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Surrealismo

Diana Miriam Alcántara Meléndez

El surrealismo es un movimiento artístico caracterizado por la búsqueda de la interpretación de la realidad a través de la interiorización de los hechos (imaginación, subconsciente e irracionalidad) para exportarlos hacia un exterior palpable. Las visiones son cambiantes y muy subjetivas, abiertas a un alto nivel de interpretación, expresión y comunicación. Por ello, para muchas personas el estudio del movimiento surrealista significa adentrarse a un mundo difícil de entender, que requiere salir de sí para explorar perspectivas poco evidentes pero muy cargadas de información.

Probablemente en éste como en otros movimientos artísticos la visión propia es la única verdaderamente válida cuando se trata de interpretación de hechos; es difícil entender los verdaderos motivos y pensamientos que llevan a un autor a realizar una obra, pero en el caso del surrealismo, la carga emocional, intelectual y personal es tan fuerte que lo mejor es adoptar como propio el trabajo que se presenta y darle el valor que toma en la vida del espectador.

El cine, y el cine surrealista, no es la excepción en este tipo de procesos. Algunos artistas creen que sus obras dejan de ser propias cuando alguien más, al verlas, escucharlas o mirarlas, las toma como suyas tras explorarlas y aprender, congeniar o disertar de ellas. Uno de los enfoques del cine coincide con este pensamiento de colaboración artista-espectador, se alimenta de esta relación, se nutre y crece con el fin de motivar a ambas partes implicadas.

El surrealismo es entonces una reflexión interna del mundo subconsciente, no siempre existe una explicación para todo lo que se ve en pantalla y muchas veces se puede extraer algo de algún rubro cinematográfico de donde otras personas no logran encontrar ningún aporte.

Los sueños han sido para el ser humano una interrogante constante, por ello han sido abordados desde diversos enfoques; mientras que las ciencias lógicas sostienen teorías en donde se explica este estado de la mente como una manifestación del subconsciente, otros personajes más espirituales afirman incluso que se trata de mensajes del alma o seres fantásticos.

Retomar el tema de los sueños desde una enfoque surrealista es enriquecedor y disfrutable, en especial porque no implica forzosamente para el espectador una lógica como tal. Los sueños y el surrealismo no deben ser tomados como una fórmula correcta o incorrecta, lo positivo de este movimiento es que la mente puede experimentar, crear y, aunque parezca incomprensible, soñar.

Si, por lo tanto, este tipo de cine es una vía para que el mundo exterior pueda acercarse al estado subconsciente de las personas, entonces ¿estamos hablando de éste como un movimiento revolucionario? ¿O será acaso que el surrealismo ha sido un movimiento incomprendido?

Como corriente artística y cinematográfica el surrealismo permite manifestar sentimientos y reclamar atención en temas generales, sociales y externos, pero sobre todo, dentro de análisis internos y personales del individuo; más que de las masas, de las personas. Si esto es cierto, entonces el movimiento surrealista puede ser considerado como un reclamo pacifista que demanda reflexión, meditación y relajación.

Tal vez por ello ha surgido el estereotipo de que las personas cuyas obras tengan un tinte surrealista son personas de pensamiento libre. Pero sí idóneamente lo son por explorar su capacidad de creatividad y expresión, la escuela surrealista, finalmente, exalta las emociones del ser por sobre muchas otras áreas.

El movimiento ha evolucionado, transformándose y adaptándose al propio crecimiento artístico mundial. Dentro del cine, el surrealismo no ha sido del todo explorado y comprendido, fácilmente es confundido con un cine experimental; sin embargo, se encuentra presente en muchas formas de la cinematografía, con películas que forjan su argumento en el estudio de la mente, de los sueños, del arte y de la vida del individuo.  El surrealismo encuentra una justificación teórica con los Manifiestos Surrealistas de André Bretón (1896-1966) y es encarnado magistralmente por la filmografía de Luis Buñuel (1900-1983) con Un perro andaluz y La edad de oro, por ejemplo. Tal vez sólo haga falta poner mayor atención.

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