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Enola Holmes

Diana Miriam Alcántara Meléndez
Diana Miriam Alcántara Meléndez

Sherlock Holmes es uno de los personajes de la literatura más llevados al cine. Hay innumerables adaptaciones, algunas incluso modernizadas y/o con más o menos libertades creativas, que han retomado sus casos y aventuras, su historia, su mundo de ficción y hasta su método de observación y deducción. Enola Holmes (Reino Unido-EUA, 2020) es una historia que destaca por mantener la esencia de lo que hace el detective imaginado por Sir Arthur Conan Doyle (1859-1930): Sherlock Holmes, dándole su propio giro, en este caso, enfocándose en la que vendría a ser, en la narrativa inventada, la hermana menor de Sherlock. La cinta se basa en los libros ‘Las aventuras de Enola Holmes’, escritos por Nancy Springer, quien creó a este personaje, pero con base, e inspirándose, en los escritos y el universo desarrollado por el distinguido escritor británico.

Escrita por Jack Thorne y dirigida por Harry Bradbeer, la película está protagonizada por Millie Bobby Brown, Sam Claflin, Henry Cavill y Helena Bonham Carter. La historia inicia cuando Enola, a punto de cumplir 16 años, descubre que su madre ha desaparecido. Sin la tutela de Eudoria, su madre, y sola, Enola queda a cargo de su hermano mayor, Mycroft, quien desea enviarla a una escuela de señoritas, esperando que esto contrarreste las enseñanzas de su madre, centradas en la fuerza física y mental, para, en cambio, educar a Enola según el estándar de la sociedad británica de finales del siglo XIX, es decir, una joven callada, recatada, moderada, refinada y casadera, algo que ella rechaza rotundamente, animada por conocer y aprender, ser libre e independiente, como le ha enseñado su madre, que la incentiva a crecer por sí misma y a encontrar su realización personal, no cumplir sumisa para atender las expectativas de otros. Sherlock, a su vez, reconoce inmediatamente en Enola cualidades deductivas distintivas que sabe denotan inteligencia y astucia, que también hay que nutrir y cultivar, lo que implica cuidar de ella en lugar de ignorarla, lo que han hecho hasta ahora; además de que igual duda que su madre se haya ido sin dejar rastro y sin motivo, por lo que se traza la tarea de encontrarla.

Es Enola quien descubre las pistas que Eudoria dejó y decide ir en su búsqueda, en secreto, creyendo que detrás del misterio existe una lección que aprender; también porque teme que en lo sucedido se asome la posibilidad de que su madre esté en peligro. En el proceso, la joven se topa con Lord Tewksbury, un chico aproximadamente de su misma edad, quien ha huido de casa, cuya familia lo está buscando por una peculiaridad importante: tras la muerte reciente de su padre, él tomará su posición en la Cámara de los Lores, que justo se encuentra en medio de una votación para aprobar la Ley de Reforma a favor del derecho de voto a las mujeres, algo por lo que están luchando las sufragistas, un movimiento social que busca alcanzar esta meta y al que, descubre Enola más tarde, su madre pertenece.

De esta manera, la narrativa le plantea a Enola varios obstáculos, misterios y metas, todos de alguna forma alrededor de temas similares: solidaridad y respeto, espejismo y engaño, adaptación y cambio. Enola por ejemplo, rechaza los planes de Mycroft para ella por considerarlos de un aire conservador, retrógrada, que limita en lugar de incentivar, su desarrollo personal. No es que Enola deteste los modales y el recato, es que desaprueba que se le obligue a actuar de una forma, además sumisa y obediente, como parte de su educación, especialmente porque en forma acertada su madre le inculcó la importancia de hacer todo lo contrario, como alzar la voz, ayudar al necesitado, abrirse su propio camino, pelear por lo que cree correcto y vivir para ella misma, no a partir de los estándares y moldes de los demás, especialmente de alguien que mantiene ideas tradicionalistas, que son todo lo opuesto al progreso que se viene históricamente, de la mano del crecimiento industrial y el interés por el ejercicio democrático, con el voto a la mujer, que abre importantes diálogos por la equidad de género, derechos igualitarios, reconocimiento del derecho de la mujer a participar en la vida pública, social y laboral, que implica también un parteaguas en el desarrollo socioeconómico y político de las sociedades.

