@@CLIMA@@

Mr. Malcolm’s List

Diana Miriam Alcántara Meléndez
Diana Miriam Alcántara Meléndez

El enamoramiento, el romance y la compatibilidad entre dos personas nada tienen que ver con moldes o modelos rígidos de comportamiento o interacción. El cortejo existe porque hay interés y el amor verdadero mira más allá de los prejuicios sociales o la ignorancia de ese pensamiento que se estanca en normas impuestas que crean divisiones a partir de la discriminación, o en el rechazo hacia aquel que no piensa, vive o actúa igual que la mayoría o los grupos que dictan estos cánones.

En consecuencia, a veces pesa e importa más lo que dice la norma popular que lo que el individuo siente o piensa, porque su contexto es así, receloso y condicionado a poner los intereses en beneficio propio primero, juzgando antes de si quiera conocer o valorar al otro, en función no de lo que es, o de quién es, sino de quien se puede moldear que sea.

¿Qué se busca entonces en una pareja: un compañero, un igual, o alguien que se atenga a lo que se quiere o idealiza? Idealmente, lo primero, pero no por ello no se cae en lo último, especialmente cuando la idea del compañero ‘perfecto’ se traza así, buscando cualidades deseables que se convierten en ‘obligadas’ y terminan por imponerse y volverse una norma que excluye, rechaza y margina a quienes no la cumplen.

Ejemplo dramatizado de ello está en la película Mr. Malcolm’s List (Reino Unido-Irlanda-Estados Unidos, 2022), un relato de corte romántico, pero reflexivo, divertido y crítico sobre las relaciones amorosas e interpersonales, los prejuicios, la discriminación por clases sociales y los estándares impuestos sobre roles femeninos y masculinos en el colectivo, que terminan por alienar a las personas en temas como el romance, la compatibilidad, la identidad, la autenticidad o las cualidades únicas de cada individuo. La película se ambienta en la Inglaterra de 1818 y está escrita por Suzanne Allain, autora también del libro homónimo del que se desprende, dirigida por Emma Holly Jones y protagonizada por Freida Pinto, Sope Dirisu, Zawe Ashton, Theo James, Oliver Jackson-Cohen y Ashley Park.

La historia se centra en la receptiva Selina, una mujer que, perteneciente a la clase trabajadora, no heredará fortunas y no será por ello cortejada por los prospectos más galantes de la sociedad, ya que ellos buscan estatus que se consigue con posición de clase o fortuna económica. Selina, en cambio, se abre camino con humildad y ojo crítico de su entorno, pues reconoce que en la vida hay que trabajar para conseguir las cosas que desea, ya que debido a las reglas del orden social si no es casadera se convertirá en solterona, pero eso mismo le permite valorar la importancia de hablar con la verdad y la mayor sinceridad, más allá de las caretas y los prejuicios, que en esencia, y sobre todo en su mundo, no aportan ni ayudan en nada.

Selina es amiga de la enamoradiza Julia, una joven de clase alta que se ve humillada públicamente cuando un pretendiente la rechaza, por considerarla una persona banal e inculta. Ese pretendiente es el señor Malcolm, un aristócrata quien, tras heredar una fortuna de su tía, está en busca de la esposa ‘perfecta’, para lo que crea una lista de ‘requerimientos’ o cualidades convertidas en exigencias que su futura esposa ‘debe’ tener, cubrir o poseer.

A Julia le pesa no solo el mote con el que es catalogada: persona superficial; sino el prejuicio que se hace de su ella para tal etiqueta, por alguien que no la conoce, a partir de una interacción en efecto superflua en sí misma; por ende, la vergüenza que esto trae consigo al hacer público el asunto. 

Qué tanto podrían haberse conocido dos personas, antes totalmente desconocidas, en una primera cita en la que apenas interactuaron. Sin duda prácticamente siguen siendo desconocidos, y ese es el problema aquí; el cortejo es corto, mínimo, porque el prejuicio habla antes que la verdad; uno descalifica al otro por las apariencias, impuestas por los estándares sociales que enseñan a valorar el exterior, la imagen, en busca de esa perfección que se idealiza, pero no se analiza.

Si no hubo compatibilidad entre ellos, es entendible que el amor no prospere, pero el hecho de que él la rechace por no ‘cubrir’ un ‘requisito’ de su lista lo hace a él tan banal como la califica a ella. Entonces, las cosas vienen a recalcar más la idea de los prejuicios sociales y los chismes que engrandecen las habladurías que sirven para ridiculizar al otro y crear entretenimiento a partir de la ridiculización o desgracia de los demás; en este caso con una caricatura burlona publicada en un periódico, en donde Julia es catalogada como ‘solterona’ y él como mujeriego. 

Es aquí donde entra, además ese ilógico rechazo a la mujer soltera, independiente, autosuficiente. No es porque no tenga un esposo, es que parece que sin un esposo no tiene valía, porque ésta viene de que un hombre la ‘valida’ al momento en que la ‘elige’, porque ha visto en ella cualidades que aprecia y que la sociedad reconocerá. 

