Las brujas

Diana Miriam Alcántara Meléndez
Diana Miriam Alcántara Meléndez

Los géneros narrativos cinematográficos y literarios sobre los que se construye y sostiene un relato no sólo están para marcar el ritmo y atmósfera o ambiente de la historia, o la forma artística como se presenta, sino también son un vehículo de apoyo para abordar lecciones, reflexiones, mensajes y contenido, de modo que cada elemento nutre también las ideas a desarrollar.

El género fantástico o de fantasía se caracteriza por romper con la realidad de una forma ingeniosa, a través de elementos irreales o mágicos, como lo son las brujas, los gnomos, los hechizos, los monstruos y todo elemento imaginario o sobrenatural que sirva como sostén para su argumento. Esto es particularmente útil y práctico como herramienta dramática para los relatos infantiles, ya que el género fantástico, si bien corta con la realidad cotidiana, eso no significa que no ahonde, a veces a través de la analogía, otras veces por medio de referencias simbólicas, el mundo actual, las dinámicas de las relaciones humanas y las preocupaciones y problemas de las personas.

En el mundo del cine varias historias infantiles se construyen apoyándose en el género de la fantasía para dos fines principales: uno es aterrizar ciertas lecciones importantes de vida a través de un lenguaje digerible, accesible y con una narrativa vistosa que resulte amena; la segunda, consiste en un relato vistoso que precisamente llame la atención a las mentes más activas, las de los niños, porque ellos imaginan, crean, exploran e idean, así que son más receptivos a relatos que jueguen con esa magia que incentiva sus sentidos.

La película de Las Brujas (Reino Unido-Estados Unidos, 1990) es un gran ejemplo de cómo sucede esto de construir narrativas que resuenan, a partir de elementos de fantasía para apoyar su discurso. Protagonizada por Anjelica Huston, Mai Zetterling, Jasen Fisher, Rowan Atkinson, Jane Horrocks y Charlie Potter, la cinta está dirigida por Nicolas Roeg y escrita por Allan Scott, a partir de la novela literaria infantil homónima de Roald Dahl.

El relato sigue la historia de Luke, un niño huérfano tras la muerte en un accidente de sus padres, quien viaja con su abuela a un hotel en la costa en Inglaterra, donde se topan con un grupo de brujas que planean convertir a todos los niños en ratas, por la mera aversión que sienten hacia ellos. Helga, la abuela de Luke, ya le había advertido sobre la existencia de las brujas y los peligros que representan, ya que con tácticas de engaño atraen a los inocentes niños para luego deshacerse de ellos, lo que no quiere decir forzosamente matarlos, sino más bien usar su magia para hechizarlos y hacer que nunca nadie los encuentre o los vuelva a ver.

Se trata pues de un relato precautorio, porque lo que Helga le dice a Luke es que no confíe en los extraños, que no hable con gente que no conoce, ya que no sabe cuáles pueden ser sus intenciones. Esto es algo importante que se debe enseñar a los niños en el mundo real; salvaguardar su integridad, su bienestar, teniendo presente que personas que no conocen, no son dignas de confianza, precisamente porque sus intenciones, valores, opiniones y personalidad, les son también desconocidas y muy posiblemente ajenas o contrarias a los de cada uno.

Cuando las brujas en la película trazan su plan para convertir a los niños en ratones, se proponen colocar la pócima mágica para lograrlo en dulces de confitería, sabiendo que las golosinas y el azúcar son el tipo de alimento al que los niños se sentirían atraídos y es a través de este medio que podrían engañarlos sin que nadie se dé cuenta.

Este es otro dicho común, o regla, que se les repite a los niños, ‘no aceptes dulces de extraños’, porque en efecto esa es la estrategia de engaño de la que se sirven las personas malintencionadas: a los niños les gusta el azúcar, así que se aprovechan de ello y colocan substancias de naturaleza dañina en las golosinas para dárselas a los niños, quienes no sospechan de nada, no sólo por su inocencia, sino porque el dulce en sí es tan llamativo que lo demás pasa a segundo o tercer plano.

Aquí se presenta una de las fortalezas del relato y de los cuentos de fantasía como este, ejemplificar lecciones de vida por medio de narrativas que resulten poco invasivas o violentas para las mentes infantiles, pero que aterricen bien la lección y normas que es importante aprender. No es de lo único que habla la película, pues también abarca temas como el honor, la solidaridad, la maldad y la bondad humana, así como la ética que motiva a las personas para hacer lo correcto. 

Es un relato de terror pero que no pretende ‘sólo asustar’, sino a través del entretenimiento vistoso, un poco aterrador, pero por eso llamativo para las mentes jóvenes, deja plasmadas sus reflexiones. La idea no es hacer que los niños teman a lo desconocido o a los peligros del mundo, sino que se den cuenta que ante la injusticia o frente a gente que quiere aprovecharse de su posición de poder, lo que se tiene que hacer es alzar la voz y combatir sin miedo todo lo corrupto e incorrecto del mundo. 

Luke no se achica moralmente ante la realidad de haber caído presa de las brujas, sino que aprovecha las nuevas circunstancias, se adapta a su realidad, en este caso haber sido convertido en ratón, para sacar algo a favor.

Le insiste a su abuela que tienen que frenar y combatir a las brujas, porque de lo contrario su plan se pondrá en marcha y eso pone a todos los niños de Inglaterra en peligro. Su decisión es hacer algo al respecto, frenarlas y truncar sus planes, porque ya no es algo que sólo le afecte a él. Entonces la lección es levantar la frente y alzar la voz en la adversidad y aprender a convertir las aparentes debilidades en fortalezas.

