Quiero tu vida

Diana Miriam Alcántara Meléndez
Diana Miriam Alcántara Meléndez

¿Quién no ha oído a alguien quejarse por cómo le va en la vida? ¿Cuántas personas afirman no tener la vida que se merecen? Es común que la gente resienta ciertas circunstancias en que se desenvuelve su cotidiana existencia, pero no parece correcto responsabilizar a otros de la forma en que se vive, porque esto se elige; sin embargo, la queja es más frecuente de lo que se pudiera imaginar, pues es más fácil asumir que se es un perdedor, fracasado o producto de la mala fortuna sumido en la rutinaria vida que no satisface, culpando a alguien (amigos, padres, hermanos, gobiernos, superiores en el trabajo, incluso dios) que reconocer que son las decisiones personales, el carácter, la personalidad, el esfuerzo y la disciplina lo que puede darle sentido y goces a la vida. 

Si no se valora lo que se tiene y no se sabe por qué vale la pena vivir, nunca habrá la posibilidad de disfrutar la vida propia, de aprovechar las circunstancias y por inercia se intentará encontrar ‘culpables’. Sin sacrificios y sin esfuerzo no hay lecciones de vida, así que lo que se da por sentado, sólo se aprecia cuando se pierde, que es justo por donde va la reflexión de la cinta Quiero tu vida (México, 2023), escrita por Jorge García Castro y José Tamez, dirigida por Jorge Colón y protagonizada por Erick Elias, Zuria Vega, Bárbara de Regil, Jesús Zavala y Natalia Téllez.

Si bien construida bajo un molde narrativo convencional y ya antes explorado en otras cintas similares, la historia se apoya en la idea del ‘qué pasaría si’; en este caso, para sustentar la tesis de que a veces eso que se cree que se quiere para ser feliz (exitosos, completos, realizados, satisfechos, etcétera) no es realmente lo que puede hacer feliz a alguien, o a cualquiera, en esencia porque ese hubiera no existe; está el presente y se vive en el ahora, no en un supuesto imaginario. Vivir tus sueños no debe significar vivir en tus sueños, sino trabajar para alcanzar aquello que en “tus sueños” imaginas te hará sentir satisfecho, realizado como persona.

Aquí Nico es un futbolista y joven promesa que aspira a la fama y a la fortuna gracias a un talento deportivo que cree puede ponerlo en la cima de su profesión; entonces sufre un accidente y queda lesionado de por vida. Su rendimiento ya no será el mismo y esto termina con su carrera como atleta lo que a su vez lo lleva por un camino de vida que no tenía planeado. Se casa con su novia Sara, se convierte en vendedor de autos, tiene un hijo al que no le interesa para nada el fútbol y de paso vive aferrado al pasado y a esa vida que quiso y anheló tener, pero que ya está muy lejos de su realidad presente.

Harto de no poder pasar página y celoso de la gente que sí está persiguiendo sus metas y cumpliendo sus sueños, el problema que agobia a Nico es que vive ‘deseando’ en lugar de ‘haciendo’, además de que está completamente estancado en un punto de su vida que ya hace mucho quedó atrás. Nico nunca va a poder regresar a la cancha de juego, pero vive deseando que sí, en lugar de aceptar y apreciar lo que tiene frente a sus ojos, como sus amigos, su esposa, su hijo o su potencial ya no como jugador sino como algo y alguien más. Se puede vivir en torno al deporte sin necesariamente estar en la cancha. En la vida real ejemplos abundan.

Renegando de su vida, en algún momento desea tener eso que siempre soñó, y se le concede, de forma tal que un buen día Nico despierta en una realidad alterna, una en la que nunca se lesionó, continua con su carrera como futbolista, está convertido en estrella deportiva en el equipo de su preferencia y está casado con una influencer que sirve a la vez para proyectar la imagen de éxito de ambos en las redes sociales. El único pero, quizá, es que ella en realidad está más interesada en la imagen pública que pueda explotar a partir de la relación, que en la relación misma.

De entrada para Nico la perspectiva es la gloria, porque cree que este es el final feliz que ‘se merece’ y que el mundo al fin le da lo que siempre quiso. Pero todo ese idílico no puede ser tan perfecto, en esencia porque cuando algo parece demasiado perfecto, usualmente no lo es. Con el tiempo queda claro que si algo está ganando (fama, dinero, presencia mediática y popularidad), algo está también perdiendo (calma, afecto, honestidad, amigos y familia).

