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FONDOS DE ESTABILIZACIÓN

Salvador Kalifa

El desplome reciente del precio del petróleo colocó en el centro de atención el papel de los fondos de estabilización que crearon diversos países productores de hidrocarburos y otras materias primas para enfrentar precisamente esta eventualidad.

Un fondo de estabilización se refiere, por lo general, a un mecanismo que establecen los estados soberanos para evitar las presiones inflacionarias y los daños que un flujo extraordinario de ingresos, como los que provienen del petróleo y otras materias primas, ocasionaría a otros sectores domésticos.

Otra justificación para tales fondos es que debe guardarse una parte de los ingresos gubernamentales asociados a la explotación de un recurso no renovable para cuando esos ingresos disminuyan, ya sea porque cayó su precio o se agotó el recurso.

Algunos de estos fondos existen desde hace más de una década, mientras que otros, como el mexicano y el ruso, son de creación más reciente. Pero, en principio, todos tienen como objetivo central aprovechar los flujos extraordinarios de ingresos en la época de vacas gordas, para hacer un guardadito que se utilizaría en la temporada de vacas flacas.

Un país con grandes cantidades de un recurso no renovable como el petróleo o los metales, puede beneficiarse de ello siempre y cuando sepa cómo administrar el flujo de ingresos provenientes de su explotación. Esto requiere que las autoridades de cada país planeen su gasto público anual aislándolo de las variaciones que registran sus ingresos por la volatilidad de los precios de esos recursos.

Diversos países que dependen de manera importante de la exportación de petróleo, gas y otros recursos no renovables como los metales, han establecido fondos de estabilización para lograr lo anterior y apoyar la instrumentación de su política fiscal.

Algunos han hecho un trabajo excelente en este sentido, como son los casos de Noruega, Chile, y Rusia. En el caso del fondo de estabilización de Noruega, por ejemplo, también se toma en consideración qué tanto de esos recursos debe ahorrarse para las generaciones futuras.

En efecto, el ingreso derivado de la explotación de un recurso no renovable difiere de otro tipo de ingresos porque representa, parcialmente, un agotamiento de la riqueza nacional. Esto sugiere que algo de esta riqueza debe guardarse, como lo hace Noruega, tanto para lograr un equilibro presupuestal de largo plazo como por razones de equidad intergeneracional. Otros fondos de estabilización, en cambio, se crearon más bien para guardar las apariencias, lo que explica que sean, para todo fin práctico, una mala broma económica. Lamentablemente, este es el caso del fondo de estabilización petrolero en México.

En nuestro país se habla mucho de que el petróleo es de los mexicanos. Nuestros políticos insisten que gastamos los ingresos petroleros para beneficio de nuestros hijos, cuando en realidad su usufructo se destina, casi en su totalidad, a elevar el gasto corriente o realizar proyectos de dudosa rentabilidad, sin tomar en cuenta lo que desean o necesitan realmente las generaciones futuras. El alza espectacular del precio del petróleo y otras materias primas durante este lustro, así como su caída reciente, presentan un buen marco para evaluar el desempeño de los distintos gobiernos ante la bonanza de ingresos extraordinarios, así como determinar qué tan bien preparados están sus fondos de estabilización para enfrentar la inescapable época de vacas flacas.

En esta columna y la de la semana próxima, comento los fondos de estabilización de Noruega, Rusia, Chile y México. Usted, estimado lector, verá claramente el gran contraste que existe entre la prudencia de los tres primeros frente a la irresponsabilidad del nuestro.

El Fondo de Petróleo de Noruega (FPN), comúnmente conocido como el Fondo de Petróleo, se creó en 1990 con el fin de contrarrestar los efectos que tendrá sobre la economía noruega el declive futuro de sus ingresos por este recurso no renovable, así como para suavizar las repercusiones de la elevada fluctuación de los precios del crudo.

El ingreso petrolero representa en Noruega alrededor del 36 por ciento del total de los ingresos gubernamentales, un monto similar al de México, pero a diferencia de nuestro país que se gasta prácticamente todo ese ingreso, los noruegos sólo disponen para propósitos presupuestales del equivalente al 4 por ciento del saldo del FPN.

En efecto, el total de los ingresos petroleros así como los rendimientos financieros del FPN se acumulan en el mismo. El parlamento noruego determinó como guía fiscal que el déficit presupuestal no petrolero anual debe, en promedio, limitarse al 4 por ciento del FPN, monto que se transfiere al presupuesto anual.

Este fondo cambió de nombre en enero de 2006, por el de Fondo de Pensiones del Gobierno (FPG), que alcanzó un máximo cercano a $ 400 mil millones de dólares (mmd) el año pasado.

El cambio de nombre, sin embargo, no implicó un cambio operativo y el rendimiento de 4 por ciento continúa apoyando al presupuesto sin destinarse a un propósito específico.

El FPG tiene hoy dos objetivos centrales: Uno es servir como un instrumento de ahorro con el objetivo de distribuir la riqueza nacional de una manera equitativa entre la generación actual y las futuras.

El otro es blindar la economía de las fluctuaciones en precios y en los ritmos de extracción en el sector petrolero, lo que es la razón principal por la que al FPG no se le permite invertir sus recursos en Noruega.

En varios aspectos Rusia sigue los pasos de Noruega, mientras que Chile es también un ejemplo en la administración de estos fondos. México, en cambio, hace el ridículo. Esto lo veremos con más detalle cuando continúe estos comentarios la semana próxima.

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