Son lecciones valiosas que se adhieren mejor toda vez que son contadas desde un relato con humor, magia y fantasía. Igualmente reflexiona que, en el fondo, hasta el ser más pequeño, como un ratón, o un niño si hablamos del mundo real, puede hacer la diferencia, no importa contra quién se enfrente.

Como en toda lucha ante las injusticias, habrá amigos y aliados, también personas que no lo entiendan o no lo quieran dimensionar, aquellos que no quieran tomar partido porque la indiferencia, arrogancia o individualismo es más grande; y aquellos que por miedo a enfrentar la realidad la nieguen y eviten lo más posible.

El plan de las brujas además tiene que ser astuto si quieren que funcione. La idea de convertir a los niños en ratones es para evitar tener que matarlos; alguien sugiere envenenarlos y la Gran Bruja que lidera a estas mujeres dice que esa sería una barbaridad, porque dejaría evidencia, los cuerpos, que apuntaría a un culpable y, por ende, traería consecuencias negativas para ellas.

Un mejor camino para evitar ponerse en la mira es convertir a los niños en ratones, no sólo porque los roedores causan en tantas personas aversión y/o se conviertan en una plaga a eliminar (dado que son vistos como animales sucios), sino porque la idea de un niño convertido en ratón, en un animal tan ‘diferente’, es algo que las propias personas, los adultos, no podrían aceptar.

A diferencia de Helga, que al enterarse de que Luke y su amigo Bruno han sido convertidos en ratones se muestra solidaria y empática, reaccionando con clemencia y queriendo ayudar, la otra cara de la moneda son los propios padres de Bruno, que se niegan a aceptar la verdad, más por irresponsabilidad  y el peso de las apariencias, que por otra cosa.

Los padres de Bruno son tan negligentes como desinteresados para con su hijo; la mitad del tiempo no saben dónde está o qué hace o le interesa, mientras que la otra mitad, no aceptan quién es. Si no lo aceptaban antes ¿cómo lo aceptarán ahora? Esa es la idea adyacente: ningún padre querrá un hijo ratón, pero además muchos padres, no tienen ni idea de lo que pasa con sus hijos, que sean ratones o humanos, son totalmente ajenos a ellos. Hay personas que tienen ratones como mascotas, como hay personas que tienen mascotas a las que tratan como hijos; pero, ¿cómo reaccionarían los adultos su supieran que sus hijos son ratones? Y los padres tan deslindados de sus hijos, ¿se darían cuenta siquiera?

El plan de las brujas es tan cruel como aparentemente efectivo, ¿por qué lidiar ellas con su problema, cuando pueden pasárselo a alguien más? Funciona con ratones porque son animales percibidos como sinónimo de suciedad y decadencia, pero el punto ni siquiera es que sean ratones, sino la pregunta de ¿qué harían las personas, los padres específicamente, si sus hijos fueran ‘diferentes’?

Apariencias y percepciones, juzgar desde el exterior, jugar con los cánones sociales y las reglas establecidas. Estas brujas son feas por dentro pero aparentan belleza absoluta por fuera; se disfrazan bien, relata Helga a Luke así que en la convivencia cotidiana, en su rutina mundana, parecen mujeres bellas y accesibles, ‘personas normales con empleos normales’, dice la abuela del joven protagonista, que sólo aprovechan esa careta para esconder la verdadera naturaleza de sus intenciones.

La Gran Bruja es autoritaria y controladora, odia a los niños porque sí; la película no necesita más explicación, es el tipo de persona que impone, manda y hace lo que quiere porque lo quiere. Trata mal incluso a sus propias súbditas y piensa menos de cualquiera que no sea ella misma. Esa es su motivación, superioridad y poder.

Es interesante que los niños, o cualquiera en la audiencia, puedan entender esto de una forma tan práctica como efectiva, gracias al género narrativo elegido; porque la lección es clara: las apariencias engañan. Las personas más mal intencionadas usualmente buscan esconderse tras una careta exagerada de lo opuesto a quienes son. Las brujas no sólo van a aparentar una vida normal, sino que su disfraz parecerá el de alguien excepcional en todo sentido: porte, glamour, fama, clase y elegancia, porque ganándose el respeto y reconocimiento de los demás, es más fácil no develar su verdadera naturaleza.

Se reúnen en ese hotel de Inglaterra bajo el pretexto de una convención anual a favor de los niños. Que su reunión sea para planear cómo deshacerse de ellos, usando una fachada de ‘convención contra la violencia infantil’, no sólo es un elemento que ejemplifica el humor divertido del relato, sino que resulta cómico porque hace hincapié en cómo es que sucede este engaño, a simple vista, sin que nadie sospeche nada.

“Nunca puedes estar seguro, si estás mirando a una bruja o simplemente a una dama amable”, dice Helga. Y ese es el punto de todo, los espejismos; si hay algo que parece demasiado perfecto, probablemente es porque no lo es. Si alguien te ofrece justo lo que quieres, seguramente hay un precio escondido a pagar, que no se hace particularmente explícito.

La moraleja es lo que el relato deja en el espectador. La idea es que el mensaje que no es directo sino envuelto en una analogía y simbolismo, sea más fácil de identificar; la lección se deduce, no se impone y eso, en cualquier historia, pero sobre todo las orientadas a un público infantil, es mucho más positivo para que se entienda, asimile y absorba.

Ficha técnica: Las brujas - The Witches

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