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El club de los cinco

Diana Miriam Alcántara Meléndez
Diana Miriam Alcántara Meléndez

Preguntarse ¿quién soy? no es lo mismo que ¿quién creo que soy?, pero al final la reflexión es la parte más importante, porque no es la respuesta sino el proceso para llegar a ella lo que más impacta, pues implica análisis sobre crecimiento, identidad, pasado, presente y futuro, entre otras ideas que entran en juego. Se trata de un intento por conocerse a sí mismo y de conocer y valorar la percepción que tienen las demás personas de mí. Tampoco es lo mismo si un adulto lo pregunta a sí un adolescente se lo pregunta a otro. Cualquier respuesta es válida pero, ¿vale más si se lo pregunta una persona hacia sí misma?

Para los protagonistas de El Club de los Cinco (EUA, 1984), la respuesta es un viaje de auto descubrimiento, de rebelión y desafío, un reto tanto hacia el otro, hacia el mundo en general, como hacia su propia persona. Escrita y dirigida por John Hughes, protagonizada por Molly Ringwald, Ally Sheedy, Emilio Estevez, Anthony Michael Hall, Judd Nelson y Paul Gleason, la historia trata de cinco estudiantes de preparatoria que deben pasar el sábado en la escuela como castigo. El director asignado a vigilarlos les pide escribir un ensayo que ahonde en la pregunta: ¿quién soy? Renuentes a profundizar en ello, es la convivencia entre ellos, que se estrecha a cada momento, lo que va abriendo camino para que se cuestionen sobre la vida, el futuro, las expectativas y su papel en el mundo, entre otras cosas.

Sus personalidades los definen, pero, eventualmente, se dan cuenta que aquello que los define no es todo lo que son. Si bien la historia se sostiene en arquetipos específicos, al mismo tiempo deja ver que una etiqueta no es todo lo que alguien es (las primeras impresiones pueden ser engañosas), pues no sólo no es correcto encasillar, peor aún es cuando esa persona se cree y asume esa clasificación. “Nos ve como nos quiere ver, nos cuelga una etiqueta y nos define como más le conviene. Para usted somos un cerebro, un deportista, una inadaptada, una princesa y un criminal”, lee el ensayo al principio de la cinta, y en el que los jóvenes añaden que, de alguna forma, al comenzar el día, ellos también se veían así.

Claire es la chica aparentemente perfecta, un modelo a seguir, dedicada, moderna y popular, hasta más no poder. Si se arriesga a romper el prototipo, ¿es con tal de no ser encasillada o porque en realidad nunca fue aquello que todos pensaban que era? No crecerá si no se aventura en la vida, pero evidentemente tiene un costo (por aventurarse a irse de compras y faltar a clase, terminó castigada ese sábado). "Lo odio. Odio tener que aceptar todo lo que dicen mis amigos", confiesa ella en un punto de la historia.

Andrew es el atleta reconocido, que hace lo que su padre quiere que haga y acata todas sus órdenes con tal de complacerlo y/o no contradecirlo. Eso que se espera de él es superioridad de fuerza y carácter, que no tiene realmente, así que sólo aparenta, molestando al prójimo y aprovechándose de él, para cumplir con la imagen que le piden.

A su vez Allison es una persona aparentemente callada, que observa más que nada para conocer, reconocer y analizar. Catalogada como irresponsable pero más bien inadaptada, suple la falta de interés de los demás en su persona, con manías como las mentiras compulsivas o el robo, entre otras cosas, precisamente porque si nadie se interesa en ella, la forma de defenderse es alejando o alejándose de los demás.

Brian es el joven inteligente que lucha por cubrir los estándares de excelencia académica que su familia también exige de él. No conoce otra cosa que no sean los estudios, pero entiende que enfocar su vida en las expectativas de sus padres lo limita socialmente y al mismo tiempo lo convierte en alguien que no quiere ser, lo que lo lleva a reaccionar de manera a veces radical (su castigo se debe a que llevó un arma a la escuela). "Cuando salgo un poco fuera de mí, cuando me miro a mí mismo, me veo y no me gusta lo que veo, realmente no me gusta", dice él.

Finalmente está John Bender, el más rebelde y negativo. Provoca a los demás como barrera de auto-preservación. Detesta a la autoridad porque de ella no ha recibido más que abusos, esencialmente por un escenario familiar de violencia excesiva. Es directo en lo que dice, pero de una forma casi siempre hiriente, específicamente hacia Claire, a quien trata con desprecio, de manera sexista en más de una ocasión, producto igual del tipo de ambiente familiar y social disfuncional en el que vive. Además, tanto le repiten que es insignificante que no sólo se lo ha llegado a creer, sino que por ello mismo parece que comienza a cansarse de ir siempre a contracorriente, defendiéndose.

"Deberías pasar un poco más de tiempo tratando de hacer algo para ti mismo y un poco menos de tiempo tratando de impresionar a la gente", dice a uno de ellos el director, y quizá sin saberlo sus palabras dan certeras en el clavo, en el meollo del asunto, no obstante que a veces parece que, más que intentar guiarlos, los trata con desprecio, con aires de superioridad y prepotencia, a pesar de que él mismo se pregunta cómo guiar a las nuevas generaciones, cómo afrontar él, o su generación, los cambios de una sociedad siempre en movimiento.

