Vidas pasadas

Diana Miriam Alcántara Meléndez
Diana Miriam Alcántara Meléndez

No hay una sola forma de ver y entender la vida; algunas personas creen que hay que asimilar bien el pasado para sólo entonces avanzar hacia el futuro, mientras otros creen que hay que vivir totalmente en el presente y olvidar lo que fue o lo que vendrá para no limitarse por atavismos o falsas expectativas. Al final, es un poco de ambas perspectivas, pues las personas son lo que deciden, pero a raíz de un pasado y un futuro que impacta en su presente, al que no pueden avanzar a menos que aprendan a disfrutar el ahora.

Anhelos y arrepentimientos son parte de la esencia de las personas, porque es lo que fueron y lo que quieren ser, el camino ya vivido y el que quieren recorrer. La contradicción viene cuando el ‘qué pasaría sí’ cobra fuerza y se refuerza en creencias de que hay una futuro ya escrito o un futuro predeterminado ya trazado o establecido, especialmente en cuestiones de vida en pareja, como las llamadas almas gemelas.

Más allá de toda la interpretación romántica alrededor de estas afirmaciones, está el trasfondo que conlleva, porque esa idea de un amor ‘destinado a ser’, de una fuerza espiritual que dicta un camino, va ligado a la necesidad de las personas de creer que hay ‘algo más’ a lo que ya se tiene, y que ‘tiene que llegar’ porque así lo dicta el universo.

Entonces las decisiones ya no parecen ligadas a la responsabilidad del individuo por tomarlas, sino que se adjudican a una ‘magia’ del universo o incluso a un ser divino que las estipula. La pregunta clave sería en este caso: ¿por qué las personas se aferran tanto a creer que puede haber algo mejor, una vida más plena, un futuro mejorado en experiencias y riquezas, incluso una relación de pareja más satisfactoria, amónica, ideal, sino a raíz de una cierta insatisfacción con su propia vida o decisiones de vida?

Esto es lo que explora la película Vidas pasadas (EUA, 2023), un drama romántico escrito y dirigido por Celine Song y protagonizado por Greta Lee, Teo Yoo y John Magaro. Se concentra en ideas no sólo de destino, sino también de reencarnación o, como lo dice su título, vidas pasadas. Trata de dos amigos de la infancia que separados sus caminos por decisiones familiares, se reconectan, primero 12 años después de la última vez que se vieron siendo niños y, luego de nuevo 12 años más tarde cuando sus vidas han cambiado por completo al seguir sus propios rumbos.

“Hay una palabra en coreano: In-Yun. Significa "providencia", o “destino”. Pero se trata específicamente de relaciones entre personas. Creo que proviene del budismo y la reencarnación. Es un In-Yun si dos extraños se cruzan en la calle y sus ropas se rozan accidentalmente. Porque significa que debe haber habido algo entre ellos en sus vidas pasadas. Si dos personas se casan, dicen que es porque ha habido 8 000 capas de In-Yun. “Más de 8 000 vidas” pasadas en donde ha habido algo en común, explica el personaje de Nora, la protagonista. 

La idea ahonda en algo más allá que dos personas destinadas a estar a juntas, pues habla también de una necesidad de conectividad muy profunda que trasciende tiempo y espacio, un pensamiento mágico que hace creer en una reencarnación, en un destino, y por ende, en la auto-justificación de que las decisiones que una persona toma son ‘correctas’ porque ya están dictadas, escritas o destinadas a ser. Es creer que lo que decidimos, lo hacemos así porque hay una fuerza más grande que nosotros que ha dictado que así tiene que ser.

Esta forma de pensamiento es interesante porque habla de la necesidad del humano de explicar y justificar todo para darle un sentido y razón a su existencia. Así que mientras para algunos la idea de encontrarse con su alma gemela puede tratarse de una historia nostálgica y conmovedora que los hagas sentir bien con su presente, para otros puede convertirse en el anhelo de tener lo que no se pudo tener, el control sobre el tiempo, sobre lo que se perdió en el pasado y lo que tanto se desea para el futuro, sea un amor pasado o rectificar un camino ya tomado para que resulte diferente.

