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Soy leyenda

Diana Miriam Alcántara Meléndez
Diana Miriam Alcántara Meléndez

Mutar se refiere a un proceso de cambio, de transformación en la apariencia o en la esencia natural de un ser vivo o de un objeto inanimado; un mutación genética es la alteración en la secuencia del ADN (ácido desoxirribonucleico), que es la molécula que contiene la información química de los genes de un ser vivo. Estos cambios o variaciones pueden tener efectos ‘positivos’ o ‘negativos’ en el organismo; por una parte, son elemento clave en la evolución de cualquier ser, pero, en el espectro contario, estos desórdenes genéticos o cromosómicos también, pueden resultar en enfermedades, por ejemplo en el hombre, el Síndrome de Down o la Polidactilia (que ocasiona la aparición de uno o varios dedos extra en manos o pies).

En la película Soy leyenda (EUA 2007), científicos deciden modificar genéticamente el virus del sarampión en un intento por curar de esta manera el cáncer; aunque al principio el efecto es en apariencia el deseado, en breve, como resultado de su aplicación en forma indiscriminada, la mutación ocasiona en las personas síntomas similares a la rabia, siendo, además, altamente contagiosa, lo que provoca el colapso de la sociedad, y por ende, la casi extinción del ser humano. La cinta fue dirigida por Francis Lawrence y escrita por Akiva Goldsman y Mark Protosevich, basándose en la novela homónima de Richard Matheson, publicada en 1954. Protagonizada por Will Smith y Alice Braga, la historia se centra en Robert Neville, un científico que busca la cura para este virus que se contagia por aire o por contacto directo y que ya ha convertido a la mayoría de los sobrevivientes humanos en extrañas criaturas que se esconden en la oscuridad y que salen a cazar en busca de comida durante la noche.

Sólo un puñado de humanos en todo el mundo son inmunes, pero poco a poco han sido asesinados o murieron a causa del aislamiento que los empuja al suicidio. A raíz de esto, Robert cree ahora ser el único que queda vivo en el mundo, o al menos en Nueva York y sus alrededores, el punto cero donde inició la infección y donde él cree que puede encontrar respuestas para procesar una vacuna, a partir de su sangre, para salvar al mundo. Para lograrlo se traza una rutina de supervivencia en la que se adapta a las circunstancias de su realidad. Debe aprender a valerse por sí mismo, pero especialmente, debe afrontar el tener que mantenerse aislado de todo. El resultado es una vida en soledad, sin compañía y sin nadie con quien platicar o debatir, compartir o a quien cuestionar; una vida ‘vacía’ que contrarresta sujetándose a la ‘esperanza’ de quizá encontrar a alguien para ayudarse mutuamente.

Sobrevivir se convierte entonces en algo más que recolectar suministros o fortalecer la seguridad de su casa; sobrevivir implica también mantener lo más posible la salud física y, sobre todo, la mental. Robert ha encontrado su propia manera de ‘socializar’ para mantener a flote su estabilidad emocional, colocando maniquíes a lo largo de la ciudad y recreando escenarios en los que ‘platica’ con ellos. No es que haya perdido la razón, al contrario, así la mantiene, aferrándose a una convivencia ya inexistente, pero que al menos rescata, imaginativa y fantasiosamente, con la intención de no olvidar quién es y cómo es el mundo que recuerda y por el que aún pelea. Robert está solo y lo sabe, así que por consiguiente tiene que encontrar la manera de sentirse aún en compañía de otros, para compensar ese aislamiento.

Vivir en soledad significa no tener con quien intercambiar ideas u opiniones, pero también implica enfrentarse a una realidad en la que ha cambiado toda dinámica de vida como se ha conocido. Pareciera insignificante que Robert llegue a diario a una casa vacía y que al salir a las calles no vea autos transitando, ni gente comprando en las tiendas, o que no pueda ir al cine o a comer a un restaurante, pero la inexistencia de estas actividades, que antes eran parte importante de su rutina, impacta en su comportamiento y estado anímico. Ninguna de aquellas era una necesidad básica, pero todas son necesidades sociales a las que está acostumbrado, pues a través de ellas se le ha permitido aprender, crecer y evolucionar como persona, no simplemente porque el hombre es naturalmente un ser social, sino porque serlo es lo que construye a una sociedad; esa es su esencia.