Las mujeres, y ninguna persona para afines prácticos, debería ser juzgada en función de otros, o de supuestas virtudes que otros estimen deseables, menos en función de su elección personal de vida. ¿No puede una mujer ser soltera y ser feliz? ¿No puede una mujer ser casada y ser feliz?  ¿No acaso para que la relación funcione ella tiene que ‘elegir’ al hombre que la ‘elige’? ¿No la relación amorosa implica compatibilidad de gustos, creencias y estilos de vida?
    
Es entonces que Julia pide ayuda a Selina para enamorar a Malcolm y luego rechazarlo, humillándolo bajo el (mismo) pretexto que él utilizó,  es decir, que  ‘no cubre los requisitos’ que ella busca en un hombre. Selina acepta solidaria con su amiga, sin saber con claridad, sino hasta más tarde, que su amiga juzga también al otro a partir del prejuicio y por la situación que la avergüenza, producto de, finalmente, una simple falta de comunicación.

Las personas no pueden ser encasilladas, el amor no puede seguir una fórmula y el individuo no puede ser reducido a parámetros o reglas, como si de máquinas u objetos se tratara. La indignación de Selina de ser juzgada a partir de una ‘lista’, es entendible. Quién es Malcolm para decidir qué hace a una mujer una pareja ideal. Cómo define él a la ‘esposa perfecta’, si de entrada ya la juzga y encasilla, imponiendo ideas irreales y predeterminadas, estableciendo cómo su pareja ‘debe’ ser, pensar, vivir y actuar.

Curiosamente, parece que Malcolm queda enganchado con Selina porque ella es todo lo que las otras pretendientes no son: libre pensadora, franca, independiente, sin intención de cumplir expectativas impuestas. Y el verdadero por qué es importante: no vive en función de encontrar un marido, sino en función de vivir feliz.

Esto es algo que pesa dado el contexto social de la narrativa, pero que sigue teniendo eco en la actualidad. Julia sólo piensa en una cosa, casarse. No es tanto si puede o quiere hacer otras cosas, o si la realización viene de la mano de otras metas. Para Julia, claro, el amor importa porque ama el romance y quiere ser feliz, así que querer casarse es válido; la diferencia es su posición social y la libertad que esto le otorga, pues ese estatus la aleja de muchos prejuicios, de rechazos impuestos por las normas sociales; ella tiene el dinero y los medios, la fortuna y relaciones de su familia, para no tener que preocuparse por una solvencia económica y, en cambio, sólo tiene que preocuparse por encontrar plenitud. 

¿Cuántas personas son rechazadas por otros que no se animan ni a conocerlos, porque de entrada son etiquetados por un solo rasgo de su personalidad? Esto es justo lo que le pasa a Julia, humillada por un prejuicio, no de estatus sino de otra índole. Pero esto es lo que les pasa a muchas mujeres; esto es lo que le pasa a Selina también, excluida no por sus cualidades ni por su esencia, sino por su clase social.

Para las mujeres en este contexto, las cosas son así; son casaderas (en el sentido de que tienen la edad y el potencial económico para ser aceptadas en matrimonio) porque viven en una realidad social en donde no tienen otra oportunidad real para ser reconocidas, estando obligadas a avanzar en la vida sólo por dos vías: 1) encontrar esposo de la mejor condición social posible o, 2) trabajando para su subsistencia, lo que se paga con el desprecio de un colectivo que las mira con desdén, porque no se valora el desempeño intelectual que significa encontrar una profesión u oficio, que viene de la mano de independencia y autosuficiencia. 

Tradicionalmente se mira a la mujer trabajadora como aquella que ya fue rechazada, o ‘no digna’ de ser esposa, por supuesta falta de cualidades, o por el hecho de haber tenido una relación que no terminó en matrimonio, o por exceder una determinada edad. Trabajar para la mujer representaba un estigma más que una virtud .

Reglas sociales conservadoras, machistas, retrógradas, pero que fueron impuestas y seguidas por años, muchas veces sin ser cuestionadas, a veces analizadas pero con la dificultad latente de estar ya muy incrustadas en el código de conducta aceptado. Normas y costumbres que dañan el progreso, humano, económico y social. La negativa a ver las cosas desde otro punto de vista, de cambiar y adaptar normas o de dar a las personas un trato de equidad, ejemplifica la manera como las clases sociales se estructuran, se reproducen las relaciones de control y domesticación de la mujer, que sostiene la ideología autoritaria, machista y patriarcal. 