Aquí Nora y Hae Sung son más que buenos amigos siendo niños, son sus respectivos primeros amores de la infancia, conectados por la inocencia, empatía, solidaridad y afecto puros que no están corrompidos por nada ni nadie; su existencia es feliz porque no está dictada o limitada por nada más que no sea la emoción y felicidad de vivir su tiempo presente. 

Todo cambia luego de que Nora y su familia emigran a Canadá buscando otras oportunidades. Nora y Hae Sung pierden todo tipo de contacto, hasta que 12 años después, y gracias a la tecnología, se reencuentran a distancia, es decir, entablan de nuevo una amistad hasta volverse parte íntegra el uno en la vida del otro, a pesar de vivir en continentes diferentes; ella en Estados Unidos haciendo su carrera de escritora, él en Corea del Sur estudiando para perfeccionar sus habilidades en su profesión.

Sus realidades de vida les dan perspectivas muy distintas sobre el mundo y lo que quieren a futuro, Nora tiene ya una mentalidad occidental que plaga todo sobre su vida, costumbres y sueños; sólo habla coreano con su mamá y ya no practica ninguna de las tradiciones de su cultura de origen. El pensamiento de su contexto se ha convertido en su pensamiento, así que cuanto retoma contacto con Hae Sung, retoma más que la amistad con él, pues también rescata ese pasado que creía olvidado.

Nora comienza a cuestionarse quién es y lo que quiere, porque anhela el pasado tal y como lo recuerda, envuelto en ese sentimiento de felicidad que significó su vida en Corea del Sur. El punto es que a pesar de que se aferra con nostalgia al ayer, sabe que en su presente no regresaría a esa vida que dejó atrás, porque ahora tiene muy claro lo que quiere para sí en una ciudad estadounidense en donde se está realizando profesionalmente; una visión en parte plantada en su cabeza por sus padres al obligar a la familia a dejarlo todo para mudarse a vivir en otro país, luego reforzada por la nueva cultura a la que llega y que se le ha inculcado a Nora desde pequeña, con ideologías sociales muy concretas presentes en su educación y cultura. 

No es que un lugar sea mejor que el otro, es sólo que Nora elige en función del contexto en que vive su presente, no a partir de su pasado o futuro, sino de lo que está viviendo hoy. La contradicción entra en juego cuando vuelve a entablar amistad con Hae Sung y se da cuenta de todo lo que es y pudo ser si se hubiera quedado en Corea del Sur y entonces Nora entra en crisis.  Ella recuerda y anhela el pasado porque lo asocia a un sentimiento de felicidad y satisfacción, e imagina una vida al lado de Hae Sung, sólo para darse cuenta que está soñando imposibles, que él tiene su vida en su propio contexto, en Seúl, mientras ella tiene la suya en Nueva York.

Esa conexión a distancia no es una conexión real, porque aunque hay empatía, afecto y comunicación, no hay contacto físico real y eso termina por ser determinante; la conexión es fuerte pero nunca va a crecer mientras siga sucediendo a través de una pantalla, no importa cuántas videollamadas hagan al día. Entonces Nora elige cortar el lazo por completo y seguir con su vida, en busca de algo más tangible y ‘real’, algo que sea presente y no sólo el anhelo del pasado o el futuro.

Doce años más tarde, cuando ella ya está casada con un estadounidense y viven una vida tranquila, cada quien centrado en su profesión artística, una existencia aparentemente pacífica, feliz y estable, Nora se reencuentra de nuevo con Hae Sung cuando él la visita en Nueva York. Es entonces que el amor imposible se vuelve motivo de pena, no sólo porque duela ese romance truncando, sino por todo lo que representa, por todo lo que fue y pudo ser que Nora aún anhela, pero nunca pudo tener. 

El punto es que si Nora vive atrapada en la nostalgia del pasado, es porque su presente no es lo que ella esperaba que fuera. Si su vida actual fuera todo lo que siempre quiso, si la hiciera sentir realmente en plenitud sin espacio para la duda, no sentiría esa nostalgia triste. Si fuera verdadera e intensamente feliz hoy, no tendría por qué anhelar tanto el ayer.