La persona puede vivir aislada y estática sólo hasta cierto punto, sólo hasta el momento en que o colapsa o se adapta a su nueva realidad. No es lo mismo estar confinado sabiendo que en un futuro próximo la vida volverá a su normalidad más cercana, a saber que tiene que enfrentarse a un mundo diferente, en el que las cosas no volverán a ser nunca como antes. Cómo reacciona el individuo ante esta incertidumbre y qué tan preparado está para sobrevivir en ella es la parte importante. ¿Está educada la sociedad actual como para afrontar con éxito una realidad como la que se presenta en esta historia de ficción? No es sólo hablar de la infraestructura de la comunidad, sino también de las condiciones de vida de sus habitantes, de la cultura que se practica y la ideología en la que se cree, de la información educativa que se transmite a las nuevas generaciones.

Robert se adapta, vive, cosecha, come, continúa con sus experimentos en busca de la cura y mantiene una cierta cotidianeidad en aparente estabilidad, pues tuvo que cambiar él mismo según las condiciones materiales de su nueva vida. Requirió un sacrificio importante para adaptar su rutina, sus necesidades, su realidad y sus prioridades, a favor de una esperanza de vida, evitando el estancamiento o el olvido, pero con suficiente claridad de juicio para dejar ir lo perdido, la familia, los amigos. Después de todo, la vida sólo ocurre en el presente, y en ese presente es dónde debemos actuar conforme a las circunstancias. ¿Cuántos como él pueden decir lo mismo? ¿Cuántos están dispuestos a dejar atrás aquello que los arrastra, con miras a avanzar por un fin último que es más grande que su ‘yo’?

De alguna manera, Robert se adapta porque tiene las habilidades y el conocimiento para hacerlo, pero muchos otros en la misma posición, sin la misma preparación, quizá no podrán hacer lo suficiente para vivir o para seguir adelante. En la misma película se habla de inmunes que no superaron los retos ni las dificultades que el mundo exigía de ellos; esa es la realidad de un mundo en evolución, que tiene que dejar atrás a los rezagados como forma natural de la adaptación. Aquí, algunos mueren convertidos en presas de los seres que mutaron, pero otros no aprenden nunca a sobrellevar las adversidades ni a vivir en soledad, en un mundo donde ya no hay reglas ni un gobierno que las resguarde, en el que cada persona debe proveerse su propia comida y refugio, en el que protegerse y pelear han sustituido al divertimento y al ocio, porque el contexto de vida y la dinámica social han cambiado también. ¿Pero, puede realmente la persona vivir absolutamente ‘sola’?

Hay varios factores que impulsan a Robert a seguir adelante, lo suficiente como para no claudicar y eso es lo que lo hace diferente, o lo que lo motiva. En su caso, es el impacto de la muerte de su familia durante la evacuación de la ciudad, de la que se siente responsable y que demanda un compromiso ético consigo mismo pero que extiende hacia la humanidad ahora en extinción. La cuestión ética toma un papel importante, porque lleva a preguntarse dónde quedó esa sensación de responsabilidad cuando se desarrolló la mutación genética que lo desató todo. Siempre hay dos caras de la misma moneda y la clave es saberlo y asumirlo, no ignorarlo. El científico busca soluciones y, específicamente en la película, los médicos luchan por resolver una problemática que aqueja a miles de humanos. Su motivación resulta importante desde este punto de vista, en la iniciativa por encontrar la cura a una enfermedad grave hasta entonces incurable, el cáncer. Para hacerlo no obstante, deben ‘jugar’ con la naturaleza o con el curso ‘natural’ de la vida. ¿Qué implicaciones conlleva esto? ¿Qué consecuencias puede traer cambiar la esencia del mundo y establecer un nuevo ‘orden de vida’?

“Tomar algo diseñado por la naturaleza y reprogramarlo para que trabaje para el cuerpo y no contra él”, es el principio detrás de la experimentación genética en este caso, explica en la película la doctora en jefe del equipo que “descubre” la vacuna contra el cáncer. La idea tiene su lógica y su justificación, tomar algo ya existente y ‘mejorarlo’, a favor de un fin específico. La cuestión es si previeron que esta ‘reprogramación’ pudiera tener repercusiones y/o consecuencias inesperadas, que es lo que finalmente sucede. Bajo el entendimiento de que hacer que algo trabaje ‘para el cuerpo y no en su contra’, implica una modificación del ‘flujo natural’ de las cosas y, por tanto, quizá conlleva también que ese cambio de flujo de la energía termine por modificar algo más, que aún se desconoce. Los efectos imprevistos están siempre presentes como amenaza potencial. “Un virus que ha sido modificado a nivel genético, para ser curativo en lugar de dañino”, insiste la doctora, sin embargo, ¿cómo lograr que el virus mute de la manera que el científico desea, si cada organismo es diferente y por ende, reacciona diferente?

