Xinantécatl

César Garza
César Garza
Vista desde la cima del Nevado de Toluca

   La montaña te llama, lo hace por las noches, mientras sueñas, te visualizas en la neblina, en un clima frío y sonriente, cuando despiertas, varias noches con el mismo sueño, sabes que te está esperando.

   Se trata de Xinantécatl, que significa hombre desnudo, mejor conocida como el Nevado de Toluca. Te hospedas en el centro de la ciudad de México, cerca del punto de encuentro, ya que la salida está programada a las 5:30 a.m.

   Te acuestas temprano, hay que madrugar, nunca has tenido problemas para dormir, así que cuando suena la alarma sísmica, tú estás profundamente dormido, te encuentras en un segundo piso, sabes que tienes algunos segundos antes de que comience a temblar, te pones un pantalón, tomas la llave de la habitación y te lanzas corriendo por las escaleras, esperando sentir el bamboleo en cualquier momento.

   Eres el primero en llegar a la calle, cuando ya bajaron todos los huéspedes, te das cuenta de que eres el único descalzo, novato.

   Son las 9 de la mañana, llegas al sitio de partida, te suben en un vehículo hasta los 4000 metros, ahí inicia el ascenso a pie, ves la oficina de la CONANP, estás en un área natural protegida desde 1936 en la presidencia de Lázaro Cárdenas, hace casi un siglo, tiempos en que a los políticos pareciera importarles mas los recursos de nuestra tierra.

   Participas en un breve ritual donde pides permiso a la montaña para pisar su cima, pones una rodilla al piso, te quitas un guante y tocas la tierra, agradeces a Xinantécatl y a las circunstancias que pudiste construir para estar aquí, en esta tierra de Tlahuicas, Otomíes y Náhuatls.

   Comienzas a caminar, las montañas se suben despacio, sin prisas, con todos tus sentidos alerta a lo que el camino te regala, esa también sería una linda forma de caminar la vida.

   El camino presenta sus dificultades, los bastones son de utilidad, más que un punto de apoyo, los consideras un vehículo para repartir el esfuerzo de la subida entre tus cuatro extremidades.

   La montaña tiene un cráter con dos lagunas, es un espacio donde se respira tranquilidad, descubres un par de obras de land art que algún artista decidió crear y regalar en un gesto de generosidad.

   Es la 1 de la tarde, el guía te cuenta que desde niño sube esta montaña y que su abuelo le decía que una formación de rocas que estamos por atravesar es cómo un portal de sanación, de limpieza, que cualquiera que lo atraviese se vuelve una mejor persona. Así que todos decidimos cruzarlo, aunque presentaba cierta dificultad, la magia de ser una mejor persona no reside en el portal, es una elección personal, depende de las decisiones que tomamos cada día.

   Llegamos a lo que el guía dice ser el punto de no retorno, a partir de ese momento, quien decida avanzar, no podrá regresar ya que en su opinión es muy peligroso, el camino se vuelve demandante, se trata de escalar grandes rocas que se encuentran apiladas una sobre otra, siempre hay que mantener tres puntos de contacto con la montaña, hay que cuidar no pisar o sujetar piedras sueltas por lo que en cada avance hay que hacer esa comprobación.

   La subida en ese tramo hasta la cima es lenta, un resbalón podría llevarte al hospital así que cada avance lo haces con mucho cuidado, concentrado.

   Llegas al punto más alto de esta montaña, el altímetro marca 4670 metros, el paisaje es espectacular, con nubes por debajo de tu nivel, si, te sientes más cerca de Dios, agradeces.

   La ruta de retorno está llena de lo que el guía llama arenales, la pendiente de bajada es pronunciada, la técnica para transitar los arenales de bajada consiste en clavar el talón de frente y permitir el deslizamiento, mientras tu bota se hunde, levantas tu otra pierna como si fueras a dar un gran paso y la preparas para repetir el movimiento de la anterior. Los bastones los traes atrás de tu cuerpo, te ayudan a no caer.

   Estas cansado, traes un poco de molestia en tus rodillas cuando finalmente termina el camino, te despides temporalmente de la montaña, que son todas las montañas, le agradeces su trato, su generosidad, le prometes regresar a visitarla en esta u otras latitudes mientras tu fuerza te lo permita, estás sonriendo, cómo en tu sueño.

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