
(Por: Pamela Alvarado Muñoz)
Recuerda…
La Lic. Pamela Alvarado Muñoz, Ilustradora y Diseñadora Gráfica egresada de la Universidad La Salle Laguna, presentó su exposición ”Gran Expo Visceral”, trabajo desarrollado en la ciudad de Tokio, Japón.
A modo de reflexión
Observando la obra de la artista Pamela Alvarado en su reciente exposición, deteniéndome y profundizando en cada una de sus obras, vino a mi mente una retrospección de la humanidad desde sus origenes, los conflictos que desde siempre han existido, por citar solo algunos: la Primera y Segunda Guerra Mundial, los conflictos que hoy vivimos de Venezuela, Nicaragua, Cuba, Corea, Ucrania, Rusia, México y últimamente lo que tiene en vilo a la humanidad con el conflicto entre Israel e Irán que podría escalar a un conflicto mundial.
Venía a mí memora aquella reflexión de Carl Sagan (1934-1996): ¨Mira ese punto. Eso es aquí. Eso es nuestro hogar. Eso somos nosotros. En él, todos los que amas, todos los que conoces, todos de los que alguna vez escuchaste, cada ser humano que ha existido, vivió su vida. La suma de todas nuestras alegrías y sufrimientos, miles de religiones seguras de sí mismas, ideologías y doctrinas económicas, cada cazador y recolector, cada héroe y cobarde, cada creador y destructor de civilizaciones, cada rey y campesino, cada joven pareja enamorada, cada madre y padre, niño esperanzado, inventor y explorador, cada maestro de la moral, cada político corrupto, cada «superestrella», cada «líder supremo», cada santo y pecador en la historia de nuestra especie, vivió ahí – en una mota de polvo suspendida en un rayo de sol.
La Tierra es un escenario muy pequeño en la vasta arena cósmica. Piensa en los ríos de sangre vertida por todos esos generales y emperadores, para que en su gloria y triunfo, pudieran convertirse en amos momentáneos de una fracción de un punto. Piensa en las interminables crueldades cometidas por los habitantes de una esquina del punto sobre los apenas distinguibles habitantes de alguna otra esquina. Cuán frecuentes sus malentendidos, cuán ávidos están de matarse los unos a los otros, cómo de fervientes son sus odios. Nuestras posturas, nuestra importancia imaginaria, la ilusión de que ocupamos una posición privilegiada en el Universo... es desafiada por este punto de luz pálida.
Nuestro planeta es una solitaria mancha en la gran y envolvente penumbra cósmica. En nuestra oscuridad —en toda esta vastedad—, no hay ni un indicio de que vaya a llegar ayuda desde algún otro lugar para salvarnos de nosotros mismos. La Tierra es el único mundo conocido hasta ahora que alberga vida. No hay ningún otro lugar, al menos en el futuro próximo, al cual nuestra especie pudiera migrar. Visitar, sí. Asentarnos, aún no. Nos guste o no, por el momento la Tierra es donde tenemos que quedarnos. Se ha dicho que la astronomía es una formadora de humildad y carácter. Quizás no hay mejor demostración de la soberbia humana que esta imagen distante de nuestro minúsculo mundo. Para mí, subraya nuestra responsabilidad de tratarnos más amablemente los unos a los otros y de preservar y apreciar el pálido punto azul, el único hogar que hemos conocido¨.
Un ejemplo cruel
En la Segunda Guerra Mundial se mandaron dos bombas atómicas al Japón, devastación total y las marcas profundas a la población en sus cuerpos y sus almas.
El pueblo japonés experimentó una mezcla compleja de emociones tras los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki. Inicialmente, hubo un profundo sentimiento de shock, horror y desesperación ante la magnitud de la destrucción y la muerte causada por las bombas. A medida que pasaba el tiempo, se desarrolló un creciente sentido de pérdida, trauma y sufrimiento, especialmente entre los sobrevivientes (hibakusha), quienes lidiaron con enfermedades relacionadas con la radiación, discriminación y problemas de salud mental. Simultáneamente, surgió una fuerte determinación por la paz y un compromiso con la no violencia, que se convirtió en una parte central de la identidad japonesa.
