Renfield

Diana Miriam Alcántara Meléndez
Diana Miriam Alcántara Meléndez

Hay muchas películas de vampiros que han abordado el concepto desde diferentes perspectivas o narrativas, es decir, algunas se apegan más al suspenso y el terror, otras aprovechan la fantasía y los personajes de ficción para ahondar en temas como la vida, la muerte, la trascendencia del ser, la inmortalidad, la persuasión o el control, entre otros.

Drácula es un personaje que nació de la novela homónima de Bram Stoker (1847-1912), publicada en 1897 y que trata de un vampiro audaz y enigmático en busca de poder que se alimenta de la vida de otros, metafórica y literalmente hablando, ya que vive de la sangre de sus víctimas. Tiene algunas debilidades, lo que quiere decir que hay ciertos impedimentos para que consiga su objetivo y, por tanto, hay cosas para las que tiene que apoyarse en otros, pues, finalmente, se alimenta de los demás, o lo que es lo mismo, vive a expensas del otro.

Claro que Drácula es un hombre con poder que no va a pedir ayuda, la va a exigir. En la clásica película Drácula (EUA, 1931) de Tod Browning, el personaje emprende su camino hacia Londres en busca de saciar sus deseos, para lo cual convierte en su esclavo, asistente o ayudante, a un abogado llamado Renfield, al que le promete inmortalidad a cambio de servirle. ¿Qué pasaría si décadas después este hombre siguiera fungiendo como el sirviente de Drácula hasta que su relación se convierte en una dinámica tóxica de dependencia enfermiza? Esa es la premisa de la película Renfield (EUA, 2023), una comedia de terror dirigida por Chris McKay, escrita por Ryan Ridley y protagonizada por Nicholas Hoult, Nicolas Cage, Awkwafina, Ben Schwartz y Shohreh Aghdashloo.

Aquí Drácula dejó Transilvania muchos años atrás gracias a convertir a Renfield en su esclavo, obligándolo a obedecer en todo lo que necesite. Drácula es en sí mismo un hombre controlador y narcisista, para quien la humanidad no tiene la menor importancia, ya que en su perspectiva las personas son alimento que necesita para recobrar su fuerza y, por ende, su gloria; entiéndase poder; así que las personas no son humanos, son ‘medios’ para llegar a su meta.

Sin embargo, Drácula no puede moverse más que en las sombras y está tan débil para hacerlo que depende de Renfield por completo, además de que en el mundo actual no es tan sencillo matar gente para beber su sangre y pasar desapercibido; de modo que ambos deben trasladarse de un lugar a otro periódicamente, lo que impide que Drácula puede recobrar la  fuerza necesaria o tener completa capacidad para conseguir por sí mismo lo que necesita.

Convertido en un cuerpo sin vida, en un ente que no puede ni ponerse de pie solo, Drácula depende de su asistente para conseguir alimento y sobrevivir, excepto que Renfield ya está cansado de matar y de seguir órdenes, al grado que esto le ha llevado a preguntarse por qué seguir en un dinámica en la que alguien (él) da más de lo que debería.

El trazo narrativo de la cinta aprovecha la comedia de terror para cubrir el género de vampiros con suficiente pericia, exagerando el enfoque en pantalla para ser tan fantasiosa como irreverente, pero luego propone, en forma de analogía, una idea que sirve para reflexionar desde un punto de humor irónico y sarcástico, sobre cómo es que la relación entre los protagonistas es similar a las relaciones de codependencia en las dinámicas laborales de explotación propias de nuestra sociedad contemporánea.

En la historia Renfield reniega de Drácula, de su ‘amo’ o ‘jefe’, pero no hace nada más que quejarse creyendo que sólo así puede sobrevivir, acatando pero inconforme, siempre en silencio ante la opresión. La analogía es clara y explícita, especialmente una vez que Renfield acude a un grupo de autoayuda para personas que no saben cómo escapar de relaciones dañinas y dinámicas tóxicas.

Técnicamente Renfield no es un vampiro sino un ‘familiar’, es decir, un ser inmortal que debe beber sangre para sobrevivir pero que no puede desprenderse de su creador, en este caso Drácula. Así que Renfield escucha los testimonios de otras personas, gente común inmersa en relaciones interpersonales donde la otra parte tiene el control y eso les impide darse el valor de tomar sus propias decisiones, porque creen que son incapaces de hacerlo.

La relación entre Renfield y Drácula es exactamente así; uno manda y el otro acata y por más que el asistente quiera huir de la dinámica, hay algo que lo ata a ella, o más bien algo que hace que elija mantenerse atado a ella. Tal  y como en la sociedad actual la mercadotecnia en los medios masivos de comunicación inducen comportamientos en las personas que reproducen la ideología y las prácticas culturales de la clase dominante. Se aceptan pasivamente formas de conducta, costumbres y  valores por el simple hecho de que los practica la mayoría o porque las redes sociales los “normalizan”.

Es hasta que Renfield se da cuenta de que, sin él, Drácula simplemente no podría alimentarse y por tanto moriría, que el asistente reflexiona que la única persona que realmente puede tener control del resultado de los hechos y el orden de la dinámica es él; esto significa que la explotación seguirá hasta que él acepte que siga.

Si bien Renfield aparentemente no puede avanzar con su vida mientras Drácula exista, el vampiro tampoco puede sobrevivir solo. La pregunta es, ¿pueden sobrevivir separados o se han convencido de que es imposible, porque se ha arraigado tanto en su mente, que ya no conocen otra cosa, otra relación, dinámica o salida? El punto clave de la relación de codependencia es que es mutua, transita en ambas direcciones, de ahí su toxicidad, no es sólo control de uno hacia otro, es incapacidad de avanzar sin el otro, en cualquier sentido o dirección.