Alguien que vive el presente en dicha total, puede recordar el pasado con nostalgia y afecto, y con ello mover emociones bien arraigadas ligadas a los recuerdos del ayer, eso es cierto, pero no debería dictar de nuevo las cosas u obligarla a cuestionar su identidad y decisiones. En este caso, la actitud de Nora más bien refleja un estancamiento; es feliz y, sin embargo, se pregunta si realmente lo es, aunque no parezca evidente que lo hace, por lo tanto, quizá no lo es.

No es malo que se cuestione, al contrario, habla de madurez, pero cuando ansía de la forma como lo hace, cuando al sopesar parece considerar el ‘hubiera’ como algo potencialmente ‘mejor’ a lo que ya tiene, refleja esas emociones de duda, incertidumbre y hasta arrepentimiento. ¿Puede Nora ser feliz y estar en paz con sus decisiones, cuando no puede desprenderse de un pasado que tiene 24 años arrastrando?

Románticamente hablando, Hae Sung y Nora son dos enamorados que tomaron caminos separados; el recuerdo es melancólico porque les lleva hacia atrás, hacia esa afinidad que existió y el momento en sus vidas en que todo eran posibilidades y sueños. ¿Qué fue de esos deseos y planes? ¿Qué ambiciones se concretaron y cuáles fueron desplazadas o enterradas?; eso es lo que el reencuentro les obliga a preguntarse.

Así que verse de nuevo va mucho más allá. Nora está casada y es feliz, y su esposo es comprensivo y la apoya; Hae Sung por su parte también tiene su propia vida con sus propios planes personales y profesionales; tres personas conectadas en ese instante, en ese presente cuya presencia impacta en la vida del otro. ¿Eso también puede ser ‘In-Yun’, no? Porque eso es la vida en sí, personas interconectadas que tienen repercusiones en los demás.

Sin embargo, Nora se cuestiona la vida que eligió, porque en el fondo aún está atada a una decisión que la marcó, que le cambio el rumbo de su vida. No la asimila porque ella no la tomó, fueron sus padres los que lo hicieron por ella, por consiguiente, continúa adaptándose, busca ser estadounidense, al grado de reconocer que con su matrimonio buscaba también el derecho a la ciudadanía, igual que anhela sus raíces, al mantener su idioma original para comunicarse con su familia. 

Es el conflicto eterno de los migrantes, debatiéndose entre su cultura, raíces, educación, costumbres y familia de origen con respecto a las características y particularidades de esos mismos factores en su lugar de nueva residencia. En esencia se trata de encontrar su lugar en el mundo, de partir casi de cero para llegar a ser “alguien”. En la historia el asunto se complica porque el recuerdo es infantil, propiamente una ilusión, pues ninguno es en el presente lo que el otro recuerda o imagina.

Por eso es que Nora, y muchas personas como ella, buscan una explicación en creencias como la reencarnación o el destino. La gente siempre querrá atrapar el pasado, añorando lo que pudo ser pero nunca sucedió. Para ella y Hae Sung es un amor plagado de nostalgia, ese romance destinado que al final nunca sucedió y la idea de creer que sus almas se encontrarán en un futuro como lo hicieron en un pasado, en esta vida o en otra.

¿Hay forma de estar seguros o comprobarlo? La idea de una reencarnación y un alma no es algo científico, es algo espiritual, diseñado para que las personas podamos entender y procesar mejor nuestra existencia. Creer en ello no es malo, pero tampoco puede ser el único parámetro, menos si ello expresa una falta de confianza en uno mismo, en las decisiones tomadas o en la forma en que enfrentamos y asumimos los fenómenos que nos afectan pero escapan a nuestra voluntad. 

Los propios Nora y Hae Sung eventualmente se preguntan si en alguna vida pasada de esas 8 000 capas de ‘In Yun’, tal vez él sólo fue una rama en la que ella en la que alguna vez se postró siendo un ave. Ese es el verdadero significado romántico, idealista, soñador o nostálgico que importa, el entender que somos nuestro presente, pero en un círculo de vida donde hay un pasado y un futuro desconocido que importa, sí, pero que no lo dicta todo como único parámetro de nuestra existencia, porque al fin y al cabo, en la historia como en la vida real, la vida continúa y cada quien deberá seguir tomando sus decisiones y viviendo el presente que se va forjando.

Ficha técnica: Vidas Pasadas - Past Lives

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