El deporte tiene también cosas hermosas e inolvidables. Este cuarto campeonato que logró Santos Laguna nos deja cosas imborrables. Una de ellas fue que el primer reconocimiento para un gran campeón la dio el Monterrey, primero en forma personal y luego todo el equipo.
Apenas concluido el partido algunos Rayados felicitaron a jugadores santistas, y el mismo Humberto Suazo se acercó a varios laguneros para darles su reconocimiento. Posteriormente todo el equipo regio hizo el famoso pasillo para que pasaran los nuevos campeones a recibir su trofeo.
Vaya también merecido reconocimiento a la labor callada y acertada de dos exjugadores santistas que mucho ayudaron, Héctor Adomaitis, que fuera campeón con Santos en su primer título del 96, y Héctor López, también campeón en el Verano 2001.
Los méritos de Benjamín Galindo fueron mostrándose a lo largo del torneo, donde buscó siempre corregir sus propios errores y los de sus jugadores. Nunca se cerró a la crítica y a todos escuchó, esto lo mostró especialmente en la liguilla.
Tuvo, como es normal, sus preferencias, que tendrá que analizar para el futuro. Por ejemplo, confió demasiado en gente como Christian Suárez, de gran rendimiento al principio y apagado en la liguilla. Igual lo hizo con Cándido Ramírez, quien al final no sabía cómo terminar las jugadas.
Alejandro Irarragorri debe estar feliz con esta cuarta corona, atorada tanto tiempo y que le ayuda a seguir dando buenas cuentas a una empresa que tanto quiere a esta Comarca. Felicidades también a Alberto Canedo y Gustavo de Villa, que tanto han hecho por el equipo.
