El Estrangulador de Boston

Diana Miriam Alcántara Meléndez
Diana Miriam Alcántara Meléndez

Periodismo de investigación es cuando un periodista o reportero se sumerge en la búsqueda de información que ahonde en un tema para analizar objetivamente todas sus ramificaciones. Se elige un tópico, se recaban datos, se trabaja en una documentación profunda y se cotejan datos para que haya un respaldo que otorgue credibilidad a la historia. La intención es adentrarse en cuestiones actuales de asuntos políticos y sociales desde un punto de vista crítico y analítico.

Esta es la labor que realizaron Loretta McLaughlin y Jean Cole para el periódico Boston Record American, a partir de  1962, al cubrir una serie de asesinatos ocurridos por estrangulación en el área de Boston, Estados Unidos, por una persona que en realidad nunca fue fehacientemente identificada.

El ‘estrangulador de Boston’ se refiere a un asesino serial real al que se le adjudican 13 crímenes, si bien los casos siguen técnicamente sin resolverse dado que, a pesar de que un hombre, Albert DeSalvo, confesara haber sido el responsable, siempre hubo contradicciones con la evidencia y dudas sobre la verdadera autoría de los asesinatos, pues sólo se le pudo ligar concretamente a una de las muertas. Además, en algún momento renegó de su confesión.

La película El Estrangulador de Boston (EUA, 2023) habla de la investigación periodística de McLaughlin y Cole, que comenzó a partir de la iniciativa de la primera por ahondar en los asesinatos que ocurrían en la zona metropolitana y a los que nadie prestaba mucha atención, por considerarlos comunes, ‘normales’ incluso. Escrita y dirigida por Matt Ruskin y protagonizada por Keira Knightley, Carrie Coon, Alessandro Nivola y Chris Cooper, lo realmente interesante de la cinta no es cómo aborda los hechos reales desde el punto de vista policiaco, sino cómo lo hace desde la perspectiva periodística.

En la historia Loretta es quien se da cuenta que hay un patrón que se ha dado por sentado y que la serie de asesinatos recientes en algunas zonas de Boston tienen en algo en común, lo que sugeriría a un criminal serial, algo que hasta entonces la policía no había considerado. Ni las autoridades ni los compañeros del periódico en donde trabaja Loretta, que estaban cubriendo la sección policiaca, habían puesto atención en estos detalles, porque habían tomado la nota roja, la nota de violencia, como algo cotidiano, casi rutinario.

Es el ojo analítico de Loretta el que cuestiona la realidad y analiza los hechos, atrayendo así la atención hacia algo socialmente relevante: la posibilidad de un asesino serial, el hecho de que las víctimas sean mujeres (hoy se definirían como feminicidio) y sus ramificaciones en la estructura de poder político, dado que las autoridades no le dan importancia al caso. Una información significativa para la población femenina, ya que ellas son las víctimas, y la incompetencia del gobierno por resolver un caso que pone en peligro a un sector amplio de la población. Incluso en una escena se responsabiliza a las mujeres de su seguridad, al señalar el vocero de gobierno que no deben salir de noche ni abrir a extraños que lleguen a sus casas.

El suceso es importante y la noticia es relevante, sin embargo, Loretta se topa con varios obstáculos que la limitan y atropellan la verdad, incluyendo el trato y manejo de la información de su propio lugar de trabajo, que luego se usa como emblema mercadotécnico: la situación de género.

Nadie prestaba inicialmente mucha atención a Loretta, sus ideas y su análisis, por el hecho de ser una mujer. Ella tiene que hacer trabajo ‘extra’ para hacer que su voz sea escuchada e investiga ‘en su tiempo libre’ y por ‘cuenta propia’ las cosas, a fin de perseguir la verdad de la noticia, a contracorriente de los límites y estereotipos de su profesión, enmarcados además por la discriminación de género, tan presente en aquel entonces, la década de 1960.

Cuando la historia llama la atención y la gente comienza a notar que sus palabras tienen un sustento con mucha verdad, tanto la policía toma cartas en el asunto como su periódico; y entonces el dueño específicamente decide darle a la noticia seguimiento y prioridad, pero desde un ángulo ‘vendible’. 

