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Hijos del Covid

Alfonso Villalva P.

Hijos del Covid

Alfonso Villalva P.

Hace más de cuarenta años, la infatigable Ciudad de México (a.k.a. CDMX, y por aquellos tiempos el Departamento del Distrito Federal), sufrió, como tantas veces, de la febril y bizarra obstinación de su gobernante en turno por transformar su fisonomía en aras de una supuesta eficiencia y mayor funcionalidad (Desde Uruchurtu para acá: Periférico, Ciclovías, Metrobús, Santa Fe, Aragón, los segundos pisos, en fin).

Pero la de hace cuarenta años tuvo características muy particulares por su duración, su simultaneidad de procesos en prácticamente toda la ciudad, y algunas curiosidades como la migración masiva de albañiles, chalanes y media-cucharas que invadieron la metrópoli de día para trabajar en los famosísimos Ejes Viales, pero de noche y los días de descanso, para bailar, beber, darle gusto al cuerpo, navegar las aguas del Lago de Chapultepec y de Xochimilco, con esa personita especial que los hacía románticos y dicharacheros.

Al término de las obras desaparecieron de un momento a otro -los albañiles, chalanes y media-cucharas, quiero decir-, regresando a sus lugares de origen y a sus familias, dejando una estela gigantesca de madres solteras, desamparadas de pensión alimenticia y de rastros del padre de sus chamacos. Tantas tardes de romance y de pasión en parques públicos y en moteles crearon un fenómeno generacional endémico a la moderna Tenochtitlán, al que popularmente se denominaba como “los hijos de los Ejes Viales”.

Una generación de niños y niñas mexicanos, engendrados en los parajes propios de la obra caótica de las nuevas vialidades. Si así era hace cuarenta años, no tendría razón, el arriba firmante, para pensar que no estamos a punto de conocer una nueva versión acaso antagónica de los hijos, ahora del Covid, o sea de la cuarentena -de allí lo antagónica con el sexo al aire libre en los parques aledaños a los Ejes Viales- y de la sana distancia rota por urgencias lúbricas y fisiológicas.

Esta es la hora en la que, al menos yo, no he visto salir a ningún experto a explicarnos los efectos de la cuarentena sobre la libido, ni algún algoritmo que calcule el número e intensidad de todos los procesos reconciliatorios de las peleas conyugales merced a la intensa convivencia. Si para cada pleito o discusión hay sexo reconciliatorio, imagínese usted...

Nadie sabe del efecto demográfico que tendrán estos interminables meses de encierro, o si las tasas de explosión demográfica crecerán a doble dígito o no. Lo que sí está claro es que nadie parece reparar en el hecho ni el potencial de gestación que puede conllevar esta pandemia a niveles globales. La compensación keynesiana a las muertes por Covid.

Por mencionar solamente un indicio para lo que puede ser una pandemia de embarazos en cada ciudad del mundo que ha estado cerrada y paralizada durante este 2020, piense usted, por ejemplo, en el efecto que ya pudo haberse presentado en términos de fecundaciones multitudinarias, a causa, digamos, de las dificultades que hay para realizar actividades no esenciales -nunca vi en lista alguna de excepción a la fabricación o distribución de condones-, el cierre de comercios, la poca disponibilidad para salir a buscarse los insumos de una vida plena de los que sí pueden y, sobre todo, quieren más.

No me imagino a nadie interrumpir el momento de solaz y febril pasión para echar una carrera a la tienda, hacer fila de una hora, y con guantes y cubrebocas puestos, comprar una tirita de productos de latex para regresar como ráfaga al nidito de amor, lavarse las manos con una cantidad copiosa de jabón para decir: -“bueno, mi alma, en qué estábamos?”.

¿Se abarrotarán las maternidades, digamos, entre los meses de diciembre y abril de 2021? ¿Habrá crisis de camas en las salas de cuna? ¿Se disparará el acaparamiento ahora de pañales y fórmulas en polvo? ¿Será la confirmación de que la sana distancia se olvidó repetidamente con una sana cercanía de intercambio de fluidos? ¿Habrá un Fauci, un Gatel o un semáforo que administre el ritmo de mujeres listas a parir? Al tiempo, para ser testigos del nacimiento de los hijos del Covid...

Twitter: @avillalva_

Facebook: Alfonso Villalva P.

 

 

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