La analogía de la cinta no intenta ser sutil, es muy explícita y directa, pero funciona y lo hace porque se toma con humor un escenario muy real sobre control y sumisión. Renfield escucha a las personas de su grupo de ayuda quejarse de ese ser que dicta y manda en su vida como si nada, como si se tratara de un esclavo obedeciendo órdenes y no de un humano eligiendo sus propias acciones; bueno, pues para Renfield es exactamente así, se ha vuelto un esclavo que no se atreve a romper el ciclo.

La actitud de Drácula es abusiva porque esa es su filosofía por sobre todas las cosas, el ‘yo’ primero y único, el ‘yo disfruto, tú trabajas’. Renfield está harto de los abusos, pero no hace nada, porque no sabe qué pasará si lo hace, incluso ni siquiera está consciente de que puede hacerlo si desea, porque esa sería su decisión.

En la película, las cosas cambian para Renfield cuando conoce a Rebecca, una policía que no está dispuesta a quedarse callada o ser pisoteada. A pesar de la corrupción e indiferencia de las personas en el departamento policiaco donde labora, a pesar de la insistencia de sus compañeros y jefe de dejarse llevar por la inercia y la ley del menor esfuerzo porque es más fácil vivir a la deriva y sin cumplir con su responsabilidad de mantener el orden, Rebecca hace siempre lo que cree correcto, desafía la orden que no considera se alinea con sus principios y cuestiona a la autoridad sin importar si está arriba de ella.

Para Renfield esta idea, esta actitud, es ejemplar, ya que le deja ver que no siempre se tiene que acatar todo sin cuestionar, que no siempre se tiene que callar si no se está de acuerdo y que la persona al mando no lo sabe todo; por tanto, no tiene por qué tener todo el control porque en ocasiones toma decisiones erróneas.

La idea de autonomía y libertad se vuelve revolucionaria. Renfield se la pasaba ‘ayudando’ a personas a romper el ciclo sacando a la gente tóxica de la vida de sus compañeros en el grupo de ayuda, matando a los controladores de quienes los miembros se quejan, para con ellos alimentar a Drácula; pero ahora ve una nueva perspectiva, la posibilidad de sacar a la persona tóxica de su propia vida, lo que le permitiría de nuevo la libertad.

Ahí radica lo ingenioso del concepto de la cinta, ese ‘vampiro que te chupa la vida’, analogía para hablar de una persona dañina, que aquí es literalmente un vampiro que también, literal y metafóricamente, hace justo eso, drenar a otros, o aprovecharse de otros, para, además en forma adicional salvar la vida de aquellos a quienes las personas toxicas les “chupaban la vida”.

Se trata de una película de vampiros que se divierte con su premisa a partir de tomar el relato sobrenatural clásico de la literatura y aprovechar su analogía de forma quizá sencilla pero funcional. Relaciones codependientes, independencia con autonomía, libertad y control, ejemplificada por la dinámica más disfuncional de las historias de ficción que se han visto en los últimos años, el egocéntrico Conde Drácula y su esclavo, quien es nombrado ante el público como ‘asistente’, bajo el fin de esconder la realidad de explotación y control que vive tras bambalinas.

Y así como Renfield hay personas que no se dan cuenta que viven situaciones similares, o que se dan cuenta pero no saben cómo salir del ciclo, que es, en efecto, el punto de partida donde se encuentra el personaje principal de la película al inicio de la historia: acatando órdenes bajo el supuesto erróneo de que eso es lo que ‘debe de hacer’.  Personas sin autonomía que ya no saben qué hacer si la tuvieran; por eso no hacen nada al respecto, por el temor a no encontrar su propio propósito fuera de las cuatro paredes o la cárcel simbólica en la que viven.

La codependencia implica una relación afectiva obsesiva, así que no sólo sucede en dinámicas de pareja, también de otro tipo, familiares, laborales, amistosas; no es afecto sino más bien un vacío emocional. Drácula aquí funge como el jefe tóxico que se aprovecha del subordinado manipulable que hará todo por hacer las cosas bien, quedar bien, cumplir y recibir su remuneración, hasta perder de vista la línea entre desempeñar sus funciones con eficiencia y ser explotado porque se le exige dar todavía más.

Servir y sólo servir eventualmente agota toda la energía de Renfield, hasta ver que hay tanta infelicidad que no puede conformarse con pedir un cambio, sino que tiene que hacerlo él, dándole un alto al ciclo. Renfield cree ciegamente en las promesas de Drácula que, eventualmente entiende, están vacías. Esa es la realidad, la remuneración, paga o beneficio a veces son sólo promesas, no realidades.

La película funciona porque esta dinámica refleja escenarios que son la vida diaria de muchas personas que están atrapadas en esa misma situación, en donde todo es exigencia, rendimiento al límite, máxima eficiencia y, por el contrario, no hay correspondencia, nada es flexibilidad, no se da remuneración suficiente ni reconocimiento al trabajo desempeñado. El subordinado debe estar disponible todo el tiempo y para todo el mundo, donde no se pueden poner límites claros porque todo está diseñado para ser invasivo. El humano convertido en sirviente del mundo mismo, haciendo todo con tal de sobrevivir. Falta ver, fuera de pantalla, si los Renfield del mundo son capaces de darse cuenta que para cambiar deben tomar el asunto en sus manos.

Ficha técnica: Renfield: Asistente De Vampiro - Renfield

Fotos más vistas en 15 días

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok