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Navidad para convivir y aprender

Diana Miriam Alcántara Meléndez
Diana Miriam Alcántara Meléndez

Navidad es un momento de alegría, festejo y cambio, porque es mucho más que sólo una festividad anual con sus orígenes en la religión cristiana. Sí, la navidad marca el nacimiento de Jesucristo y por eso es particularmente importante, en especial para los católicos, pero la época decembrina habla también ciclos que tienen que ver con la historia, la sociedad, las costumbres y el legado cultural que para muchas personas significa el cierre de un año para dar pie al inicio de otro, y con ello, reconstrucción, balance de actividades y metas, definición de nuevos proyectos, formulación de deseos, objetivos y tareas; en breve, imaginar un nuevo sentido a la propia vida.

La palabra navidad viene del latín ‘nativitas’, que significa nacimiento; en la tradición religiosa está asociada con la llegada de Jesús, el hijo de Dios; en otros contextos sociales se vincula a Santa Claus, quien, se supone, ofrece obsequios a los niños en la madrugada del 25 de diciembre; en algunos países es más importante la cena de Nochebuena, quizá porque esta asociada con la convivencia familiar, el intercambio de regalos y comida tradicional de cada región. En cualquier caso, más allá de las connotaciones religiosas, costumbristas, incluso comerciales, la navidad es un momento simbólico de reflexión, renovación, crecimiento y buenos augurios. 

Nacer y renacer, con todo lo que ello implica y viene asociado, entendiendo como un nuevo comienzo o una reinvención. Ideas que pueden aplicarse a muchas cosas en la vida y a la vida misma, y que la cinematografía ha retomado en varias formas narrativas.  Por ser un componente ineludible en las sociedades contemporáneas, el cine recurre frecuentemente al tema para abordar comedia, drama, suspenso, o casi cualquier otro género. Son múltiples las narrativas y a manera de ejemplo, estas son tres películas recientes que se ambientan en la época de navidad para dar énfasis y festividad a sus relatos.

Spirited

Reinventando o reimaginando el clásico ‘Una cuento de Navidad’ de Charles Dickens, la historia original trata de un hombre egoísta y mal encarado, Ebenezer Scrooge, que debe aprender de valores como bondad, solidaridad, amabilidad y generosidad, por lo que, durante la Nochebuena, es visitado por tres espíritus: Pasado, Presente y Futuro, a fin de que estas visiones le demuestren cómo sus decisiones de vida afectan a otros, definen la persona que es y cambian el rumbo de su vida.

Se han hecho varias adaptaciones del cuento, algunas más fieles a la ambientación de época como la original y otras más modernas, como es el caso en Spirited: El espíritu de las fiestas (EUA, 2022), una versión musical contemporánea moderna escrita por John Morris y Sean Anders, éste último quien también dirige, y protagonizada por Will Ferrell, Ryan Reynolds, Octavia Spencer, Sunita Mani, Patrick Page, Marlow Barkley y Tracy Morgan. En esta versión Clint Briggs es un consultor de imagen sin escrúpulos que, por eso mismo, por su gran poder de influencia y convencimiento que mueve masas, que incide en la conducta y anhelos de muchísimas personas, se convierte en el candidato perfecto que Presente propone para que sea la siguiente persona a quien los fantasmas de las navidades pasadas, presentes y futuras visiten durante la víspera de Navidad, para redimirlo, convertirlo en una mejor persona y, así, ello impacte con fuerza en el cambio social, destinado a mejorar el curso de la humanidad.

El problema es que Briggs vive bajo una filosofía en que está convencido de que las personas no cambian, que se debe vivir en el individualismo y la auto-preservación para sobrevivir, que lo correcto es pensar sólo en uno mismo, viendo con indiferencia a los demás, porque el que no es egoísta, es pisoteado, aplastado por otros;  y la empatía es para él sinónimo de debilidad. ¿Cómo redimir a alguien que es irredimible? Es posible, tal vez, si el egoísta incorregible confronta al espíritu de las navidades presentes para que también se revalore y en común encuentren aprendizaje mutuo; aunque al final la decisión siempre será personal.

La historia habla de las segundas oportunidades, el sacrificio, los valores humanos y la redención misma, pero trazada no en las expectativas, en esa bondad abnegada, sino en la amistad, el respeto, la realización y la importancia de priorizarse, sí, pero sin pisotear a los demás u olvidando la bondad, amistad, fraternidad, ética y humanidad. Al contrario, con amor, ética, generosidad, se puede convivir mejor. La vida del egoísta es una vida en soledad, aislado y resentido con el mundo, pero las personas no cambian si se les dice qué hacer, en lugar de hacerles ver y entender qué no hacer y por qué; así, la cinta lleva a la reflexión sobre valores fraternos, colectivos, desplegando la suficiente chispa como para ser entretenida.

Falling for Christmas

Otra película amena, sencilla y distractora, es Falling for Christmas, traducida en México como Navidad de golpe (EUA, 2022); una comedia romántica navideña que habla también sobre el cambio y las segundas oportunidades, pero además explora cómo elegir activamente el rumbo de la vida en lugar de dejarla avanzar por inercia y a la deriva, dando las cosas por sentado y esperando que otros tomen las decisiones importantes de vida, para así sólo tener que reaccionar, en lugar de tomar iniciativa respecto a los acontecimientos de la propia existencia.

Escrita por Jeff Bonnett y Ron Oliver, dirigida por Janeen Damian y protagonizada por Lindsay Lohan, Chord Overstreet, George Young, Jack Wagner, Olivia Perez y Alejandra Flores, la historia se centra en Sierra, una mujer de la alta sociedad, acostumbrada a vivir consentida, mimada, protegida, y en ello, cómoda en la superficialidad de su existencia y su mundo, aletargado dentro de una burbuja que la limita, condiciona, define.

