo de la casa, como joven que es, se siente atraído por la chica y jura estar perdidamente enamorado de ella al punto de confrontar a cualquiera que se lo niegue; mientras que el capataz declara estar obsesionado con Susana al punto de querer acaparar su cariño y, en un arranque posesivo, de venganza, decide finalmente denunciar a la joven para que la policía se haga cargo de regresarla al reformatorio del que escapó.

Un grupo de gente tranquila y noble que mira su mundo romperse cuando alguien externo llega a modificar su dinámica, sus creencias y su rutina; algo que sólo sucede y tiene éxito por la habilidad de la joven protagonista para aprovechar la debilidad de cada uno de los otros. Susana encuentra el punto débil, posible de flaquear, de cada integrante de la familia y sabe cómo manipular lo suficiente para lograr un beneficio. ¿Busca ella poder, busca amor, o no busca nada y sólo gusta de crear conflicto? Al final no importa, su presencia demuestra cómo, extrañamente, ella es comparada con veneno puro (y  dadas sus acciones tal vez como persona ella realmente lo sea), pero es el resto de los personajes los que fácilmente pueden titubear lo suficiente al punto de convertirse en la peor versión que cada uno de ellos puede llegar a ser (violencia, cinismo, indiferencia, rencor, envidia, mentira).

El desenlace de la historia, aunque busca parecer ameno y alegre (Susana es enviada de regreso al reformatoria y la familia vuelve a su antigua dinámica, retomando la vida como si nada hubiera pasado, incluyendo que la madre perdone a su esposo a pesar de que él estaba decidido a correrla de la casa a favor de darle un lugar a Susana), sólo deja ver su lado feliz, entre comillas, en especial si se lee el trasfondo posible que busca representar Buñuel, que puede demostrar, entre otras cosas, la presión social contemporánea (la películas es de 1951) por guardar las apariencias,  la negatividad de las personas, su falta de carácter para aceptar sus errores (mencionando que tanto padre como hijo hacen hincapié en haberlos cometido) y la debilidad humana, pues la realidad no sólo significa perdonar, sino hacer notar que el futuro entre estos personajes puede venir cargado de resentimiento, recelo, odio y reclamo. Suceda o no, esa sería otra historia.

La conclusión puede ser tan irónica como acorde con las normas sociales de la época en que fue hecha la película, pero la historia logra evocar sentimientos encontrados en el espectador al tiempo de dejar una reflexión moral, lanzando igualmente indirectas hacia aspectos relacionados con la fe y la religión: supersticiones, maleficios, creación y milagros, la presencia de un Dios (y hasta un demonio) a quien(es) tanto Susana como la criada de la casa hacen eco. Simbólicamente representados (tal vez en sentido figurado y hasta crítico) en elementos de historia, por ejemplo, el nombre del padre es Guadalupe, el del capataz es Jesús, y la forma en la que escapa Susana del reformatorio es cuando vislumbra el reflejo de la cruz que la reja de su celda deja en el piso, una reja que se rompe y la deja libre. Mitología teológica presente en la cotidianidad del México de mediados del siglo XX que sobrevive hasta la fecha, con toda su carga moral e ideológica.

Un guión escrito por el mismo Buñuel junto con Jaime Salvador y Rodolfo Usigli; la película está protagonizada por Rosita Quintana, Fernando Soler, Víctor Manuel Mendoza, Luis López Somoza, Matilde Palou y María Gentil Arcos.

Ficha técnica: Susana

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