
No importa lo lento vayas mientras no te detengas
Confucio
Me dirijo a Ichkabal, un nuevo sitio arqueológico que se encuentra a dos horas de Mahahual, pasando Bacalar; el camino es sinuoso, rodeado de vegetación, hermoso. Cuando llego al sitio se ve que lo han preparado para la visita del público en general, lo suman como un atractivo mas que ofrece la Riviera maya al sur de estado.
El INAH ha hecho un gran trabajo en su rescate. La ciudad maya de Ichkabal se descubrió en 1995; data aproximadamente del año 600 a.C. Su auge principal se sitúa entre los siglos III y VI d.C., en el Periodo Clásico Temprano, aunque continuó siendo habitada hasta alrededor del siglo XII d.C.
Me preparo con un sombrero y mi termo de agua, dos artículos que no hay que olvidar en estas experiencias, por ahora la entrada es gratuita, aunque tuviste que pagar algo a los representantes del ejido, está bien, solo fueron 100 pesos por el vehículo.
Empiezo a caminar y recorro los senderos que otros hombres recorrieron en otros tiempos. La vegetación es abundante y los sonidos de la selva son sutiles, por lo que es necesario estar dispuesto a escuchar.
Todas las pirámides han sido cubiertas por la selva. La restauración de las estructuras 4 y 5 de Ichkabal, que son las más altas, se realizan a partir de su parte superior, de modo que la parte de abajo está aún cubierta por la vegetación, hay una pequeña escalinata que permite un fácil ascenso hasta la zona ya restaurada, la cual también se puede subir.
El esfuerzo por ascender a la estructura 4, que es la más alta, 42 metros, vale la pena; al llegar a la cima se tiene una hermosa vista de la selva hasta dónde la vista alcanza, es como ver el océano y su horizonte, o como ver la nieve desde una alta montaña, la brisa te acaricia el rostro, cierro los ojos para sentirla en plenitud, agradezco todo lo que la vida me regala, si la paz fuera respirable, aquí está, en la cima de Ichkabal.
Caminando por los andadores, noto que solo hay árboles Chaká y no Chechén, aunque suelen coexistir. Pregunto a un cuidador y me explica que se retiraron los Chechén porque su contacto es tóxico. Lamento esta decisión; hubiera sido mejor señalizarlos para enseñar a las personas a identificarlos sin necesidad de matarlos.
Continúo mi camino y noto un movimiento en uno de los árboles cercanos. Me detengo y veo un mono joven jugando en una rama. Esta especie suele estar en familia, y efectivamente, allí están los demás descansando sobre las ramas en posiciones inverosímiles. Me alejo para no molestarlos.
Mientras disfruto de la sombra en el camino, veo que otro de los cuidadores trae una playera con un diseño que llama poderosamente mi atención, al grado que me desvío para verlo de cerca, lo saludo, le pregunto que de donde es esa camiseta, me dice que no sabe, que se la regaló un hermano, trae una leyenda en inglés que él no entiende, la leyenda dice “never stop walking, keep on exploring”. Entiendo que el mensaje es para mí.