Malcolm rechaza, por ejemplo, en un punto de la historia, a la prima de Selina, sin saber en su momento que son parientes, por el prejuicio social de ser mujer viuda, de clase social baja y sin perspectiva de progreso, precisamente por su condición social, a quien entonces mira como alguien de menor categoría y a la que considera persona ‘no grata’; ni siquiera por sus curiosas excentricidades, sino por la vida que ha vivido; por sus decisiones sumadas a las vicisitudes adversas que sufre. En cualquier caso, quién es él para dictar qué está ‘bien o mal’. Por qué la aristocracia se asigna el derecho de denigrar a otros grupos sociales abusando de su posición económica. La historia no aborda estos aspectos del problema, pero una lectura atenta permite captar que las contradicciones entre las clases sociales están presente.

Prejuicio absoluto, desprecio y discriminación, alimentado por un contexto social que impulsa a la gente a tratarse así, alejándose de lo que no le es funcional para escalar en la pirámide social o sacar un beneficio a su favor. Individualismo extremo alimentado por la competencia para aparentar ser mejor que los otros ¿No es entonces Malcolm, en este punto, tan banal como descalifica a Julia?

La llama inculta porque no tiene sus mismos intereses, pero por mucho que parezca positivo que Malcolm busque rodearse de mentes que le aporten algo, una esposa con conocimiento e inteligencia, por ejemplo, esto no significa que pueda o deba rechazar a las personas que no son como él o como las que desea. Si cada persona es diferente, ello debe respetarse. Alguien amará a Julia como es y alguien lo amará a él tal cual es. Así que si se enamora de Selina es porque ella lo reta a ser diferente y a mirar más allá del prejuicio; pero esto sólo funcionará si él aprende a hacer lo mismo. 

Esa es su lección, entender que juzgar al otro y encasillarlo, es denigrarlo,  justo lo que hace al valorar a las mujeres a partir de un listado de cualidades que califican y descalifican; porque entonces no aprecia ni valora a las personas, se engrandece solamente él, en su propio ego y vanidad.

Quizá el plan inicial de Julia es cruel, engañar con la intención de descalificar y menospreciar, etiquetar con la misma etiqueta de “inadecuado”, ridiculizar con el mismo menosprecio a las cualidades que hacen únicas a las personas, pero su resentimiento tiene fundamento, cuando aquel  la rechaza, pues duele más que sea por las razones esgrimidas. Julia no tendrá todo el conocimiento en temas sociales, culturales, políticos o científicos como Malcolm quisiera, pero, a fin de cuentas, él la rechaza porque no ve más allá de este rasgo único de su persona y eso es subestimarla, ignorar que tiene otras cualidades que la hacen agradable y empática.

Hay una diferencia entre tener altos estándares a la hora de buscar pareja, en el deseo de encontrar un compañero con quien se pueda crecer nutriéndose mutuamente, aportando algo el uno al otro, y otra cosa muy diferente es proceder con la idea de que ‘nadie será nunca digno’. Quizá Malcolm pretende lo primero, pero termina cayendo en lo segundo. Y ese es el problema, es idealista, no realista, es vanidoso, no humilde, incluso narcisista y egocéntrico. Esto, claro está, lo hace chocar con Julia, que no es, en muchos sentidos, muy diferente a él. Al crear una lista de ‘imposibles’, se vuelve tan selectivo como quisquilloso, y con ello, pretencioso. 

Si la vida es imperfecta, las personas, también. Entonces, reconocerlo, aceptarlo, abrazarlo y crecer de ello, no es forzosamente conformarse, sino tener madurez, actuar con honestidad, abordar las relaciones con dignidad y respeto, no con prejuicio o desprecio, no con resignación pero tampoco con desidia, sino con nobleza y empatía, con ganas de cambiar, de comprender al prójimo y construir afectos a partir de esto.

Ese es el camino que conduce a transformar reglas, reestablecer parámetros y marcar nuevas perspectivas y puntos de vista, especialmente sociales. Ni Julia ni Selina viven su vida para ser la ‘esposa’ de nadie ni, para fines prácticos, la felicidad de nadie, Malcolm incluido; tampoco se van a definir por el hecho de que se casen o no. Encontrarán felicidad cuando estén felices consigo mismos y llegue alguien a su vida que los haga mejores personas y les de espacio para vivir su plenitud, que les haga reír, pensar, para disfrutar la vida con esa persona sin sentirse objeto de control. 

La mujer no tiene por qué cumplir un rol de esposa, o de mujer casadera, porque su meta no debería ser complacer al otro. Si elige casarse es porque lo desea, porque elige ser libre, tanto como cualquier otra persona. Selina misma y Julia se rebelan contra la idea de cumplir una ‘lista’ de requisitos para satisfacer a otros, desafiando las reglas y el orden establecido, por distintos motivos cada una, que al final consiguen valorar, dejando una lección importante para ellas y para el espectador mismo: no se nace para servir y agradar al otro, sino para la realización plena de uno mismo, en relación siempre recíproca con las personas con quienes se convive.

Ficha técnica: Mr. Malcolm's List

Fotos más vistas en 15 días