Esto abre la puerta a otro tipo de preguntas relacionadas con las criaturas cuyo ADN ha cambiado, porque aunque los seres se esconden en la oscuridad, no hablan y actúan impulsivamente (cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia, o no) siguen siendo humanos (o mutaciones humanas). Luchan por algo, se organizan, se comunican y tienen un líder, o al menos eso se desprende de las veces que Robert se topa con ellos. ¿Qué es entonces lo que los hace ‘no humanos’? Cuando Robert los oye gemir y moverse sólo para atacar, asume que su mente ha regresado a un estado primitivo y que han perdido toda capacidad mental, pero quizá Robert falla en darse cuenta que su dinámica tiene su propio sentido de organización y aprendizaje, diferente, pero presente, básico tal vez, pero que igual demuestra un instinto social y una capacidad de pensamiento. ¿Por qué asumir que la criatura es un ser que termina por involucionar en lugar de evolucionar?

Existen varios ejemplos que llevan a preguntarse por la naturaleza ‘evolutiva’ del humano a partir del virus, panorama que no es tan blanco y negro como Robert parece intuir inicialmente. Cuando las criaturas atrapan al protagonista, por ejemplo, lo hacen usando el mismo tipo de trampa que él había colocado para ellos; y cuando el que parece líder lo persigue para matarlo, todo indica que su motivación es específica y no sólo instintiva, pues Robert capturó a una infectada para experimentar con ella, pero ésta podría ser pareja, o persona muy cercana afectivamente al líder de los mutados, y quizá por ello busca vengarse de Robert.

¿Qué sería de todas estas criaturas en cuanto regresen a un estado humano más ‘natural’ (su piel deja de ser pálida y su instinto violento desaparece, por ejemplo, según se ve en la paciente con la que Robert experimenta, luego de aplicarle la vacuna manufacturada por el científico)? ¿Cómo sería el mundo y la vida de ahí en adelante, en caso de funcionar la cura? ¿No es lógico pensar que, aunque por ahora lo desconoce el virólogo, las consecuencias y los efectos secundarios, eventualmente se harán presentes? ¿Qué hace el hombre, como sociedad, cuando sabe que él fue el responsable de todo, porque el resultado de su presente es producto de sus decisiones?

Cuando Anna, otra sobreviviente que Robert encuentra, llega a un refugio o colonia que ha logrado mantenerse en pie, se topa con una comunidad con los suficientes medios de supervivencia, pero que es, al mismo tiempo, una burbuja de vida que sólo logra el ‘progreso’ a partir de vivir aislada, militarizada y vigilada. Tal vez porque así es como en el fondo funcionan nuestras sociedades. ¿Cómo es la vida y la calidad de vida en un mundo así? Un mundo en el que la forma de aprendizaje ha cambiado, en el que la cultura se ha ido a segundo plano y en el que la violencia se ha vuelto la constante de cada día, al grado que la convivencia está dictada a punta de un fusil (metafórico o literal).

“Nosotros lo hicimos” insiste el científico cuando habla de tomar responsabilidad, no como culpa, sino como compromiso. Él habla del virus, de las mutaciones, de la existencia de las criaturas y también de la caída de la sociedad, pero en general, habla de que el hombre, como colectivo, es responsable del mundo en el que vive, porque el contexto en que desenvuelve es resultado de sus acciones y sus decisiones.

A veces el conjunto se fija tanto en el problema, que se olvida de buscar la solución y eso repercute tanto como el problema mismo. Lo que importa es que la sociedad se comprometa a dar soluciones a los problemas, se haya tomado participación directa o no en el conflicto (llámese violencia, guerra, discriminación, pandemia, hambruna, calentamiento global o cualquier otro mal directamente relacionado con el ser humano), porque lo que suceda y cómo suceda, dijera Robert, ‘todos lo hicimos’.

Ficha técnica: Soy leyenda - I Am Legend

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