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Las exnovias de mi novio

Diana Miriam Alcántara Meléndez
Diana Miriam Alcántara Meléndez

“Pregunta: ¿Cómo puede una chica que cae, no, de hecho, salta, con los ojos abiertos a un hoyo de conejo, hundiéndose en el caos, y sale por el otro lado sin haber cambiado? ¿La respuesta? No puede”, reflexiona el personaje principal de la película Las exnovias de mi novio (EUA, 2004). La idea tras la frase es simple pero clara, pues habla sobre el cambio, la adaptación, el desarrollo personal permanente, sobre los errores, tropiezos y caídas a los que estamos siempre expuestos y como este proceso nos va transformando en forma continua, de tal manera que es cierto que somos siempre los mismos pero nunca igual; así mismo, aborda la forma como debe aprenderse de las experiencias y los conflictos, en lugar de, por ejemplo, huir, negar o eludir sus inevitables consecuencias.

La cinta, dirigida por Nick Hurran, coescrita por Melissa Carter y Elisa Bell, es protagonizada por Brittany Murphy, Holly Hunter, Ron Livingston, Julianne Nicholson, Kathy Bates, Rashida Jones, Josie Maran y Kevin Sussman. La historia sigue a Stacy Holt, quien comienza un nuevo empleo como productora asociada en un programa matutino de talk show en Nueva Jersey. Creyendo que su novio Derek está rehuyendo de un compromiso como pareja, Stacy sigue los consejos de su compañera de trabajo Barb para indagar en la vida de él y, usando la idea de otro de sus colegas, quien dice que puede conocerse la información personal de alguien espiando en sus agendas electrónicas personales, Stacy contacta con mentiras a tres exnovias de Derek: la supermodelo Lulu, la ginecóloga Rachel y la chef Joyce, tres mujeres muy involucradas en la vida y afectos de su novio, de las que ella no tenía ni idea ni conocimiento.

Uno de los temas que propone la historia con su trazo tiene que ver con tópicos como la privacidad, la verdad y la mentira. Stacy no sólo se acerca a las exnovias de Derek con engaños, sino, más que por la curiosidad de conocerlas y conocer la relación que existió entre ellos, su motivación es el potencial secreto que cree puede descubrir. Ella no se atreve a preguntar a su novio sobre lo que quiere saber, y en lugar de enfrentar una realidad que necesita conocer, platicar y, tal vez resolver con su pareja, prefiere rodear su dilema, ocultar sus intenciones, engañar deliberadamente, dar vuelo a su imaginación y postergar la decisión que sabe que eventualmente deberá tomar.

Pero Stacy no sólo no pregunta, sino que busca las respuestas en secreto, dejando olvidada la línea ética y moral respecto a su forma de actuar. Una agenda electrónica personal es un objeto que contiene números de contactos e información específica que alguien desea guardar ahí (algo así como una pequeña tablet que por algún tiempo se usó muy comúnmente, antes de que las laptops y los celulares inteligentes se volvieran tan cotidianos). Adentrarse a este contenido de datos e información es invadir un pedazo de la vida privada de una persona, similar a como sería, por ejemplo, espiar lo que tiene la computadora personal de alguien o incluso su celular. Porque, finalmente, la información ahí contenida, ¿está ahí para guardarse o está ahí para ocultarla?

Así como Derek nunca dijo ni compartió con Stacy todo lo que tiene que ver con su presente, su pasado e incluso lo que espera para su futuro, así tampoco ella quiso saber las respuestas sino hasta ahora, cuando encontró una forma de conocerlas sin que nadie más se diera cuenta. Y sin bien la sociedad es la que hace uso de la tecnología en su beneficio, más allá del engaño y la mentira tras la acción de husmear sin un código de honor, también habría que analizar el papel del aparato electrónico como invento, como instrumento que propicia o facilita esa falta de comunicación y socialización entre las personas. No es ‘culpa de la tecnología’, es la manera ruin como el ser, directa e indirectamente, propicia esta disfunción social (relaciones sociales fragmentadas) que abre paso a una decadencia de valores (deshonestidad, engaño, indiferencia). La invasión a la privacidad, la construcción de la intimidad como espectáculo, se alimenta de esa actitud morbosa por conocer los secretos del otro, tal como también en la historia se observa al mostrar la dinámica de trabajo del talk show en que laboran Stacy y su compañera Barb.

La realidad es que también Stacy, sin darse totalmente cuenta, está siendo manipulada por su supuesta amiga (“Omisión es traición”, insiste Barb varias veces), quien alienta a su compañera a seguir adelante para que eventualmente este material de información sirva para construir el siguiente programa en vivo del talk show en el que trabajan. La línea ética, profesional y periodística, también tiene su importante papel en la ecuación. Así como Stacy hace uso de los medios de su propio equipo de trabajo para investigar quiénes son estas mujeres y luego entrevistarlas para conocer su pasado con su novio, haciéndoles creer que las entrevistas son para un programa especial (excusas diferentes para cada una, según su perfil de vida), así Barb también engaña a Stacy, alentándola en una supuesta empatía, pero con una agenda propia y más bien egoísta y cruel: construir una historia de escándalo para transmitir en la televisión.