Nico se da cuenta entonces que quizá ahora tiene los aplausos que vienen con el éxito deportivo, el reconocimiento a sus habilidades o el abundante dinero, sin embargo, no tiene con quien compartirlo; se encuentra solo en medio de aduladores, seguidores, compañeros que lo envidian, una esposa a quien no ama y medios de comunicación que asfixian su privacidad.  En consecuencia su mundo y su persona terminan definiéndose por ese odio que le corroe, el que dirige hacia ese futbolista que en su mundo ‘real’ él acusa como el responsable de la lesión que terminó con su carrera. Sus emociones son dominadas por el rencor, por el odio, incapaz de valorar lo que tiene. 

Sara, una vez que Nico se la encuentra en esta ‘realidad alterna’, le dice que tiene que aprender a perdonar y dejar ir. Si sigue viviendo en función de lo que dice y hace, o no hace, el otro futbolista, es él y no Nico quien tiene control sobre su vida. Lo mejor que puede hacer es perdonar, para entonces comenzar a apreciar lo que tiene, en lugar estancarse en lo que no. 

Sin advertirlo Sara le da a Nico la clave para ser feliz; porque él ahora tiene todo lo que siempre soñó, pero eso significa que buscando cumplir un ‘deseo’, evitó que se tomara el tiempo para entender que ya tenía todo para ser feliz, pero no es en este mundo en el que la gente le sigue, le pide autógrafos y lo idolatra, sino en su propia realidad. Ahora parece entender que la felicidad adquiere diferentes formas, que hay dicha en su vida, la real, en donde ha formado familia, que es una felicidad diferente, pero una que se acopla según quién es Nico ahora, no al Nico de ocho años atrás que vivía emocionado y motivado por ser famoso y adinerado, reconocido y venerado. 

De qué le sirve a Nico tanta fama, si no tiene con quien compartirla honestamente, dado que, se entera más tarde, su esposa en este mundo de éxito y popularidad, Sofi, lo engaña con su propio mánager; además de que la gente, precisamente porque es famoso, muchas veces lo trata sin pretender lograr lo mínimo de una verdadera conexión, porque al estar en un pedestal lo ven como un ser lejano, un objeto al cual admirar o del cual obtener beneficio; nunca como a una persona digna de afecto y respeto. Por eso no está seguro de si la gente se le acerca por empatía o por interés, construyendo así un muro que le impide conexión emocional.

De alguna forma Nico deseó un mundo en el que creía que su vida sería perfecta, sin valorar que eso significaría perder todo lo que ya tenía y que también  le aportaba algo importante a su persona, como amigo, esposo y hasta padre. Aprender a reconocer y valorar lo que se tiene es factor elemental para empezar a disfrutar la vida.

Como futbolista famoso su vida se ha vuelto banal, porque no hay más que relaciones superficiales. No es que la fama tenga que verse forzosamente como sinónimo de frivolidad, sino que en el caso de Nico, esto se ha convertido en una etiqueta que lo ha reducido al cliché convencional. ¿Quién es Nico más allá de ser el ‘jugador estrella en la cancha’? Ese es su principal problema, no importa en qué realidad de vida esté, en la que es un jugador exitoso o en la que su carrera deportiva terminó apenas comenzaba; al final, el punto es que Nico no ha sabido definirse a sí mismo, porque vive estancando en una idea, en un concepto, en esa fijación de ‘estrella famosa’ y el anhelo de ese utópico que piensa es la vida perfecta. Pero en los hechos se puede ser feliz, sobresalir en lo que se hace, ser admirado, respetado, digno de confianza, o ser todo lo contrario, estés o no en la cancha como jugador estrella, o como simplemente un jugador más. Lo que lo define es el conjunto de su personalidad, no únicamente si es ‘el mejor’, el más hábil con el balón en sus pies. 

Cuando llega a este mundo alterno, se da cuenta que pese a los lujos y los manjares, desear que las cosas sean diferentes no es precisamente la respuesta e idealizar algo nunca va a dar resultados, porque las expectativas siempre van a ser más grandes que la realidad misma. Mientras Nico siga afianzado a una idea de lo que pudo ser, creyendo que con suerte llegará, entonces no va a poder tomar acción para encontrar su propia definición, su identidad y no alcanzará para realizarse como persona.

El eterno ‘si hubiera’, el eterno anhelo que distrae a la mente del presente, porque sueña demasiado en lugar de animarse a tomar acción; el problema no es en sí mismo soñar, sino sólo soñar, sin hacer nada por hacerlo realidad. La gran lección de la película es que las circunstancias influyen en las decisiones, en la vida, y que el azar existe y puede cambiar la existencia, pero que en cualquier caso es cada quien el responsable del rumbo que por el que se transita. El protagonista de esta película desea eso que no tiene, en lugar de apreciar lo que ya hay o forma parte de su vida; un mal que incluso sin magia, deseos o suerte, se hace presente en tantos escenarios del contexto actual.

Ficha técnica: Quiero tu vida

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