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Y el que sigue...

Alfonso Villalva P.

Y el que sigue…

 Alfonso Villalva P.

Por si acaso te pasó por la mente, te aconsejo: ni lo intentes. Por favor no trates de imaginar cómo será el día después de mañana, y el que sigue, y el que sigue… Simplemente, te lo suplico, aprieta la panza, los intestinos, como siempre lo has hecho, como hombrecito, como mujercita, y asume que librarla hoy, es ya un buen augurio para librarla mañana.

No pretendo, de ninguna forma, tomarme el atrevimiento de la arrogancia citadina del que con mucha comodidad, bien seco y absolutamente distante a una realidad devastadora, pretende dar consejos de gabinete, pretende decir, mira, chaval, que así son las cosas, mientras tú quien sabe dónde dormirás, que olores y miserias tendrás que soportar; mientras tu hijo o tu madre siguen desaparecidos, mientras él, el consejero de gabinete, se enfunda un pijama de franela y sueña como un querubín, con mucho calor humano del cual aferrarse. No, de ninguna manera lo pretendo. 

Simplemente quiero decirte que se veía venir, y no solamente en tu comunidad, en tu ciudad, tu región. No. Se veía venir una vez más en este País al que parece que le dan ataques de amnesia recurrentemente, este País que se empeña en no evitar lo inevitable, quiero decir, lo inevitable que resulta como producto de la incompetencia de los que han pasado por aquí sonriendo en las campañas políticas y despedazando tu porvenir en el ejercicio de sus responsabilidades constitucionales, porque más allá de lo que pueda calificarse lisa y llanamente como un acto de corrupción, tenemos la incapacidad de ejercer funciones como dios manda, y defender tu patrimonio, tu estabilidad, tu seguridad, vaya, evitarte ser el protagonista de una tragedia de proporciones internacionales.

No es solamente un tema de que, por estas latitudes, resulta que los presupuestos de egresos misteriosamente se esfuman sin dejar rastro. No. No es solamente eso. Es la ira de pensar que una persona medianamente responsable, medianamente sensible a tu realidad, asumiría la obligación de anticiparse a lo que puede resultar en una tragedia; de actuar diligentemente para tomar medidas que se adelanten a los desastres naturales que ya sabemos que sí –esos sí- son inevitables.

Ahora resulta que te quieren engañar una vez más, atribuyendo tu desgracia a los malignos y malditos designios de un calentamiento global al que hacen parecer con voluntad propia y ensañado precisamente contigo, con los tuyos y tus vecinos. Ahora resulta que es culpa de un chino que no apaga la chimenea de su fábrica de hule al este de Beijing, lo que ha provocado que hoy no tengas más casa, más ropa, más negocio, más modo de vivir.

Insisto, no creas que quiero arrogarme el papel de sabio de gabinete, pero si de algo te sirve, si en algo te consuela, a mi también me indigna que cada año tengamos que pasar por lo mismo tú y yo, ya sea en Tabasco, en Chiapas, Yucatán o Quintana Roo. En todo el País, ya sea con huracanes, frentes fríos, tormentas tropicales o cualquier otro meteoro de abolengo. Siempre es igual y aquí no hay dios que tome una decisión para preverlo, para evitarlo, para generar, al menos, algún mecanismo que haga tu vida menos miserable después de ver como un río enfurecido arranca de tus manos todo tu patrimonio, conjuntamente con algún ser querido cuyo destino nunca pensaste que fuese morir ahogado en la corriente de la incompetencia.

Y claro está. Ahora políticos van, políticos vienen, ellos se arrebatan una dudosa oportunidad que tu desgracia, tu dolor, tu destino de vivir en la inmundicia, les brinda. Ellos así son, ya lo sabes, tratando de tomar el crédito de todo. Como si la ayuda que te envían hubiese salido de su billetera, como si ellos estuviesen haciendo un sacrificio por ti, tu madre y la madre de tu madre.

No pienses en lo que sucederá mañana, pues ya tienes suficiente con tratar de sobrevivir el día de hoy. Solamente toma en cuenta que gracias a tus hermanos de toda la República, esos seres que desinteresadamente se comprometen contigo sin conocerte, esos a los que el anonimato les va bien con tal de que tú recibas su ayuda, esos que han estado allí latentes desde siempre, como en el ochenta y cinco, como en todos los demás desastres que año con año azotan a nuestra raza, gracias a ellos, que son iguales a ti cuando te ha tocado ayudar para el otro lado, gracias, decía, por que con lo que si cuentas es con la certeza de que mañana tu destino será mejor.

 Twitter: @avillalva_

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