NATURALIZACIÓN... SALIDA FÁCIL
Con el llamado a la Selección Nacional de futbol de Matías Vuoso y Leandro Augusto se reavivó de nueva cuenta el, al parecer, inagotable tema de los naturalizados en el Tri. Es curioso, pero para los defensores de la globalización en el equipo nacional su principal argumento es “si lo hacen los grandes como Alemania, Francia e Italia ¿por qué no México?”.
Pero no reparan en el hecho de que la Liga Mexicana de Futbol cada vez aporta menos seleccionados, es decir, naturalizar jugadores, lejos de resolver un problema lo agrava. En este momento existen cuatro naturalizados potenciales para la selección: Sinha, Franco, Vuoso y Leandro. Cuatro es el número más grande de naturalizados para cualquier selección en el mundo.
Es curioso pero cuando México goleaba a los Estados Unidos era porque jugaban dos, o máximo tres gringos en esa selección, el resto eran naturalizados argentinos, italianos, canadienses, etcétera. Mientras más avanza el futbol norteamericano menos depende de naturalizados, en cambio en nuestro país es totalmente a la inversa.
Otra ironía, contamos con trece nacidos en México que juegan en Europa, ¿qué no se supone que tenemos a la potencialmente mejor selección de la historia? Por qué tenemos que naturalizar a cuatro, más los que se acumulen (Alfredo Moreno, Ludueña, etcétera) en las semanas por venir.
¿Que no hay nueves?, por eso llaman a Vuoso, ¿y Carlos Vela? Llamen a Omar Bravo, o qué, ¿no esperan que suba su nivel ostensiblemente en la exigente liga española? Giovani puede jugar adelante acompañando a Neri Castillo y no olviden al indestructible goleador Jared Borgetti que mientras se mantenga vigente fue, es y será material de selección.
¿Quién dice que no existen jugadores mexicanos que cubran las funciones de Leandro? Veamos, como volante por izquierda está uno que sí es insustituible, Andrés Guardado. ¿Quieres un contención clavado?, qué tal: Pavel, Torrado, Correa, Juan Pablo Rodríguez, y si me apuran Rafa Márquez puede ser un magnífico medio escudo, dejando su lugar en donde abundan elementos, la defensa central. Lo único que me queda claro es que ya no seré testigo de un logro grande de nuestra Selección (el mentado quinto partido o llegar a semifinales en un mundial, ganar una Copa América) que me hiciera sentir completamente orgulloso por haberse conseguido por elementos totalmente nacionales.
Todo este asunto de los naturalizados viene al caso porque ya no se quiere reforzar el trabajo en fuerzas básicas. Se había dicho que no sería fácil proveer de jóvenes talentosos mexicanos a nuestra liga y a nuestra Selección, pero se nos rajaron demasiado rápido, “francamente, qué flojera”, trabajar intensamente con los chavos durante no un año ni dos, sino los que sean necesarios hasta que a mediano o largo plazo se vean los frutos, no a buscar la fácil, naturalizar jugadores.
Yo nunca estaré de acuerdo con la convocatoria de no nacidos en México, pero tampoco soy un radical, de los que creen que nuestro petróleo es sagrado e intocable por manos extranjeras que nos ayuden a explotarlo y reciban su pago por trabajar en nuestro país. Como cualquier transacción comercial que se hace en otros países comerciales sin poner en riesgo la soberanía nacional sobre el petróleo. Sé que puedo caer en nacionalismos rancios, pero soy de los que creen que existe ya una nueva mentalidad en el futbolista mexicano, el ejemplo más claro es Carlos Salcido, un muchacho de origen humildísimo que es bicampeón en Holanda. Cuando parecía que caminábamos a un progreso notorio es cuando se decide echar atrás con la naturalización de sabrá Dios cuántos elementos de aquí al Mundial.
Otra ironía, los equipos europeos creen más en nuestros futbolistas que nuestros propios directivos y entrenadores nacionales.
