Transmite McFerrin sus sentimientos en Bellas Artes

El Universal

MÉXICO, DF.- Bobby McFerrin viaja siempre con su Biblia a la mano. Fue un detalle notorio a su llegada al Palacio de Bellas Artes, donde ofreció un concierto. Aunque podría parecer algo trivial, resulta importante en la vida de este músico que ha ganado diez premios Grammy y vendido dos millones de discos. “Para mantener mis pies en la tierra, simplemente hago mucha oración”.

Quizá por eso, su voz semeja la de un gurú mesurado, tranquilo y didáctico. Sus ideales de la música y el mundo también suenan a verdades absolutas. Y todas descansan sobre una frase: “Libertad con restricción”.

McFerrin la explicó así: “Nos encontramos en un momento en que exigimos nuestro derecho a hacer prácticamente lo que queramos, pero a mí me parece que por eso mismo estamos al borde del egoísmo y el orgullo. Creo que algunas veces gritamos tan fuerte por nuestros derechos, que ahogamos las voces de quienes sufren y están heridos”.

Y para no sonar como un idealista que quiere cambiar el mundo, precisó: “Mi mayor placer sería que mis hijos caminaran por el sendero del amor, la belleza y la verdad. Y mi responsabilidad es crear un ambiente donde ellos se expresen libremente”.

En ese mundo ideal, la música es indispensable: “Los músicos tienen la responsabilidad de rescatar y justificar la cultura de donde surgieron. Son representantes de los sentimientos y las ideologías”.

En ese sentido, intenta contribuir de una manera sencilla con cada una de sus presentaciones: “Quisiera que todo el público salga con el corazón más ligero”.

Y lo dice con la misma naturalidad con la que su cuerpo produce la música que lo ha hecho famoso. El público suele asombrarse por la diversidad y armonía de sonidos que produce con su voz, pero él lo expresa de manera sencilla: “Simplemente abro mi boca y la música sale. Intento que la gente la disfrute y se lleve un poco de alegría en estos tiempos en que es difícil encontrar motivos para estar contentos”.

Sin embargo, detrás del talento que muestra en el escenario existe un trabajo de varios años en diferentes etapas. Por ejemplo, McFerrin contó que durante dos años no escuchó a ningún otro músico más que a sí mismo: “Es algo que le recomiendo a todos los cantantes, porque de esa manera conoces tus propios límites y aprendes a superarlos”.

Y es un auto descubrimiento que continúa: “Ahora estoy intentando ‘verme’, no sólo escucharme sino también ver cómo me desenvuelvo en el escenario. Es una forma de visualizar la música, algo que aprendí de mi trabajo con bailarines”.

Curiosamente, disfruta más un auditorio de niños que uno de adultos. “Prefiero trabajar con niños, porque siempre es divertido y resulta una aventura. Sus ocurrencias son asombrosas y ojalá que los adultos las tuvieran”. Eso lo lleva a otra reflexión: “Pienso que en general los adultos son quienes necesitan que se les recuerde lo divertido que es ser niño”.

McFerrin se presentó en Bellas Artes y tendrá una segunda función el domingo. Es seguro que cada concierto será una experiencia diferente, puesto que el músico no tiene ni una idea más o menos vaga de lo que cantará: “Tengo por regla improvisar las primeras piezas y de acuerdo con lo que siento decido si improviso más o interpreto canciones conocidas”.

Así que en ningún momento es seguro que interprete Don’t Worry, Be Happy, su tema más famoso y popular. Después de todo, explicó que sus conciertos se inspiran en el público y en la arquitectura del foro.