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“Será que nada es más importante que…NUESTRO CELULAR???”

German de la Cruz Carrizales

Acabo de leer en internet que a la entrada de algunos restaurantes europeos les decomisan a los clientes sus teléfonos celulares.

 

¡Por fin alguien lo hizo!

 

Según la nota, se trata de una corriente de personas que busca recobrar el placer de comer, beber y conversar sin que los ring’s tones interrumpan, ni los comensales den vueltas como gatos entre las mesas mientras hablan a gritos. La noticia me produjo envidia de la buena. Personalmente, ya no recuerdo lo que es sostener una conversación de corrido, larga y profunda, bebiendo café o chocolate, sin que mi interlocutor me deje con la palabra en la boca, porque suena su celular. 

En ocasiones es peor. Hace poco estaba en una reunión de trabajo que simplemente se disolvió porque tres de las cinco personas que estábamos en la mesa empezaron a atender sus llamadas urgentes por celular. Era un caos indescriptible de conversaciones al mismo tiempo. También lo desagradable que resulta que estando impartiendo mi cátedra con alguno de mis grupos, suene e interrumpa la secuencia de la exposición algún escandaloso celular.

Gracias al celular, la conversación se está convirtiendo en un esbozo telegráfico que no llega a ningún lado. El teléfono se ha convertido en un verdadero intruso. Cada vez es peor. Antes, la gente solía buscar un rincón para hablar. Ahora se ha perdido el pudor. Todo el mundo grita por su móvil, desde el lugar mismo en que se encuentra, incluso en un lugar de oración como es la misa.

La batalla, por ejemplo, contra los conductores que manejan con una mano, mientras la otra, además de sus ojos y su cerebro se concentran en contestar el celular, parece perdida. Aunque la gente piensa que puede hablar o escribir al tiempo que se conduce, hay que estar en un accidente causado por un adicto al teléfono para darse cuenta de que no es así. No hace mucho me multaron por hablar precisamente por celular, me causó enojo, pero al fin me di cuenta de lo peligroso que resulta eso. A partir de entonces no lo hago más, pero si me fijo en la cantidad tan grande de gente que habla manejando.

No niego las virtudes de la comunicación por celular. La velocidad, el don de la ubicuidad que produce y por supuesto, la integración que ha propiciado para muchos sectores antes al margen de la telefonía. Pero me preocupa que mientras más nos comunicamos en la distancia, menos nos hablamos cuando estamos cerca.

Me impresiona la dependencia que tenemos del teléfono. Preferimos perder la cédula profesional que el móvil, pues con frecuencia, la tarjeta SIM funciona más que nuestra propia memoria. El celular más que un instrumento, parece una extensión del cuerpo, y casi nadie puede resistir la sensación de abandono y soledad cuando pasan las horas y este no suena. Por eso quizá algunos nunca lo apagan. ¡Ni en cine! He visto a más de uno contestar en voz baja para decir: "Estoy en el cine, ahora te llamo". 

Es algo que por más que intento, no puedo entender. También puedo percibir la sensación de desamparo que se produce en muchas personas cuando las azafatas dicen en el avión que está a punto de despegar que es hora de apagar los celulares. También he sido testigo de la inquietud que se desata cuando suena uno de los timbres más populares y todos en acto reflejo nos llevamos la mano al bolsillo o la cartera, buscando el propio aparato.

Pero de todos, los BlackBerry merecen capítulo aparte. Enajenados y autistas. Así he visto a muchos de mis colegas, absortos en el chat de este nuevo invento. La escena suele repetirse. 

El BlackBerry en el escritorio. Un pitido que anuncia la llegada de un mensaje, y el personaje que tengo en frente se lanza sobre el teléfono. Casi nunca pueden abstenerse de contestar de inmediato. Lo veo teclear un rato, masajear la bolita, y sonreír; luego mirarme y decir: "¿En qué íbamos?". Pero ya la conversación se ha ido al traste. No conozco a nadie que tenga BlackBerry y no sea adicto a éste.

Doctor: no levanto la cabeza, me tropiezo con todo, me río solo, no hablo con la gente, me hablan y no pongo atención, parezco idiota, ¿qué tengo doctor? Un BlackBerry”

Alguien me decía que antes, en las mañanas al levantarse, su primer instinto era tomarse un buen café. Ahora su primer acto cotidiano es tomar su aparato y responder al instante todos sus mensajes. Es la tiranía de lo instantáneo, de lo simultáneo, de lo disperso, de la sobredosis de información y de la conexión con un mundo virtual que terminará acabando con el delicioso placer de conversar con el otro, frente a frente. 

                                                                                                                 

¿Y usted qué opina?

 

Participe en el programa de Lala, “Héroes que inspiran vidas”, proponiendo a esos héroes anónimos en la dirección electrónica  [email protected]

 

 (Le comparto este tema: Sound of Music | Central Station Antwerp (Belgium) Haga clic en la dirección de abajo:

 

http://www.youtube.com/watch?v=7EYAUazLI9k

 

No deje de ver este video relacionado con el tema. Me lo envió mi amiga Psicóloga Laura Reyes. Haga clic en:

 

http://www.youtube.com/watch?v=17ZrK2NryuQ

 

 

Si aun no ha leído el artículo "Mi mama no tiene NOVIO!!! se lo recomiendo en: 

 

http://blogsiglo.com/archivo/303.html

 

 

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“QUIEN NO VIVE PARA SERVIR, NO SIRVE PARA VIVIR”

Germán de la Cruz Carrizales

  Torreón, Coahuila. México

                 MMXI

 

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