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X-Men, el inicio

Diana Miriam Alcántara Meléndez

Existe una nueva ola o tendencia en el cine para abordar viejos temas y franquicias con el lanzamiento de nuevas películas y propuestas cinematográficas. La idea es darles un nuevo aire a estas historias con el fin de revivirlas; y aunque muchas se estrenaron hace más de veinte años (que no es razón suficiente para querer hacer una nueva versión de las mismas), otras no tienen más de una década de haber llegado a las pantallas de cine.

Dentro de estas franquicias se encuentra X-Men (Hombres X), que más bien ha optado por una secuencia extensiva que alargue la franquicia en lugar de relanzar el concepto original. Con esto X-Men: Primera generación (EUA, 2011) llega como un viaje al pasado para conocer cómo comenzó la historia de los mutantes, apelando a la idea de contar los “orígenes” de los mismos, algo que ya se había experimentado hace poco con X-Men Orígenes: Wolverine (EUA, 2009).

Después de abordar en la primera trilogía de la saga la historia de los mutantes principales (como son Cíclope, Jean Grey, Tormenta, por mencionar algunos),y  demostrando en X-Men (EUA, 2000), X-Men 2 (Canadá-EUA, 2003) y X-Men 3: La batalla final (Canadá-EUA-Reino Unido, 2006) la evolución de los mutantes y su  lucha contra sus enemigos a fin de lograr la paz entre humanos y mutantes; llega el momento de dar paso a una reinvención de este universo para contarnos y presentarnos no solo nuevos mutantes, sino también la una vez amistad entre Magneto y el Profesor Xavier, quienes eventualmente se convertirán en los líderes de los diferentes bandos mutantes.

Lo importante de esta nueva película es que rescata esa primera lucha personal por definir ideales, diferencias y posturas hacia el futuro de los principales elementos que integran ambos equipos de mutantes. Ambientada en la década de los 60’s, la película cuenta cómo un grupo de personajes con poderes especiales busca desatar la tercera guerra mundial entre Estados Unidos y la U.R.S.S. a fin de resultar ellos los nuevos líderes mundiales, pero el líder de este grupo está ligado a Erik Lehnsherr, otro mutante quien busca venganza contra los responsables de la muerte de su familia; mientras tanto, la CIA contacta al joven científico Charles Xavier para explicar una serie de  fenómenos sin respuesta que rodean el caso, lo que resultará en un proceso de reclutamiento de jóvenes con mutaciones especiales para integrar un equipo que combata al enemigo.

Algunas cosas funcionan en esta película. Nada como: “Mutantes y Orgullosos” como lema de aceptación para quienes no son iguales al resto de la humanidad; la aceptación de ser quien eres; o puntualizar que al bando de Magneto se postula en contra de los humanos por la naturaleza cruel y discriminativa hacia quienes son diferentes y no como un deseo de destruir a la humanidad.

Pero, de igual manera, hay cosas que no funcionan del todo. Una mención especial en este rubro negativo es para los efectos especiales. Tal vez las explosiones y la demostración de artefactos científicos sean bien logrados, pero la piel azul de Mystique y la de Bestia, o la piel de diamantes de Emma Frost simplemente no convencen, principalmente porque ambas mutaciones fueron mostradas con éxito en otras películas de la franquicia.

En otro plano de confusión se encuentra la lógica y continuidad cronológica del universo X-Men. Si bien se ha expresado que se toman libertades con respecto a la línea del tiempo de los sucesos y en los personajes, lo cierto es que muchas de esas arbitrariedades han molestado a fanáticos y seguidores del comic. Desde la mención, e invención, de Cerebro (aparato que permite a través de un telépata encontrar a mutantes entre los humanos), hasta la exclusión de los mutantes protagónicos de la trilogía inicial de la saga, presentes en todas las películas anteriores. La respuesta del equipo de producción es que ésta no es con exactitud la historia de la primera generación de estudiantes del Profesor Xavier, sino una perspectiva de cómo el movimiento mutante comienza.

Es importante aplaudir que la franquicia utilice elementos ya conocidos, presentes en las demás películas para contar una nueva historia y dar paso a una probable nueva trilogía, cuyo concepto ha demostrado que tiene de dónde dar; pero también será importante exigir un buen producto, pues pareciera que en su afán de introducir al público, tanto viejo como nuevo, en una historia que relata los primeros pasos de un grupo de personajes ya conocidos, es que se pierde una gran porción del tiempo total de la película, dejando al aire la verdadera razón por la que el espectador asiste al cine, entretenimiento, mutantes en acción.

Mientras las historias de seres con poderes sobrenaturales (ya sean criaturas fantásticas o personajes salidos de los comics) invaden las pantallas de cine, las de mayor calidad, producción y capacidad narrativa son las que más se agradecen. Por ello que es una buena sorpresa encontrarse con los orígenes de viejos y nuevos amigos mutantes, a pesar de la reprochable falta de tino para complacer a los más exigentes y dedicados seguidores que notan las inconsistencias de la historia, a cambio de pocas novedades, tanto visuales como del universo que X-Men representa.

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