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Amor sin barreras

Diana Miriam Alcántara Meléndez
Diana Miriam Alcántara Meléndez

Hay que saber elegir tus peleas. Hay que ser certeros con quién y cuándo pelear, para no salir derrotado en la contienda. Valorar momento, tiempo, gente, repercusiones, pros y contras; hay causas porque las que es importante pelear y  causas que es importante saber cuándo pelearlas, porque por cada acción hay una reacción. La historia de Amor sin barreras – West Side Story (EUA, 1961) es eso, una serie de conflictos y decisiones relacionadas unas con otras que a veces toman el giro erróneo porque no se eligen correctamente en lugar y momento. Porque saber elegir es priorizar y priorizar es madurar; los personajes de esta historia, en su mayoría, no han logrado entenderlo.

Ambientada en el escenario neoyorkino, la historia presenta la enemistad entre dos grupos sociales diferentes que disputan por poder y supremacía. Cuando María (Natalie Wood), la hermana de Bernardo (George Chakiris), líder de la banda de los puertorriqueños “Sharks”, se enamora de Tony (Richard Beymer), el segundo de Riff (Russ Tamblyn), líder de la pandilla de los “Jets”, la situación se convierte en el pretexto ideal para dejar salir su odio por el otro y crear un conflicto en pelea permanente y en ascenso entre unos y otros, con resultados letales.

Los jóvenes en la historia son un grupo de personajes con la necesidad de dejar salir su ira y su disgusto con la sociedad y con su propia vida, son producto de su ambiente, pero además resienten ese ambiente en la medida que no les ofrece oportunidades de desarrollo. Un sistema judicial que voltea la cara a conveniencia, una generación producto de la decadencia económico-social, de acuerdo a la ambientación de época en que se desarrolla, además de un grupo de jóvenes buscando oportunidades pero divagando sin rumbo. Por lo menos así lo expresan los Jets en el número musical “Gee, Officer Krupke!”, en donde Riff se autoproclama portador de la “enfermedad social”. “La sociedad le hizo una mala jugada”, responde uno de sus compañeros.

Las pandillas pelean por un territorio y no porque estrictamente sea de ellos, sino porque necesitan aferrarse a creer que tienen control sobre algo y que tienen algo por lo que luchar; producto, además, de su legado cultural, educativo, histórico y mental. Los Sharks son vistos como unos inmigrantes que han llegado a invadir el espacio de los otros, a pesar de que ellos mismos, los Jets (irlandeses aparentemente -o italianos-), también son producto de ese mismo legado inmigrante que ocurrió en épocas pasadas.

A través del número musical “América” la película se permite expresar una crítica analítica de esta realidad del país, Estados Unidos. Anita (Rita Moreno), novia de Bernardo, canta “Todo es mejor en América”, a lo que su novio responde “Puerto Rico es parte de América”. Un problema económico social que hace de los ciudadanos puertorriqueños extraños en un país del cual, de cierta forma, son parte integrante (Estado Libre y Asociado). La canción, aunque interpretada por los Sharks, demuestra la necesidad de identidad, independencia y pertenencia que todos estos personajes añoran. La canción habla de las oportunidades que ofrece el país pero al mismo tiempo la dificultad que enfrenta alcanzar esas aparentes oportunidades, incluida la desigualdad económica: “La vida es buena en América. Mientras seas blanco en América. Aquí eres libre y tienes orgullo. Siempre y cuando permanezcas de tu lado”. Ventajas y desventajas por igual que demuestran tanto Anita como Bernardo con su interpretación, hablando de dos puntos de vista igual de reales y burlándose de su propia experiencia y estilo de vida, tanto en su país natal como del país en el que viven.

Pero mientras las bandas se preocupan por definir cuándo y dónde pelear, Tony y María, que ya se han enamorado, sólo piensan en estar juntos. Esos contrarios ejemplifican cómo una misma realidad puede verse desde diferentes perspectivas según la forma de ver y vivir la vida, de pensar y de actuar. “¿No ves que es uno de ellos?”, pregunta Bernardo a su hermana cuando, en el baile en que se conocen, ella y Tony bailan juntos. “No, sólo lo veo a él”, contesta ella. Prioridades. ¿Qué es lo importante para unos y para otros (Jets y Sharks) y qué es lo que los impulsa ser y actuar así? Para María y para su enamorado lo importante no es la disputa colateral que los rodea, ni su pasado ni sus amigos ni sus relaciones, sino los sentimientos del uno por el otro y la persona misma como individuo; la base de su relación no se consiste en con quién se asocia a María y a Tony, Sharks y Jets, sino quiénes son ellos como personas, lo que piensan, lo que sienten, lo que opinan y como actúan.

Un romance que habla de lo bueno que puede rescatarse de un escenario negativo. “Nadie debía morir”, se queja uno de los muchachos luego de las muertes de Riff y de Bernardo. Pero, en su ira y venganza, en su necedad por saldar cuentas y jugar al ojo por ojo, ¿qué era lo que esperaban? Escogen pelear, luchar y abusar de la violencia en el libertinaje como rebelión y diversión catártica, pero no están listos para asumir las consecuencias.

Tal vez lo que se necesita para entenderlo es un punto de interés común, encontrar la coincidencia en su situación de jóvenes marginados, de personas objeto de la manipulación ideológica del sistema que aparenta igualdad en donde sólo hay explotación y dominio del poder socioeconómico, o la asimilación de la realidad, de lo sucedido y de las repercusiones que ello conlleva para el futuro personal de cada uno de ellos. María llorando al lado del cuerpo sin vida de Tony, para darle cara a ese sufrimiento y entender que sus acciones afectan a terceros.

La disputa entre dos siempre se extiende hacia más de dos, a terceros involucrados, quienes sufren las consecuencias de acciones de seres queridos; esa es la realidad de la rivalidad que opta por el abuso de poder y la violencia (intimidación o agresión por igual). Es aterrizar la realidad a un punto palpable, en este caso María y su sufrir por las muertes de su hermano y de Tony.

Un musical que pone especial atención en su trabajo visual (coreografías) y sonoro (canciones) para enriquecer con ello una historia romántica, lo mismo que una historia reflexiva respecto a una generación de jóvenes intentando comprender su entorno social y negándose a adaptarse a él; en su pluralidad y con la nueva diversidad social y de pensamiento provocada, entre otros factores, por la migración masiva, que naturalmente forma parte del ajuste comunitario, producto de cambios económicos y políticos a los que todo país debe ajustarse para cumplir con las necesidades globales de cambio (apertura de mercados y de fronteras, por ejemplo).

La película, ganadora de diez premios Oscar, entre ellos el de mejor película, fue dirigida por Robert Wise y Jerome Robbins, con un guión escrito por Ernest Lehman, basado en la obra musical homónima de Broadway a cargo de Jerome Robbins, a partir del  libro escrito por Arthur Laurents, que a su vez se inspira en la estructura narrativa de “Romeo y Julieta”, de William Shakespeare.

Ficha técnica: Amor sin barreras - West Side Story

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