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Analizando películas

Diana Miriam Alcántara Meléndez

Todas las películas pueden hacer al espectador reflexionar, pensar, enseñarle algo, dejarlo con alguna satisfacción o aprendizaje, pero es común terminar de ver una película con la pregunta: ¿Qué me quisieron decir? Esto sucede cuando las piezas no están debidamente ubicadas en el rompecabezas, es decir, en el largometraje. Es importante tener presente que más allá de que las películas puedan se catalogadas como buenas o malas, está la distinción entre películas con las que se puede aprender y crecer, y películas que básicamente están huecas.

Algo esencial para tomar en cuenta cuando se realiza un guión (o un proyecto fílmico como tal) es el tener claro qué se quiere decir, para más tarde poder construir una estructura que responda al cómo se quiere decir ese algo.

Más tarde llegará el trabajo de manufactura; en otras palabras, la unión de todos los aspectos técnicos que corren, en gran medida, a cargo de la producción (equipo encargado de reunir desde las locaciones, a los actores frente a la cámara, a los iluminadores o a los encargados de vestuario, por mencionar algunos). Así, una película puede ser vista como todo un proceso de trabajo en equipo en el que se conjuntan la labor de diferentes profesionistas y es así como para los expertos se entiende una producción cinematográfica.

Existen casos en donde es notable el trabajo realizado por distintos miembros de los departamentos artísticos o técnicos. Mencionemos como ejemplo a la dirección artística, demostrando su trabajo en pantalla cuando se observan imágenes y transiciones bellas; o el trabajo de los actores, cuando sus interpretaciones exaltan al espectador.

Una película mala por lo tanto puede ser llamada así cuando alguno de esos departamentos falla. Cuando una actuación espléndida o un montaje preciso no son suficientes para un resultado final satisfactorio. Las premiaciones como el Oscar pueden explicarlo mejor. Las categorías que se premian obedecen a distintos rubros de trabajo. Por ello que existan premios para los actores, los músicos, los directores, los guionistas, los editores, los mezcladores de sonido, etcétera; pero la categoría de mejor película reconoce a aquellos largometrajes que son considerados como un éxito en conjunto, un logro en todos los anteriores departamentos mencionados.

Muchas de las películas criticadas negativamente por los expertos son aquellas que fallan en gran manera en cada aspecto de la película, no solo cuando las actuaciones no son convincentes, también cuando la historia no cuenta nada o no conecta con quien la ve, cuando el director no sabe sacarle provecho a su equipo; incluso los efectos especiales y maquillaje entran en discusión cuando se eligen a las mejores y peores películas cada año (por lo regular en los conteos, premiaciones o resúmenes anuales).

Se dice que una película está hueca cuando no se le encuentra el mensaje al producto completo, más allá de sus fallas en aquellos departamentos antes mencionados, tal como sucede, por ejemplo, con un libro o un cuento, independientemente de su gramática, sintaxis o estilo, el lector busca en sus páginas un mensaje, una idea, un contenido que le satisfaga.

Hay quienes dicen que el cine nunca es malo si se le sabe sacar provecho incluso en las peores circunstancias; a pesar de que a las películas se les defina como extrañas, aburridas, repetitivas, absurdas, inconstantes, o por qué no decirlo, tontas, siempre existe la posibilidad de aprender de ellas o de descubrir los elementos positivos que sin duda también contienen. Más aún, hay quien afirma que lo mejor de ver películas malas es aprender lo que no se debe de hacer (consejo para los que hacen cine), o comenzar a distinguir entre una y otra película (buena o mala, entretenida o cuestionable), en fin, para aprender del cine y sobre cine.

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