Presiones sociales son en este caso la principal limitante para desarrollarse, o lo que es lo mismo, ser lo que los demás quieren que sean, no tanto lo que ellos mismos quieren ser. Los jóvenes dudan en defender su identidad, su personalidad o sus intereses, por temor a ser criticados, por la incertidumbre que representa arriesgarse, o por el deseo de ser aceptados. Si no siguen lo que los demás dicen (padres, maestros, amigos), entonces entran en crisis. Lo saben, reconocen lo que son y lo que quieren ser, pero se dan cuenta también que ambas ideas no siempre empatan, lo cual es siempre conflictivo.

La presión es que en su contexto social los criticarán no importa qué decidan, ya sea por lo que hagan o no, lo que coman, como vistan, lo que sepan y digan, con qué personas hablen y se relacionen, con quienes no lo hagan y hasta por su posición social, cultural, creencias y relaciones sociales. Esa es la dificultad de su etapa de vida (y de la vida en general en cualquier momento, las percepciones sociales, los estereotipos, la aceptación, el rechazo y la adaptación). Crecer, específicamente hablando de la adolescencia, en un terreno que puede volverse hostil, para luego navegar para encontrarse a sí mismo en esa inestabilidad, en un mundo igual de confundido que ellos.

La convivencia durante el castigo les hace a estos cinco chicos darse cuenta de ello; que no importa la etiqueta con que carguen o el círculo de amigos en que se desenvuelvan, todos viven experiencias similares, temores, angustias, deseos, incertidumbre y la presión del mundo susurrando a sus oídos aquello que se espera de ellos (física, intelectual, cultural o socialmente hablando).

No es que los padres o profesores siempre presionen por molestar, muchas veces quieren sacar la mejor versión de sus hijos de acuerdo con su potencial, más bien es que a veces no saben cómo enfocar su energía y apoyo (y sí, muchas veces incluso es inexistente, como en el caso de Bender, y en otras está mal enfocado), pero también es que el adulto mismo en múltiples ocasiones se encuentra igual de confundido sobre diferentes facetas de la vida, porque saben, según su propia experiencia, que no hay un punto en el que mágicamente todo sea ‘perfecto’, pues el hombre, el mundo, no deja de cambiar inmerso como está en un mar de contradicciones e incertidumbre. “Cuando te haces mayor se te muere el corazón”, dice Allison en un punto de la historia, expresando una perspectiva pesimista de la vida.

Siempre hay que adaptarse para evolucionar, lo importante es estar preparado para ello. Lo necesario en todo caso es dejar que el adolescente encuentre su camino para estar preparado. ¿Cómo puede el joven crecer cuando el mundo a su alrededor no le permite cometer errores o enorgullecerse de quién es?

Una decisión es desafiar las reglas que no les ayudan a seguir adelante, pero también entender que si cometen errores, no será suficiente con cumplir el castigo, o disculparse, lo más importante consiste en aprender y entender qué se hizo mal. Tal vez no todos lo logren, tal vez algunos se queden a medio camino, pero al menos lo intentan; este, desde luego, es el caso con los cinco titulares de la historia.

“¿Por qué ere amable conmigo?”, le pregunta Allison a Claire una vez que la segunda le ayuda con un cambio de imagen (innecesario, igual de estereotipado y explotando la ‘belleza’ según la percepción de las masas, cabe señalar) para experimentar otra forma de verse a sí misma. “Porque me dejas”, dice Claire. Son sus acciones que demuestran qué tipo de personas son, pero al mismo tiempo es afrontar esas decisiones, lo que también las ayuda a desarrollarse.

Brian pregunta si después de ese sábado, al lunes siguiente, en la escuela, los demás se atreverán a saludarlo en los pasillos. Claire, como también Andrew, le dicen que no, que no importa que así lo quiera, no lo hará. No dice que sí porque prefiere no mentirle o hacerlo sentir mejor y luego decepcionarlo, pero al mismo tiempo, sus palabras pueden sonar duras, sin embargo, al mismo tiempo, realistas. Claire se defiende diciendo que se le critica por su honestidad, pero en paralelo, Brian la ataca por no poder ser honesta consigo misma, con sus amistades, atreverle a saludar el lunes si así lo quiere y aceptar que ahora puede, pero no se atreve públicamente, a proclamar que ve a Brian y a los demás como sus amigos, como sus similares.

El todo es parte del proceso de crecimiento, de maduración, pero si reconocerse es el primer paso, ¿cuál es entonces el siguiente? Aprender a alzar la voz, por ejemplo, aprender a decir ‘sí’ cuando es importante hacerlo, o decir ‘no’ cuando es necesario. Respecto a ello, un tópico importante para abordar es la importancia de los límites, en relación al abuso (físico y emocional) y al acoso, porque por mucho que Bender bromee escondiéndose entre las piernas de Claire, y por mucha solidaridad que haya para entonces como camaradas entre los cinco, la acción de él no deja de ser inaceptable, incorrecta e irrespetuosa, y por ende, una escena cada vez más difícil de digerir, pues deja de parecer divertida y pasa a ser más bien inapropiada. La verdadera amistad y solidaridad no pueden basarse en discriminación y abusos.

“Nos ve como quiere vernos. En los términos más simples, en las definiciones más convenientes. Pero lo que descubrimos es que cada uno de nosotros es un cerebro, un atleta, una inadaptada, una princesa y un criminal”, dicen los chicos al final de la película; en la vida, en cada persona, es exactamente lo mismo.

Ficha técnica: El club de los cinco - The Breakfast Club

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