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Historias ¿originales?

Diana Miriam Alcántara Meléndez

Uno de los puntos que más nos recalcan durante las clases de guionismo es ser originales, únicos, creativos, proponer cosas diferentes, expresarnos y entretener de una manera fresca. Entonces ¿por qué la escases de historias originales?¿Donde está la creatividad?

Revisaba un artículo en internet sobre los remakes de películas que se están preparando actualmente en Hollywood. El artículo menciona más de cincuenta. ¡Más de cincuenta! Desde títulos que en lo personal no me suenan conocidos (otros tiempos u otros países que no he descubierto), hasta clásicos que en mi opinión no deberían ser tocados. Lo siento pero no puedo concebir a una Eliza Doolittle renovada en una nueva versión de Mi bella dama (EUA, 1964), incluso con el encanto de Carey Mulligan. Su versión original con Audrey Hepburn es única, acorde con la época y el contexto, es una historia que a la fecha funciona en su formato de hace más de cuarenta años, en su actuación y con su música.

Lo mismo pienso para Los Guerreros (EUA, 1979). “Querido señor Tony Scott, creo que es un director y productor sensacional, pero ese viaje a Coney Island de los años setenta es irrepetible, el ambiente neoyorkino de esos años no es el mismo que el de la actualidad”. Atentamente, yo.

Y la lista sigue, Los pájaros (EUA, 1963), Barbarella (Francia, Italia, 1968), El submarino amarillo (UK, EUA, 1968), Conan (EUA, 1982), La historia sin fin (EUA, Alemania occidental, 1984), Footlose (EUA, 1984), Robocop (EUA, 1987), Battle royale (Japón, 2000), El orfanato (España, México, 200). Alto, alto, esto necesita un respiro. No sé si es porque las historias ya han probado su éxito y los altos ejecutivos en las productoras juegan a lo seguro, o si es que realmente crean que las historias necesitan volver a ser contadas para llegar a nuevas y más jóvenes audiencias. Lo cierto es que no siempre nos hacen un bien, no cuando somos tantos escritores allá afuera con miles de ideas y ganas de trabajar y arriesgar para ofrecer cosas nuevas. No, cuando las versiones originales, de donde sean, de cuando sean, se encuentran bien elaboradas, de verdad, ¿hace falta el remake? Y dejémonos de “viejas” películas; los remakes de igual manera se aplican a versiones relativamente recientes: sí, Estados Unidos tardó menos de dos años en preparar su versión de películas como Déjame entrar (Suecia, 2008), Rec (España, 2007), The girl with the dragon tattoo (Suecia, Dinamarca, Alemania, Noruega, 2009), o Un funeral de muerte (UK, EUA, Países Bajos, Alemania, 2007).

Aunque personalmente doy prioridad a la versión original, me he aventurado en algunos proyectos. Por ejemplo, un buen día vi Vanilla Sky (EUA, 2001), luego leí que era un remake de la española Abre los ojos (España, Francia, Italia, 2007) y corrí a verla también. Confieso que nunca he visto las originales de Cuando llama un extraño (EUA, 2006) [original de 1979], Los infiltrados (EUA, Hong Kong, 2006) [original de 2002], o Doctor Dolittle (EUA, 1998) [original de 1967], por mencionar algunas; así como nunca he visto el remake de otras. Pero ante todo, estoy consciente de los proyectos y sus versiones y así determino qué opción me llama más la atención.

Más allá del remake y la mercadotecnia lo importante es ofrecer al público una opción de entretenimiento bien realizada; por ello creo que la mejor opción es darle una oportunidad a ambas versiones, ver una, ver dos, ver las dos si es que el proyecto lo vale.

Existen miles de historias que contar y miles de formas de contarlas, así como hay una audiencia para todos y para todo, como hay escritores llenos de ideas y proyectos. Sé que darle al clavo no es fácil, que hay que leer muchos guiones para encontrar el ideal para ser producido, que los escritores generamos mucha paja antes de lograr un buen guión, que el proceso de producción es largo y cansado, y que no importa quién o quienes estén involucrados, el éxito no está escrito ni asegurado en ningún caso. Sin embargo, creo también que no podemos engañar a nadie,  menos a quienes asisten a las salas cinematográficas, porque tanto ellos como nosotros merecemos propuestas diferentes, opciones diversas, enfoques innovadores, películas refrescantes y entretenidas.

No creo que la mejor opción sea invertir tiempo y esfuerzo en rehacer una película cuando se puede hacer algo nuevo. Así como creo que lo mejor es ir al cine y ver lo que más no gusta, abiertos a todo él, dejemos que nos sorprenda.

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