Los temas se hacen de nuevo presentes en el caso de la ‘desaparición’ de Tewksbury, que ha huido porque se niega a asumir su responsabilidad como Lord, interesado más por otras materias de estudio, sin entender la importancia y relevancia del poder que tiene, herencia de su padre, ni de la trascendencia histórica de lo que acontece a su alrededor. Todo cambia cuando Enola descubre que su ausencia, y voto, en la Cámara de los Lores, favorece los intereses de la ola conservadora, en este caso, los de su abuela, la viuda Tewksbury, una mujer decidida a mantener las tradiciones intactas, más que por una lealtad al orden establecido, negándose al cambio por el simple hecho de no aceptarlo, ante la inconcebible idea de que la mujer pueda ser algo más que lo que el hombre le permite, algo impensable para ella, educada de la manera contraria. Es ella quien está tras la muerte del padre de Tewksbury, e intento de asesinato del chico, esperando así que el puesto como Lord pase a su otro hijo, quien votaría en contra de la Reforma, como ella quiere.

Lo interesante aquí, además de la forma como Enola va descubriendo las pistas que la llevan a resolver el caso, es por ejemplo aquello que motiva a la anciana, que simplemente actúa reproduciendo las mismas ideas que se le inculcaron en su momento a ella, centradas en que la mujer no es libre, sino que siempre está ligada, y es dependiente, del hombre a su lado: su padre, su tutor, su esposo, su hijo o cualquier otro. El sólo pensar en cambiar este orden es suficiente para que la anciana entre en pánico, imaginando lo peor, no basándose en hechos, sino en ideas fatalistas de que el voto a la mujer destruirá el orden social y su status quo, asumiéndolo con una negatividad producto, de nuevo, del régimen tradicionalista e inflexible del mundo machista y patriarcal que la condiciona a ser como es, hasta encajonarla en no ser nada, pues le cierra toda posibilidad para crecer, personal, profesional y hasta emocionalmente, pero además, asumiendo por inercia, en lugar de razonar, la verdad tras los hechos, es decir, qué significa dar el voto a la mujer, pelear por la equidad e igualdad o abrir nuevas puertas y oportunidades a personas que proponen alternativas de evolución social.

El voto a la mujer no plantea un libertinaje sin control, ni pretende derrocar el orden social, como la viuda y otros que no simpatizan con la causa pueden pensar, sino simplemente habla de reconocer a las mujeres como iguales a los hombres, capaces, pensantes y miembros importantes del colectivo como comunidad, que hasta ahora las relega a un papel no más allá que el de ‘madres o esposas’; objetos, no personas. El problema es que es difícil que el mundo lo entienda, si de entrada las personas presuponen y descalifican al otro, y sus ideales, por su género. El propio Mycroft se opone a votar a favor del movimiento, alegando que el resultado sólo traerá más ‘votantes ignorantes’, lo que en esencia denota que es así como opina de las mujeres, cualquiera de ellas; visón misógina y machista, pero también clasista, asumiendo que la persona a la que valora, en su opinión y posición, es sólo la que asume como un igual; un Lord como él, por ejemplo.

Es por eso que Mycroft choca tanto en personalidad con su hermana, porque Enola mantiene la misma actitud proactiva y decidida que su madre, que la formó como persona capaz y crítica. Eudoria invita a su hija a la lectura y a la curiosidad, al ejercicio físico y mental, la superación de retos y la reflexión abierta para cuestionar, antes que callar o seguir la corriente. Así es como idealmente debe educarse a las personas, hombres y mujeres por igual, durante todo su trayecto de vida, siempre nutriendo su capacidad analítica y creativa, no diciéndole qué hacer, cómo pensar o en qué creer. La pregunta es si se hace y si el mundo está preparado para las interrogantes y propuestas de las nuevas generaciones, sean buenas o malas, funcionen o no, porque parte importante para crecer y madurar es primero observar, analizar y criticar.

Son estas enseñanzas las que permiten a Enola estar preparada para los obstáculos de la vida, o de misterio y aventura. Su razonamiento es deductivo, común denominador en las historias de Sherlock Holmes, caracterizado por un método con base en la observación y el razonamiento, en búsqueda de indicios, que se apoya en la atención y obtención de conclusiones a partir de analizar, inferir y derivar ‘de lo general a lo particular’; algo que pone en práctica precisamente porque tiene las herramientas aprendidas para hacerlo; ahora sólo le hace falta aplicarlas al mundo real.

El preguntarse siempre el porqué de las cosas no implica como tal encontrar las respuestas, pero obliga a un ejercicio de análisis detallado que abra el camino al aprendizaje y la evolución; explorar y deducir, buscar con razonamiento las causas para encontrar soluciones y así aprender.

