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Mexicanizarse

Alfonso Villalva P.

Mexicanizarse

 

Alfonso Villalva P.

  

La ventaja de los neologismos es que admiten siempre una nueva oportunidad para generar un significado más exacto, más noble, más cercano a lo que quisiéramos que sea o más pernicioso, ya sabes que siempre habrá quien prefiera ese destino.  Así como las personas, o las naciones, que cada día podemos aspirar a un nuevo amanecer, una nueva forma de existir, una nueva razón de ser.

 

La mexicanización. Ya lo has oído seguramente. De este neologismo saltan a tu horizonte de manera inmediata, según la edad que tengas, dos posibles acepciones popularizadas en diferentes momentos y circunstancias de las últimas tres décadas.

 

La primera desde luego, tiene que ver con los mecanismos de inversión que se fueron construyendo con la repatriación de capitales en los años noventa, y que implicaba la inversión directa de mexicanos que recuperaban la confianza en el país después de las crisis recurrentes de los setenta y los ochenta.

 

La inversión en esos tiempos iba dirigida hacia áreas o industrias preeminentemente copadas por empresas multinacionales, creando nuevos participantes en los mercados correspondientes. Se mexicanizaba, por ende, la economía, al tiempo que se privatizaba.

 

La segunda acepción es ésta que ha salido de boca de líderes políticos o religiosos en los últimos cinco años por lo menos, que implica la adaptación de otro neologismo igualmente pernicioso que en México nos encantaba utilizar, que era el de la colombianización, haciendo referencia al fenómeno de violencia y corrupción generado en Colombia por lustros y que provocó el deterioro de las fibras sociales más elementales de nuestro hermano país sudamericano.

 

Ahora se utiliza a la inversa, -mexicanización-, respecto de nosotros mismos, aludiendo a una realidad que ya se ha vuelto crónica donde el deterioro de los valores ciudadanos fundamentales ha llegado a niveles insospechados, creando la normalización de la corrupción y la violencia como parte de la realidad cotidiana de nuestro país.

 

Nos ofende y nos cabrea, claro está. Pero normalmente lo que te enoja de ti mismo es lo que más te molesta escuchar. Comúnmente te saca de quicio escuchar que alguien más describa los defectos que  mismo sabes que tienes. Escucharlos en boca de un tercero simple y sencillamente te descoloca y te hace rumiar tu vergonzante verdad. Mexicanización, de manera sardónica te lo dicen en tu cara, en tus narices.

 

Mexicanización, un neologismo al que si no le cambias tú de significado aquí y ahora, puede acabar por cambiarte ya para siempre el porvenir y definirte, pues la espiral de decadencia y de vacío, por más que te empeñes en culpar a terceros de ella, se ha convertido en parte de tu existir.

 

La corrupción en todas sus manifestaciones pedestres y rutinarias que existen en la familia, el colegio, el trabajo, la calle y la estación de Metro. La corrupción voraz y cínica de las esferas públicas de la Nación. La corrupción y la decadencia en las relaciones pavlovianas de pareja, en la hermandad, en el deporte. El pragmatismo que elimina los escrúpulos y destituye la virtud como divisa, entronizando al sinvergüenza como héroe social.

 

Mexicanizar y mexicanizarte. Una oportunidad para darle sentido al neologismo como reflejo de un nuevo sentido de la sociedad y de tu existencia. Un nuevo amanecer más rico en satisfactores humanos, sin el reinado frívolo y ficticio de los espejos, la vanidad y las apetencias primitivas.

 

Mexicanizarte haciendo tuyo el barroco, las lenguas indígenas, la tradición de los tamales y las piñatas de cumpleaños. Mexicanizarte conociendo y enorgulleciéndote de lo que otros mexicanos producen y crean -tantos que lo hacen-, haciendo las cosas bien, asumiendo responsabilidad de tus actos y promoviendo consecuencias positivas.

 

Mexicanizarte como nueva divisa que te identifica, como un ciudadano que no abusa, que no se mete en la cola, que no se ostenta influyente. Mexicanizarte denunciando la corrupción, la violencia y el abuso, pero no desde un falso pedestal hipócrita, sino desde la congruencia del respeto a los demás y al orden jurídico. Desde el voto a quien haga propuesta y la cumpla, no a quien inepto administre canonjías y te salpique con los retazos del poder groseramente explotado.

 

Mexicaniza nuestro futuro capitalizando nuestras riquezas humanas y culturales como plataforma para hacer de este sitio el marco de tus sueños más atrevidos, como vecindario de la paz, el progreso y, especialmente, la posibilidad de vivir una vida con pleno significado, respeto y libertad.

 

Mexicanízate hoy y para siempre, y haz que la próxima vez que alguien utilice el neologismo, sea como una forma de admirar y reconocer la capacidad y calidad de un mexicano, no para ridiculizarnos por la pequeñez y mezquindad de quienes hasta ahora se han encargado de definir este neologismo.

  

Twitter: @avillalva_

 

 

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