Sólo cuando los hechos ya son noticia, cuando la historia ya está en boca de todos, resonó y llamó la atención, el periódico comienza a ponerle énfasis, hasta explotar la verdad, para lucrar con el sensacionalismo que sugiere un asesino serial. E igualmente, sólo entonces la gente voltea a ver la realidad, cuando ya es algo de lo que todos hablan.

Loretta es asignada a trabajar con otra reportera con más experiencia, Jean, una persona que tiene los contactos y la habilidad de palabra para dar a las ideas de la otra un enfoque más profundo, más concreto. No es que la iniciativa de Loretta sea insuficiente, es que Jean sabe bien qué perspectiva puede darle a la historia para sustentarla, dónde buscar y a quien preguntar, precisamente porque este es el tipo de investigación en la que Jean ha ganado destreza con el tiempo.

La idea de juntarlas, sin embargo, si bien fructífera desde el punto de vista profesional, obedece más bien, para los dueños del periódico, a una estrategia de imagen pública. Loretta inicialmente de hecho se niega a jugar al juego de la explotación de género, porque entiende que promocionar la historia bajo el principio de que está siendo cubierta por dos mujeres, cuando las víctimas del asesino son todas mujeres, suena más sexista que otra cosa.

Jean insiste en seguir la corriente, en hacer lo que sea necesario para que las cosas funcionen de momento, porque finamente, ante sus jefes, como empleadas de alguien que maneja los hilos y el capital, ellas no tienen ni voz ni voto y llevan las de perder, porque, o hacen lo que se les pide o son reemplazadas. 

Pero no tarda para que el plan de promocionar la historia promoviendo el morbo como motivo, se vuelva en su contra y esa atención las convierta a ellas en el centro de las miradas. Ambas se convierten en blanco de acoso porque la acción de ponerlas como foco para vender periódicos las expone a ellas mismas ante el público, por el simple hecho de ser mujeres y de ser el nombre detrás de la historia; de forma que la labor periodística llega a quedar en segundo plano, en el sentido de que ya no importa tanto la historia, sino lo que se dice en los periódicos de la historia misma.

Los hechos son trascendentes, pero la gente no comenta siempre sobre los asesinatos, sino más bien lo que se dice en el periódico de los asesinatos. ¿Cuál o quién es entonces la noticia? ¿Importa la verdad o la sensación de la verdad? ¿Son más relevantes los hechos o la opinión que se hace pública sobre los hechos mismos? Al final, cual lo demuestra la película, muchas veces el eco recae en la opinión del periodista, no en la trascendencia de la información misma, y esto puede ser tan positivo como negativo. Pesa más lo que dice el periodista que lo que dice la policía (o la fuente de información misma), al grado que colaborar se convierte en ventaja, pero también en necesidad.

Afortunadamente aquí Loretta y Jean buscan la verdad pero, ¿qué pasaría si tuvieran la misma filosofía de mercadeo que el dueño de su periódico; si se guiaran más por lo que vende que por lo que es? ¿No es esta la base del periodismo amarillista, vender, promocionar y publicitarse, no importa qué, cómo o a partir de qué?

En muchas ocasiones el medio, el periódico en este caso, es el que fomenta el morbo mismo. El medio de comunicación debe informar, pero también debe indagar. En ese punto medio quizá para algunos se va perdiendo la objetividad con la practicidad; entre informar o ser un espectáculo más. Es aquí donde Loretta y Jean miran las cosas de diferente manera y ambas tienen razón, a su forma de verlo.

Una vez que la policía da con un sospechoso que confiesa los crímenes, Jean decide dejar la historia por terminada e insiste que su labor es reportar hechos, no crear la nota en sí. Pero Loretta difiere y es que a su entendimiento, como periodismo de investigación, su motor no es limitarse a pasar información, sino recabar, analizar, interpretar y presentar al lector algo que no siempre está en el plano evidente de la noticia. Se trata de mostrar con objetividad los hechos confirmados, las suposiciones, los trámites legales y los vacíos o huecos en la información misma.