Sierra no tienes planes de vida porque no ha aprendido tampoco nada sobre cómo vivir o disfrutar aprendiendo, trabajando y creando, incapacitada para imaginar cómo sobrevivir fuera de su mundo amurallado. Anhela ser una ‘influencer’ no porque tenga habilidad de palabra o interés por compartir sus experiencias y pensamientos con el mundo, sino porque su novio Tad es así. Se adapta a lo que su pareja le exige como un medio para aislarse de su familia, No quiere tampoco aceptar el empleo que su padre le ofrece en su empresa (empleo que él se inventó para poder tener una actividad que ofrecerle para estar ocupada), porque no hay vocación en ella para una actividad laboral que desconoce por completo.

En esencia, Sierra no tiene rumbo y avanza creyendo que la comodidad de su privilegiada vida es todo lo que hay en el mundo, hasta que sufre un accidente, termina con amnesia y es acogida en una posada por el dueño de un hotel hogareño, en donde comienza a descubrir la vida, conociéndose primero a sí misma: para qué es buena, qué habilidades tiene, qué le gusta, qué le interesa, cómo viven aquellos que no tienen una solvencia económica que les permita lujos, y en donde despiertan en ella también sentimientos afectivos. En esencia, Sierra se enfrenta al despertar físico, emocional y de responsabilidad por sobrevivir.

El trazo narrativo aquí puede resultar convencional y cliché, pues finalmente se construye bajo un predecible relato romántico, pero plantea una mensaje claro que dice que si no sabes hacia dónde ir en la vida, no terminarás en ninguna parte. Y Sierra es así, alguien que no sabe lo que quiere, hasta que amplía su mente y descubre que su mundo es estrecho, que hay miles de aspectos que conocer y experimentar; se da cuenta entonces que la vida no es tan cuadrada, básica, banal y acartonada como la había estado viendo, encerrada en sus cuatro, metafóricas claro, paredes. El reto que enfrenta es construir afectos, relaciones, definir metas, actividades, imaginar cómo vivir para disfrutar la vida en forma constructiva, para ella y la sociedad.

Love Hard

Genérica, pero amena a ratos y hablando de temas como la soledad, el engaño y la autoaceptación (si no hay amor propio primero, ¿cómo poder amar entonces a alguien más?), ¡Qué duro es el amor! (EUA, 2021) es una película que ofrece buena ambientación de la temporada navideña pero que no pasa de ser otra cinta más de contenido romántico. Es dirigida por Hernán Jiménez, escrita por Danny Mackey y Rebecca Ewing y protagonizada por Nina Dobrev, Jimmy O. Yang y Darren Barnet.

La película cubre bajo su premisa varios temas, comenzando por la búsqueda del amor en la posmodernidad y al uso de la tecnología como mediador en las relaciones sentimentales, lo que muchas veces se convierte en un obstáculo, porque conocer a alguien con una computadora o celular de por medio, no es lo mismo que conocerlo en persona y entablar verdadera conectividad.

Las apariencias engañan, dice el dicho, y este es también el principio básico de esta comedia romántica navideña sobre una columnista de Los Ángeles que luego de escribir una y otra vez sobre sus fracasos amorosos, está decidida a encontrar el amor y con ello la felicidad. Entonces Natalie conoce al que parece ser el hombre perfecto en una aplicación de citas: es guapo, hay compatibilidad, la entiende, la escucha, concuerdan y cada que se escribe con él una sonrisa se le aparece en rostro. Impulsivamente decide visitarlo de sorpresa para navidad y descubre que la han engañado, Josh en su versión digital sí es un hombre con quien tiene mucho en común, pero la fotografía de su perfil en la aplicación, no es suya, sino de un conocido que tiene y que vive en el mismo pueblo. En breve, un problema de suplantación de identidad, tan común en estos tiempos de digitalización de la vida privada y que lleva constantemente a la comisión de delitos; aunque al parecer esto no es importante para el director y productores pues el asunto lo pasan de largo como un buen recurso argumentativo.

Pero la idea de las falsas expectativas, las poses, las caretas y la falsedad son también temas recurrentes, una vez que Natalie le pide a Josh ayuda para conquistar a Tag, el chico cuya foto Josh usó para su perfil en la aplicación de citas. El problema es que Natalie y Tag no tienen nada en común y entonces ella tiene que aparentar tener los mismos gustos e intereses que el otro, cayendo en esa misma falsa identidad, engaño de pretender ser alguien que no es en realidad, que tanto le reclamó a Josh.

De esta forma, la historia no sólo plantea una crítica a la dependencia tecnológica y el amor en la era digital, sino que reflexiona sobre las apariencias, los cánones de belleza, las inseguridades y las expectativas; sobre el enamoramiento y el amor no correspondido, la compatibilidad frente a la atracción y sobre la sensación de que el romance debe ser como una ‘historia de película’, cuando en realidad estos modelos irreales y construidos sólo logran que la gente termine por idealizar el amor y a su pareja, y con ello, no se permitan ser auténticos, honestos y fieles a sí mismos al momento de conocer a alguien, por temor a no encajar. 

Encontrar la felicidad en la convivencia con los demás siempre significa retos, amar a alguien con verdadero afecto se construye y reproduce en los detalles cotidianos y con el arte de la seducción, el enamoramiento del que hablan los clásicos; en todo caso, la falsedad, el uso de máscaras, el engaño, la deshonestidad son obstáculos para las relaciones sinceras de cualquier tipo.

Tres cintas para pasar el rato aprovechando la temporada decembrina, desiguales en contenido, pero disfrutables, a las que acercarse para un momento reflexivo, ameno, familiar, cálido, entretenido y festivo.

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