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Se mete el Real Madrid a octavos en Liga de Campeones

04 noviembre 2003

Belgrado, (EFE).- El Real Madrid, ayudado por el triunfo del Oporto contra el Marsella, obtuvo el empate que necesitaba para seguir en la Liga de Campeones, pero cuajó un partido gris en el campo del Partizán, sobre todo en el primer tiempo, y carente de acierto en ataque.

No consiguió alcanzar su gol 600 en la historia de la máxima competición europea, pero ese era un objetivo marginal en este partido. También vio frenada su racha de victorias, aunque al menos tiene buena parte de los deberes hechos con dos jornadas por delante, en las que le queda amarrar el liderato.

La niebla se quedó por encima de la cubierta del estadio del Partizan, pero al conjunto de Carlos Queiroz se le nubló la vista, sobre todo cuando miró hacia adelante. Estuvo anodino y hasta aburrido. Casi nunca vio el camino idóneo para crear peligro y cuando lo encontró la falta de precisión fue absoluta.

Una nueva actuación portentosa de Iker Casillas, que evitó al menos tres goles, fue la tabla de salvación hoy del Real Madrid.

Tan solo Ronaldo, tras un robo de balón, puso realmente en aprietos al gigante guardameta Pantic (m.32), quien también respondió con presteza a una floja volea de Raúl (m.40).

Estos lanzamientos, junto a un testarazo cruzado de Figo, fueron las únicas señales de vida del Real Madrid en el área del campeón serbio, muy poco bagaje como para pensar en dar un disgusto a la entregada hinchada del Partizan.

La temprana lesión de Roberto Carlos (se lastimó en un muslo tras lanzar una falta a los ocho minutos) despertó al equipo de Lothar Matthaeus y cambió el orden de salida del cuadro de Queiroz. Guti entró al campo, por lo que Helguera pasó al centro de la zaga y Raúl Bravo al lateral zurdo.

Esta versión, más de control del esférico pero con menos sujeción del rival, volvió a sufrir ante una medular oponente trabajadora e incómoda por la movilidad de Sasa Ilic e Ivica Iliev, quienes propiciaron varias llegadas inquietantes para Iker Casillas.

Mientras Luis Figo, en su trigésimo primer cumpleaños, lo intentaba por un lado y por otro, Zidane no encontraba el manejo habitual y Beckham se acababa perdiendo en enfrentamientos con los rivales, el Partizan, sin alardes, se aproximó con cierto peligro ante el meta madrileño, quien volvió a mostrar su estado de gracia con una parada increíble al borde del descanso, con la que sacó un remate a bocajarro de Delibasic, quien tuvo que abandonar el partido poco antes del descanso tras recibir un fuerte golpe en un salto con Helguera.

La lesión de Roberto Carlos, la posterior de Malbasa (curiosamente el otro lateral izquierdo) y la de Delibasic fueron el parte de guerra de un primer tiempo oscuro para el Real Madrid, en el que Ronaldo y Raúl aparecieron donde hacen daño sólo una vez, y a la par en cierto modo ilusionante para un Partizan que se jugaba la vida.

Queiroz trató de convencer en el descanso a sus pupilos de que era necesario un mayor control del balón y de evitar pérdidas para dormir al Partizan, pero los movimientos fueron casi siempre anodinos, sin la chispa necesaria para superar la resistencia de la zaga que lideraba el nigeriano Taribo West.

No obstante, la aparición en escena de Zidane le otorgó sentido verdadero al fútbol madridista, al menos en una fase determinada, en la que dominó y llegó, aunque sin acierto en un disparo de Zidane y en un par de internadas de Ronaldo, quien tuvo otra enorme oportunidad (m.62) pero la desaprovechó cuando estaba solo.

Tras su 'reaparición goleadora' el sábado, el 'fenómeno' distó mucho de tener su noche en Belgrado. Falló lo que no suele y eso lo acusa el Real Madrid en estos encuentros igualados en los que, con el 'mono puesto', tiene que decidir por la calidad de sus hombres.

Matthaeus, apremiado por el público, echó mano del veterano Drulovic en busca de un revulsivo para despertar del letargo sus compañeros mientras venían pasar el balón a su alrededor, y a punto estuvo el ex oportista de desnivelar el marcador (m.70), cuando inició y terminó un ataque de su equipo, pero remató demasiado desviado ante Iker Casillas.

Raúl hizo un despliegue físico y de coraje tan necesaria en este Madrid obrero, sin el brillo y el acierto de otras ocasiones. El capitán no permitió que los demás se durmieran en la presión, en el robo de balón y con ello el cuadro español palió algunos de sus problemas para contener cuando el Partizan tuvo el balón.

Lo peor de todas las ocasiones falladas fue que el conjunto serbio siguió vivo e incluso tuvo una oportunidad a poco del final más que clamorosa para vencer, pero Ilic, sólo ante la portería tras una parada de Casillas, envió increíblemente el esférico fuera.

Fue un susto más que mayúsculo, pero se quedó en eso, y el Real Madrid pudo salir de Belgrado con el billete de octavos en el bolsillo, aunque con algún quebradero de cabeza como la mala primera parte, las lagunas que de vez en cuando permiten a los rivales llegar claramente a su portería y la lesión de Roberto Carlos.

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