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Las Palabras Tienen la Palabra / Es como pegarle al gordo

Juan Recaredo

Cuando tengo qué hacerme cargo de algo de lo cual no soy responsable total o parcialmente entonces me quejo de que “yo soy el que tengo qué pagar el pato”. Me quejo porque me siento víctima de una injusticia, me siento agredido y me siento… y me siento porque ya no aguanto parado.

Luego me pregunto ¿y por qué se dirá que tengo que pagar el pato? ¿Por qué no se dice que tenga qué pagar el pollo o el gallo o el guajolote que se hizo en mole y del cual comimos todos?

Pues ahora sale alguien por ahí con que la expresión no se refiere originalmente a alguna ánade comestible sino a un PACTO. Afirma que en la Edad Media se maltrataba a los judíos porque se les acusaba de tener un pacto hecho con Dios y se les castigaba en donde más podía dolerles, sobre todo siendo ellos judíos: en el bolsillo.

¿Ah, tienes un pacto con Dios? Muy bien, no importa, pero tienes que dar una lana por tener ese pacto, así que más te vale pagar el pacto… y se cuenta que luego esa expresión se fue desvirtuando y en un momento determinado el pacto se volvió pato.

Otra expresión: Mi papá ya está viejo, ya está chocheando. ¿Por qué chocheando? Pues porque ya está chocho, ya está viejito y se le empieza a brincar la cadena de los tiempos. Entonces viene la pregunta ¿Chocho? ¿Por qué chocho?

Hay una versión –tómelo como una anécdota y no se ponga muy exigente en cuanto a veracidad- que dice que “estar chocho” viene de la voz infantil dichoso, que el niño diría “choy muy dichocho” (de veras ¿eh? Así dice y también que de eso aflora en padres, abuelos y tíos una clase de felicidad u orgullo que se manifiesta en el ánimo y el comportamiento que los saca de su normal forma de ser.

Afirma que siempre los más “chochos” son los abuelitos, especialmente con el primer nieto y a menudo se los encuentra usted hablando chocheras, aunque a mí se me hace más probable que hablen “lenguaje chocho” por causa de “lach placach dentalech que che me dechajuchtan”.

Pegarle al gordo es otra expresión muy usual que se refiere específicamente a quien tiene la suerte de ganarse el premio mayor en la lotería. El dicho no requiere muchas explicaciones sin embargo me han preguntado por qué se dice así.

Yo les digo que obviamente el premio mayor es el “gordo” porque es el que tiene más sustancia, tiene mucho qué dar y naturalmente que todos queremos “pegarle”, atinarle como le pegamos a la piñata para que se rompa y derrame su generoso contenido… a veces no muy generoso pero, bueno, eso ya depende de los organizadores de la posada.

Escríbale a Don Juan Recaredo:

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PREGUNTA DEL PÚBLICO.-

¿La palabra analfabeta se usa igualmente para personas del sexo femenino o masculino? Pregunta Margarita García.

RESPUESTA:

No… Bueno, sí se usa así, pero es incorrecto. El hombre que no sabe leer ni escribir es analfabeto y la mujer en ese caso es analfabeta.

Frase aparentemente lógica para terminar: Si cigarrera es la chica que vende cigarros, ramera será la persona que comercie con su RAM. ¿Cómo dijo? ¡LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA!

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