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Un escándalo llamado Gürtel

Trama. El senador y tesorero del PP, Luis Bárcenas, a su llegada el 21 de julio de 2009 al Tribunal Supremo para declarar como imputado provisional ante el magistrado instructor del caso 'Gürtel' en el Alto Tribunal, Francisco Monterde, por cohecho.  EFE

Trama. El senador y tesorero del PP, Luis Bárcenas, a su llegada el 21 de julio de 2009 al Tribunal Supremo para declarar como imputado provisional ante el magistrado instructor del caso 'Gürtel' en el Alto Tribunal, Francisco Monterde, por cohecho. EFE

EL UNIVERSAL

 MADRID, ESPAÑA.- El Partido Popular (PP) ha comenzado el año 2010 como el gran protagonista de la vida judicial española por el caso Gürtel, una trama de corrupción que afecta ya a más de 100 miembros y dirigentes del partido, y que ha llevado a la dimisión a varios de ellos.

El principal partido de la Oposición atraviesa así el peor momento de su historia, con un escándalo que lo ha sumido en el caos y la división interna.

La crisis se ha visto agravada por la falta de liderazgo del presidente del partido, Mariano Rajoy, a escasos tres años de las elecciones de 2012.

Para el sociólogo Enrique Gil Calvo, de la Universidad Complutense de Madrid, el caso Gürtel se está convirtiendo en una prueba para la joven democracia española. Gil Calvo cree que "si el PP ganara las elecciones de 2012 sin un castigo como el que recibieron los socialistas con el caso Filesa (financiación ilegal del PSOE) y los GAL (Grupos Antiterroristas de Liberación que llevaron a cabo una 'guerra sucia' contra ETA), ello supondría una patente a la impunidad".

Según el periodista Gonzalo López Alba "las guerras intestinas desatadas en el PP dañan más sus opciones de recuperar el poder en 2012 que todo el fango de la trama "Gürtel". La historia de la política, añadió, "está plagada de pruebas que la división interna es el único pecado que ningún electorado perdona a su partido".

El escándalo de corrupción estalló a principios del año pasado a raíz de una denuncia de José Luis Peñas, un ex concejal del PP en Majadahonda (Madrid).

El juez Baltasar Garzón acusó a 37 personas, entre ellas el presidente de la comunidad autónoma de Valencia, Francisco Camps, y al tesorero del PP nombrado por Rajoy, Luis Bárcenas, de tráfico de influencias, corrupción, evasión fiscal, falsedad documental, blanqueo de dinero y cohecho cometidos durante los años de Gobierno de José María Aznar (1996-2004), quien siempre presumió de que durante su mandato no hubo corrupción.

 LA PUNTA DEL ICEBERG Garzón descubrió después que, durante años, miembros del PP habían recibido dinero y costosos regalos a cambio de otorgar contratos ventajosos y que, mediante cuatro empresas de la red corrupta, sus dirigentes obtuvieron más de cuatro millones y medio de dólares, gracias a los contratos que recibieron del PP.

El cerebro de la trama era el empresario Francisco Correa, íntimo amigo de Alejandro Agag, yerno de Aznar, y tan cercano a éste que fue testigo en la boda de su hija Ana. Correa, quien se hacía llamar Don Vito, como el personaje de la película El Padrino, exigía a través de su empresa Special Events contratos de ayuntamientos gobernados por el PP con el argumento que actuaba en nombre de la tesorería de la organización.

A cambio, el empresario, cuyo apellido en alemán se dice Gürtel, organizaba eventos y viajes del PP durante el Gobierno de Aznar. En las conversaciones incluidas en el sumario se jacta de comprar a los políticos con lujosos coches, viajes y relojes, y de organizadar fiestas con prostitutas. Lo peor para el partido fue el silencio de Rajoy, quien pasó días sin hacer declaraciones. Tampoco hubo dimisiones en el partido. Cuando Rajoy habló, sólo dijo que no había trama en el PP, "sino contra el PP".

 BUSCANDO ENEMIGOS Su estrategia fue buscar enemigos externos. Primero, el juez Garzón, contra quien presentaron una querella acusándolo de "enemistad manifiesta" con el partido.

Después, contra el ex ministro de Justicia, Mariano Fernández Bermejo, a quien acusaron de ser amigo de Garzón y de buscar favorecerlo, y luego contra el Ministerio del Interior, al que denunciaron por llevar a cabo escuchas ilegales a miembros del partido, un caso espionaje que luego se descubrió estaba orquestado... por el PP.

Las detenciones continuaron, se abrió el secreto de sumario y estalló una verdadera guerra dentro del partido. El 14 de octubre cayó la primera cabeza: el vicepresidente del Gobierno autonómico valenciano, Ricardo Costa. Éste no aceptó la decisión y, en venganza, sembró dudas sobre la dirección del PP al afirmar que Madrid no les habían advertido "que no tuviésemos contacto con estas empresas".

 LUCHA DE PODER No fue el único en hablar. José Luis Peñas, el ex concejal del PP que lo denunció todo, aseguró que antes de acudir con la Policía advirtió a Rajoy de lo que estaba pasando, pero éste no le hizo el menor caso.

Para echar más leña al fuego, unos días después el vicealcalde de Madrid, Manuel Cobo, reconoció las disputas internas, las discrepancias entre los dirigentes y denunció las maniobras y la "hipocresía" de la presidenta del PP de Madrid y de la Comunidad, Esperanza Aguirre, con el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, con quien está enfrentada desde hace años en una lucha por ver cuál de los dos logra arrebatar el liderazgo a Rajoy.

Fue tal el caos en el seno del partido que el propio Aznar abandonó su silencio. Primero, para exigir un liderazgo firme y, después, para reconocer que no volvería pese a que miembros del partido se lo habían pedido. "Necesitamos un partido y no varios; un proyecto y no 17 y, si es posible, un líder, no varios", espetó.

Habrá que esperar para ver si Rajoy se recupera o si ya es demasiado tarde y vuelve a perder las elecciones en 2012. Eso, si Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz Gallardón no le arrebatan antes la candidatura.

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