Ambos puntos de vista tienen sus pros y sus contras. La verdad en lo que dice Jean recae en que si continúan dando una opinión, moldean lo que la gente piensa y así crean mitos; que es de alguna forma lo que sucede aquí, la gente exige una verdad pero no una justicia como tal, sino la sensación de que hay un cierre de ciclos; así que ansían señalar y concretar a un culpable no porque busquen justicia, sino porque necesitan cubrir esa idea de cerrar la narrativa, es decir, la historia que leían día a día en el periódico. En esto confluye el interés de la autoridad pública, porque desean “cerrar el caso” y dar la apariencia de resolución  justa a un hecho delictivo.

Desde la otra perspectiva, Loretta también acierta de forma correcta cuando dice que el periodista que sólo pasa la información, el medio que sólo repite lo que la autoridad o personalidad pública comunica, no hace más que la labor de mensajero y ese no es un principio periodístico para nada. Loretta mira más allá, busca motivos, cruza información, analiza eso que recopila y esa es una aportación muy valiosa, porque no se queda con la superficialidad de los datos, sino que los sopesa, los valora, les otorga significado.

El contexto juega un papel importante, la realidad del mundo, la educación de la sociedad incluso. Loretta eventualmente descubre, por ejemplo, según la narrativa de la película, que Albert DeSalvo, el sujeto que asegura haber cometido todos los asesinatos, en realidad supo qué decir en su confesión, para sonar convincente, repitiendo lo que había leído en los periódicos sobre el caso y que, además, contó con la ayuda de otros reclusos y de su abogado para preparar su confesión.

La información que comparte un periódico puede ser muy detallada porque la gente está hambrienta de toda minucia, a veces más por curiosidad, morbo y amarillismo que por mantenerse informado, de forma que las notas periodísticas son más historias que información, más opinión que datos, promoviendo más ideas y ejemplos para luego repetirse, que contenido explicativo e informador, o en sí mismo periodístico.

¿Hubiera habido una historia que contar de no ser por la iniciativa de Loretta por indagar y encontrar información relevante que la policía había ignorado? ¿Hubiera habido interés, eco, relevancia y hasta justicia alrededor de lo que sucedía, de no ser por ella? Loretta inicialmente le da importancia a las cosas porque sabe lo que está en juego: la inseguridad callada de la que las mujeres en la zona de Massachusetts no se enteran pero deberían y la inhabilidad de las autoridades por protegerlas y llevar a un asesino ante la justicia.

Su objetivo como periodista es concreto y loable, se trata de una verdad relevante para la sociedad, para las mujeres especialmente, porque necesitan saber lo que está sucediendo y entender al menos por este medio la dimensión de las cosas, porque no hay otra forma de estar al tanto o sopesarlo, porque las autoridades no parecen estar tomándolo con total seriedad.

¿Cuántos asesinos seriales o hechos relevantes habrían pasado desapercibidos de no haber sido por la labor periodística de profesionales que se guiaron por ese instinto de verdad? ¿Cuántas verdades no quedarían enterradas u olvidadas, de no ser por periodistas que le recuerdan al mundo que hay que hablar de ellas, abordándolas en y con su trabajo periodístico?

La conexión de esta serie de crímenes, específicamente hablando del ‘estrangulador de Boston’, existió y resonó por la labor que hicieron Loretta y Jean; y entonces tuvieron que enfrentarse al mundo, a la discriminación, al poder, al estereotipo, al peligro y a la verdad, con todas sus consecuencias, personales, profesionales, laborales y hasta afectivas.

Su ojo crítico ayudó a poner las cosas en perspectiva y, aunque esos casos en la vida real nunca quedaron del todo esclarecidos, en la película al menos sí se establece una explicación lógica que señala responsables. Lo importante o más relevante es notar que la única forma de llegar a las respuestas es haciendo las preguntas, sean aquellas que nadie quiere hacer, o que otros temen hacer, o que la gente no siempre se cuestiona, porque no son evidentes; preguntas que, por función, definición y motivación, el periodista simplemente, asertiva y acertadamente ‘debe’ hacerse, porque ellas son finalmente las bases de su profesión. 

Ficha técnica: El Estrangulador de Boston - Boston Strangler

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