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El inicio

Diana Miriam Alcántara Meléndez

Muchas de las grandes invenciones y descubrimientos de la historia se han dado gracias a una serie de piezas que se acomodan de manera única para resultar en espléndidos momentos. El momento adecuado, la gente correcta y una forma de presentar situaciones de manera inesperada. Las mentes brillantes se enfrentan a situaciones imprevistas y la forma de resolverlas o afrontarlas trae consigo nuevas visiones. El cine es uno de esos casos.

Los hermanos Lumière planearon sus metas y eventualmente inventaron una máquina proyectora de imágenes, pero ante todo, estos personajes fueron unos científicos ideando nuevas teorías, comprobando hipótesis y realizando experimentos; el resultado: una nueva y revolucionaria forma de ver el mundo, visualmente hablando, incluso cuando aquella no fuera la idea original planeada por los hermanos.

Habría que preguntarse y explorar el contexto, intención y noción de aquel pensador que vislumbró el potencial del novedoso invento y decidió ofrecer el servicio contra precio a boleto de entrada que permitía a las personas presenciar el fenómeno entonces denominado “fotografía en movimiento”. Algo parecido ocurriría años más tarde en muchos otros rincones del mundo y de nuestro país, cuando las personas se reunían por las tardes para ver la televisión y en donde en muchos lugares cobraban la entrada por disfrutar del espectáculo, misma dinámica que toma lugar cuando las personas asisten a una sala de cine.

Dentro de los antecedentes del cine también es importante recalcar que la proyección de un rollo cinematográfico también significa considerar el espacio en el que se exhibe; no se trata sólo de cobrar dinero por ver proyectar una historia visual, también se trata de abrir nuevos espacios públicos para disfrutar de ello en forma social: estudios, cafeterías, teatros, centros de convenciones, etcétera.

El cine continúa creciendo e innovando, a pesar del evidente estancamiento en muchos de los rubros de la cinematografía, como el reciclado de historias y la falta de originalidad o frescura para contar relatos que se aproximen al pensamiento y sentimiento de la sociedad actual. Posiblemente lo que hace falta es el espíritu de aquella primera época, de arriesgarse a crear sin temor a equivocarse, sin temor a lo que pueda pasar. La actitud en la actualidad debería ser como la de ese ayer: querer hacer algo y luchar por conseguirlo.

Considerando que es difícil sorprender a la audiencia moderna, una audiencia acostumbrada a un cine de efectos especiales y sonidos, atacada constantemente por imágenes y resonancias comerciales, publicitarios, una audiencia en movimiento constante e intranquila,  es casi absurdo pensar que los primeros espectadores del cine se aterraban al ver un ferrocarril frente a sus ojos (una de las primera proyecciones consistía simplemente en ver un tren pasar de un lado al otro de la pantalla), poder observar su movimiento y su aproximación, entender que para ellos la imagen en movimiento era bastante real.

Es posible, casi seguro, que la imaginación del ser humano no se ha desarrollado hasta su límite, que aún tiene recovecos por dónde explorar la creatividad para ofrecer entretenimiento y generar asombro en los espectadores. Como ejemplo de esa capacidad basta con recordar aquel relato radiofónico realizado en 1938 por Orson Welles en donde se narraba la invasión de seres de otro planeta (adaptación a guión radiofónico de la novela de ciencia ficción “La guerra de los mundos” escrita por H.G. Wells), situación que en su tiempo provocó pánico entre miles de personas que escuchaban este medio de comunicación y que, como resultado, salieron horrorizadas de sus casas. El relativo actual de este suceso está aún por ser descubierto.

El cine es arte porque es creación e imaginación, el cine se reinventa. El cine es de quien lo hace, de quien lo ve y de quien lo critica; la conjunción de estas partes es lo necesario para lograr algo que no caiga dentro del molde de lo usual, de lo repetitivo.

Por ello que sea de gran importancia recordar aquella inventiva, creación y visión. Bien por el trabajo en equipo de muchas de las personas que se desenvuelven en el medio, mal por la lucha entre colegas; bien por quien se arriesga en busca de ofertas novedosas, mal por quienes se quedan con las fórmulas y la copia calca. Bien por las mentes ingeniosas y creadoras, por quienes ofrecen al mundo uno de los más grandes inventos de la humanidad: el cine.

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