Enola plantea en algún momento que su nombre al revés deletrea la palabra ‘alone’ (en español ‘sola’), suponiendo la posibilidad de que ésto sea simbólico en su vida: la ausencia de sus hermanos, la de su madre, o el hecho de que en la vida, la persona que sacará a Enola adelante es Enola misma. Ella aprende con el tiempo que no toda deducción es siempre correcta. A veces se lee de más entre líneas y se deducen conclusiones equivocadas, pero el tropiezo ayuda para aprender a equivocarse. Ella misma se da cuenta de esto al notar que los nombres de sus hermanos leídos al revés, no dicen nada, y que, quizá, no debería ‘pensar demasiado’ en que el suyo sí. ‘Sola’ no significa que esté en verdad sola; como también que no todos los pequeños detalles necesitan tener explicación.

La clave que Eudoria enseña a su hija es autosuficiencia y autodisciplina; se trata de pensar y educar para pensar, pero también dar libertad a la persona para que lo haga. Por eso resulta importante cuando se revela que Eudoria se fue de casa para trabajar al lado de las sufragistas, esperando cambiar el mundo para mejorarlo, para que tanto Enola como las nuevas generaciones que vienen con ella y tras ella tengan más oportunidades de desarrollo. Su plan es más radical que sustentado en el diálogo, algo que, recapacita la madre, se pone en evidencia cuando Enola logra los resultados circundantes a la causa, pero a su manera, sin violencia, sin protestas, sino ayudando a Tewksbury y con esto poniendo en perspectiva para el chico la realidad del mundo en el que vive, y en el que pueden vivir si toma conciencia de su responsabilidad para presentarse en la Cámara para la votación de la Reforma, asumiendo con ello el título de Lord que le corresponde.

En esta misma línea, de permitir libertad ante la falsa percepción de que está ahí, se repite en la insistencia de Mycroft porque Enola aprenda las reglas sociales comunes y estandarizadas, para encajar. Afortunadamente Eudoria ha sabido recalcar a su hija la importancia de no hacerlo, en el sentido de ser único, a partir de lo que uno mismo quiere ser, o llegar a ser. Cuando el mundo cataloga al que piensa como alguien ‘peligroso’, precisamente por ello quizá lo mejor es serlo, en el sentido de pensante y crítico, en lugar de ser moldeado y manipulado según los intereses de externos que velan por sus propias agendas.

La idea, dice la película, es decidir pelear por el futuro, no vivir en el pasado; luchar por lo que puede ser, no por lo que fue. La abuela de Tewksbury se apega a lo que sabe, sin siquiera abrir la posibilidad de escuchar nuevas ideas. Mycroft se atiene al orden establecido, porque le funciona, sin entender la importancia de renovarse con su contexto. Sherlock mismo parece a punto de estancarse, manteniéndose distante a todo, sin una postura, hasta que entiende que si toda causa tiene un efecto, y toda acción una reacción, quedarse detenido, paralizado sin avanzar, es lo mismo que dejar de trascender, es dejarse marginar por el mundo, es asumir una actitud conformista, anticrítica, algo particularmente problemático para alguien obsesionado con la observación y el análisis. La gente no puede ser presa de sus ideas, sus patrones de conducta, su rutina, su realidad cotidiana y hasta su propia existencia, porque el mundo no es estático. Hay que observar, pensar y actuar, para ser agente de cambio.

“Vive la vida, pero no lo hagas porque buscas a alguien. Hazlo porque te buscas a ti misma”; “Llegará un momento en que tengas que tomar una decisión difícil. Y entonces descubrirás la fuerza que en realidad tienes y lo que estás dispuesta a arriesgar por lo que te importa”; “Ves el mundo tan de cerca, pero ¿realmente ves cómo está cambiando?”; “La decisión siempre es tuya. Digan lo que digan, la sociedad no puede controlarte”; “Si quieres ser escuchada, tienes que hacer un poco de ruido”; “Hay dos caminos que puedes tomar, el tuyo y el que los otros eligen para ti”; o “La verdad siempre está ahí, sólo necesitas buscarla”, son algunas de las muchas frases y lecciones importantes que se les escucha decir a varios personajes a lo largo de la película, todas ideas relevantes, actuales, reflexivas y trascendentes, que quedan como mensaje vital para el espectador.

Ficha técnica: Enola Holmes

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