El análisis importante de este entretejido es que la dinámica para con Stacy no dista mucho de la forma como trabaja el equipo de producción para construir el resto de sus programas de televisión. Se alimentan del sensacionalismo y el morbo, y parece que la misión del show es intentar ser lo más escandaloso posible para atraer a la mayor cantidad de audiencia. Sabiendo que su número de espectadores está a la baja, lo que se proponen no es ofrecer una programación de calidad, sino una parafernalia con un entretenimiento vacío pero vistoso.

“Las personas te dicen quiénes son si las escuchas. Puedes entenderlas. A veces las puedes ayudar”, dice Barb en un punto de la historia. Lo que comenta es importante porque en efecto, su engaño, su manipulación, no consiste en conducir al otro a hacer cosas que no quiere, sino saber leer las señales que le dicen que lo quiere, y, luego darles la mano durante el camino, guiándolas hacia lo que ellos realmente desean; es la forma como Barb se aprovecha de Stacy, induce su conducta explotando su inseguridad sobre su relación con su novio.

La reflexión además tiene un trasfondo aún más relevante y realista, que las personas quieren ser escuchadas, anhelan ser tomadas en consideración y, por eso, siempre se comunican, buscan alguna forma, u otra, porque en sus temores, inseguridad, desconfianza o simple carencia verbal, no siempre saben hacerlo; lo importante es observar con detenimiento eso que la persona dice, no siempre explícitamente, pero siempre de manera presente en su actuar, en sus decisiones, sus movimientos, sus gustos, sus gestos y demás.

Hay muchas formas de llegar a comprender esa información, pero es el cómo se acerca alguien para alcanzar eso que quiere, como se demuestra qué tipo de persona es. Moverse en el río de la desconfianza sólo terminará generando más desconfianza. Stacy no es honesta en sus intenciones y eso, eventualmente, se le regresa en contra, y si bien no es justa la forma como Barb se aprovecha de ella, revelando toda la verdad sobre quién es Stacy, sobre el por qué ha buscado a las exnovias de Derek, explosión de información que ocurre durante el programa en vivo del talk show, esas revelaciones son más que necesarias, están incluso destinadas a suceder, tal vez no de esta manera tan fraudulenta, cruel, que se aprovecha de la desdicha del otro, pero sí con una confrontación donde el diálogo que necesita suceder, en efecto suceda. ¿O hasta cuando pensaba Stacy que podría seguir con sus mentiras, o que su engaño estaba justificado, o que aquello que no quería oír, no lo afrontaría con sólo tapar sus oídos?

“El infierno está vacío. Todos los diablos están aquí”, dice el texto con que inicia la película, citando a William Shakespeare en una línea de su obra La tempestad. Este circo televisivo que se hace con relación a la telaraña que Stacy fue tejiendo para con las exnovias de su novio, y que Barb retoma para ir haciendo lo mismo y construir un programa escandaloso lleno de revelaciones de traición, sólo refleja una dinámica social individualista construida, alimentada o alentada sobre una fijación social que busca la distracción y el placer en la polémica, ese morboso desagradable que alimenta un actuar nocivo para con la comunidad misma en sus interacciones entre personas. Cuando un compañero reprocha a Barb que lo que han hecho a Stacy, convertir su vida personal en un espectáculo para la televisión, es deplorable, la otra dice que el talk show en que trabajan siempre ha sido así de ruin, la única razón por la que ahora parece importar es porque conocen a la persona sufriendo ese ataque de humillación. Finalmente, en efecto, eso mismo es lo que hacen este tipo de programas, exponer al prójimo y explotar su privacidad sin fijarse en el daño que le hacen a esa misma gente a la que exponen con fines de diversión y espectáculo mediático. Una realidad que, extrañamente, aunque parece deplorable, también es (erróneamente) aceptada.

“Nada más tienes que vivir. Deja de planear tus pasos. Deja que sucedan. Puede que te sorprendan”, es el consejo que un viejo conocido da a Stacy, compartiendo así una reflexión final que le ayuda a darse cuenta que controlarlo todo y saberlo todo no la hace más feliz, ni más sabia, ni más poderosa, ni más exitosa. Organizar algo como forma de planeación no es lo mismo que obsesionarse con ese algo; así como aceptar una derrota no significa convertirse en un completo fracaso. Así que cuando Stacy analiza que una persona no puede caer hundida en un caos y salir del otro lado como si nada, es porque se ha dado cuenta que a veces lo importante no es ganar, sino aprender de la lección, para cambiar, para ser mejor persona.

Ficha técnica: Las exnovias de mi novio - Little Black Book

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