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Televisión y cine

Diana Miriam Alcántara Meléndez

Una de las ventajas de la televisión sobre el cine es que el formato televisivo permite desarrollar historias paulatinamente, mientras que el largometraje tiene un tiempo limitado para contar una historia, plantear un conflicto, desarrollar personajes y resolver situaciones. Las series televisivas tienen la oportunidad de tomar todos los aspectos mencionados y darles su tiempo a través de capítulos y temporadas, permitiendo así explorar y evolucionar la trama constantemente y crecer junto con el espectador.

Por ello que se diga que algunos argumentos son más apropiados para el formato en la pantalla chica que para el de la pantalla grande, ya sea por su complejidad, por su variada temática y de personajes o por su potencialidad hacia diferentes rumbos de desarrollo que la historia misma puede tomar, es decir, en ocasiones algunos relatos son mejor contados cuando se desenvuelven y presentan de poco en poco y a largo plazo.

Si bien el formato cinematográfico debe tomar su tiempo para desarrollar tramas y permitir al espectador entrar en la historia, entender a los personajes o comprender sus metas, mismo que hace una serie televisiva en su capítulo piloto, la diferencia que continúa a estos procesos, a través del cine o la televisión, son distintos. Así, con el paso de cada capítulo el televidente regresa a compartir la historia de los que están en pantalla, invitando al público a ser parte de un mismo universo de ficción, mientras que el largometraje cinematográfico otorga tan sólo una hora y media o dos en promedio para lograrlo. Caso aparte pero importante mencionar son las miniseries que, aunque con capítulos limitados, también cuentan con su tiempo para presentar su argumento.

En muchas ocasiones tal conexión (espectador-serie televisiva) crece a la par que crece la trama y drama creadas a partir de guiones, actores, situaciones, programas en sí; el deseo del público por seguir compartiendo las aventuras y desventuras en las series televisivas impulsa a productores, realizadores y creadores a trasladar el concepto televisivo hacia el formato cinematográfico.

Variadas series de la televisión han encontrado su continuación en el cine o, en otros casos, su faceta cinematográfica dentro de su mismo espacio y tiempo. Dentro del primer rubro se encuentran aquellas películas que continúan la historia luego de que la serie televisiva haya finalizado su producción como, por ejemplo, las películas de la serie Sex and the city, Lizzie McGuire, Salvados por la campana, Los expedientes secretos X, Tan muertos como yo [Dead like me] o Don Gato y su pandilla. Dentro  del segundo rubro se encuentran películas que son algo parecido a capítulos intermedios o aventuras aparte dentro de las tramas televisivas y/o desarrollo de la historia. Entre algunos ejemplos están las series animadas de Sailor Moon, Phineas y Ferb, Recreo o Daria, así como algunas series infantiles y juveniles, como lo hicieron en su tiempo Sabrina, la bruja adolescente o Hannah Montana.

En la mayoría de ambos casos las razones obedecen al interés mercadotécnico por parte de sus productores, a la idea de continuar con un producto (televisivo), así como de ofrecer diferentes formatos de consumo que satisfagan las necesidades de los televidentes ansiosos y entusiastas por las historias de las que ya son seguidores. De cualquier manera muchas veces el interés y apoyo de los fanáticos, así como el agradecimiento por parte de los partícipes de estos proyectos televisivos, son los principales impulsores para la realización de este tipo de películas.

Por otra parte cabe señalar que en muchos otros casos la idea de un largometraje da pie al desarrollo de programas televisivos. Ejemplo de ello son Buffy, la cazavampiros, MASH, Ghost in the Shell, Juego de viernes por la noche [Friday night lights], Jumanji o Beetlejuice, conceptos cinematográficos que se vieran adaptados hacia la pantalla chica (los últimos dos en formato animado). Y por supuesto series televisivas que continúan hacia el formato del largometraje pero no como continuación del programa seriado, sino como continuación del concepto mismo, tal como sucediera con Los ángeles de Charlie o Los locos Adams; en ambos casos su historia comenzó en el formato de serie, luego como películas y posteriormente de nueva cuenta hacia la televisión.

Lo más importante de todos estos ejemplos es que aunado a la creatividad y la inventiva se encuentra la habilidad de un grupo de personas para contar en forma amena historias ricas en contenido. Más allá de la realización de novedosos conceptos (por no llamarlos remakes), lo que destaca es la posibilidad que se le proporciona al espectador para acercarse a través de diferentes formatos a un relato, personaje, temática, historia o situación que le motive a la reflexión, al entretenimiento y, por qué no, al conocimiento.

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