Sentimientos iniciales:
· Shock y horror
La magnitud de la destrucción y la muerte causadas por las bombas atómicas fue abrumadora, generando un profundo shock y horror entre la población japonesa.
· Desesperación:
La pérdida de vidas, la destrucción de hogares y la falta de recursos básicos generaron desesperación y sufrimiento.
· Pérdida:
El bombardeo dejó una profunda herida en la memoria colectiva, marcada por la pérdida de familiares, amigos y seres queridos.
Sentimientos a largo plazo:
· Trauma y sufrimiento:
Los sobrevivientes (hibakusha) enfrentaron no solo las secuelas físicas de la radiación, como enfermedades y discapacidades, sino también profundos traumas psicológicos y emocionales.
· Discriminación:
Muchos hibakusha experimentaron discriminación debido a su condición de sobrevivientes, lo que dificultó su integración social y económica.
· Miedo a la radiación:
El desconocimiento sobre los efectos a largo plazo de la radiación generó miedo e incertidumbre sobre el futuro.
· Silencio y dificultad para hablar:
Muchos hibakusha encontraron dificultades para hablar sobre sus experiencias, lo que contribuyó a un velo de silencio sobre el trauma.
· Culpa:
Algunos sobrevivientes sintieron culpa por no haber podido proteger a sus seres queridos o por no haber hecho más para ayudarlos.
· Compromiso con la paz:
El bombardeo atómico generó un fuerte deseo de paz y un rechazo a la violencia, que se convirtió en un principio fundamental para la sociedad japonesa.
Desarrollo de una nueva identidad:
· Promotor de la paz:
Japón se ha convertido en un defensor activo de la no proliferación nuclear y la paz mundial.
· Compromiso con la no violencia:
La experiencia del bombardeo atómico ha moldeado la cultura japonesa hacia una postura pacifista y contraria a la violencia.
· Reinterpretación de la identidad:
La identidad japonesa se ha redefinido, vinculándose estrechamente con la búsqueda de la paz y la no violencia.
· Recuerdo y conmemoración:
Japón ha convertido el recuerdo de los bombardeos en un recordatorio constante de la necesidad de evitar la guerra y la proliferación nuclear.
Con respecto a la obra ¨Visceral¨
La Lic. Alvarado hizo una investigación artística que la llevó a caminar por las calles de Tokio, a observar los gestos contenidos en su gente, a escuchar en los silencios.
La sociedad japonesa, como muchas otras, está atravesada por códigos invisibles que regulan lo que se muestra y lo que esconde.
En Japón estos códigos tienen nombre: Tatemae ´La fachada pública´ y Honne ´Lo que realmente se piensa o se siente´.
Visceral es una serie de obras que representan esta dualidad cultural. No busca ofrecer respuestas ni soluciones, sino compartir una mirada profundamente personal sobre aquello que descubrió al entrevistar a japoneses y adentrarse en la antropología emocional del país. Su interés fue entender cómo se vive la emoción en una sociedad que valora la armonía por encima de la expresión individual. ¿Qué pasa con lo que no se dice? ¿Dónde se guarda lo que no se permite sentir?
La visceralidad para ella, es lo que ocurre cuando todo lo contenido encuentra una salida; sin forma pulida, sin filtro, sin permiso. Es el estallido de una emoción largamente negada. Por eso, sus obras no son suaves ni complacientes. Son grotescas, físicas, crudas. Usan las vísceras como símbolo, como metáfora de lo reprimido que se vuelve cuerpo.
Este es el resultado de su búsqueda por comprender, no desde el juicio, sino desde el afecto, la observación y el deseo de conectar y observar a la sociedad japonesa con respeto, armonía y entendimiento sobre su cultura de una manera diferente y con lo que usualmente se omite.
En esta ocasión su exposición se presentó en su tierra natal Torreón, Coahuila, México y en breve se presentará en Tokio, Japón. Enhorabuena Lic. Pamela Alvarado Muñoz y que este principio de su obra tenga un exitoso camino al éxito… Dios te bendice y te acoge!!!
Despertar…es