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PSIQUIATRÍA / AMOR SEXO Y AGRESIVIDAD

Dr. Fernando Villa Hernández (Psiquiatra)

Dentro del funcionamiento de los seres vivos existen emociones que son indispensables para lograr la sobrevivencia individual y la permanencia de la especie.

Las culturas han conocido y mistificado dichas manifestaciones cerebrales catalogándolas según la cultura, tiempo y el lugar, se consideran virtudes o defectos según el caso, algunas se califican como manifestaciones superiores e incluso divinas, otras como bajas o demoníacas, otras se consideran despreciativamente “instintos” y otras como las más excelsas manifestaciones humanas.

Las neurociencias no han dejado de lado el estudio de estas básicas emociones y a pesar de que tienen un origen complicado actualmente y en forma constante se suman más conocimientos.

Es evidente que estas emociones no son exclusivas de la especie humana, existen en otros seres vivos y tienen los mismos objetivos que cumplen en nosotros, aunque en el hombre están influenciados por la capacidad única que tenemos para pensar, cuando el pensamiento nos acerca a la verdad las emociones se humanizan, el estar sugestionados o estar afectados por ansiedad y depresión hace que dichas emociones se presenten en forma equivocada, cuando debiera existir amor se presenta la ira, cuando debiera existir rechazo a una regla irracional se presenta la aceptación sumisa e irracional, etc...

El sexo es un instinto que empuja a la reproducción, con frecuencia cuando no llena ciertas formalidades tradicionales es considerado un “bajo” instinto, la atracción entre sexos es producto del resultado de la acción de varios neurotransmisores, la dopamina, noradrenalina, dietililetilamina (presente en el chocolate) y la testosterona forman en el cerebro un “elíxir del amor”, más bien de la atracción sexual, la intensidad del impulso es diferente en cada persona, la estimulación o carencia de ella puede influir en la intensidad con la que se presenta, actualmente existen como herramienta de mercadotecnia estimulación exagerada, ocasionalmente puede suceder que este impulso rebase el pensamiento racional empujando a situaciones de las cuales después llegue el arrepentimiento.

El verdadero amor que se puede llamar también “apego” es también un instinto, existe en las especies que se reproducen poco, tardan para valerse por sí mismos y son físicamente débiles, en nosotros el apego o amor es generalmente intenso sin embargo en algunas personas no lo es, la mal llamada “Psicopatía” engloba a los que no tienen gran necesidad de ser protegidos (amados) y tampoco tienen grandes impulsos a proteger (amar), se puede decir que este impulso lo tiene cada quien en diferente intensidad además de que las vivencias y la educación pueden modificarlo.

Las neurociencias han descubierto que en los animales amorosos o apegados existe mayor actividad de una hormona llamada “prolactina”, estimulada y producida por el eje hipotálamo-hipófisis para que las madres produzcan leche, existen receptores en otras áreas cerebrales corticales en ambos sexos y se ha descubierto que tienen impacto en lo que al amor o apego se refiere, se han estudiado que en ratones muy “apegados” existe mayor prolactina que los independientes.

Como en cualquier otra característica potencial el entorno tiene influencia, por ejemplo en la cultura capitalista se fomenta la independencia y autonomía, el apego se disminuye como valor incluso puede considerarse un defecto, en grupos menos influidos por este sistema psicológico y social el amor o apego sigue siendo importante lo que muestra su condición natural.

La palabra agresividad significa ir para adelante, se puede avanzar para realizar actos constructivos o tener pensamientos atrevidos, también para destruir en forma defensiva o de invasión, las emociones que empujan la agresividad puede ser producto una idea creativa, el miedo, el sentimiento de poder, la ira o el resentimiento, se puede ser agresivo en forma explosiva o crónica, sutil o brusca, como en todos los rasgos de nuestra personalidad son un potencial biológico que difiere en cada quien, también es verdad que este potencial puede ser influido por el entorno.

Los neurotransmisores cerebrales están involucrados en la presencia de la agresividad, pues sabemos que la dopamina y noradrenalina tienden a aumentarla, la serotonina a controlarla, cuando una persona desde la infancia se somete a estímulos exagerados de frustración, humillación y agresión además de disfrutar de poco o nulo amor se favorece la inseguridad y depresión, con ello la química neuronal y sus conexiones facilitan la agresividad destructiva, saber y tener presente lo anterior nos obliga a ser respetuosos y amorosos con los niños evitando que en el futuro sean destructivos y poco amorosos cerrando un círculo vicioso y peligroso.

Los niveles de serotonina cerebral tienen importancia en el control de la agresividad explosiva, medicamentos que aumentan su acción han sido usados para lograr que estas personas puedan controlar su ira a pesar de que no exista una depresión establecida.

La agresividad explosiva y destructiva es más común en el sexo masculino, tanto la estructura cerebral como la acción de la testosterona explican dicha emoción y los actos que de ello se derivan.

Es verdad que estamos predispuestos genéticamente a desarrollar determinadas características mentales pero también que dicho potencial no es lo único, las experiencias y educación pueden hacer que las emociones se estructuren para bien o para mal del individuo y de la sociedad.

Los momentos que vivimos están llenos de grandes posibilidades y riesgos potenciales en una u otra dirección, la estructura familiar, económica y social son fuerzas determinantes.

¿Hasta qué grado podemos adaptar favorablemente estas realidades a nuestro sano desarrollo?

¿Los líderes están realmente pensando en lograr el desarrollo de los potenciales humanos más valiosos o creen en que sólo aumentando el consumismo y poder económico se puede lograr cristalizar nuestras humanas capacidades?

¿Las familias pueden defenderse racionalmente de las malas tradiciones y los actuales esfuerzos para sugestionarlas?

Las interrogantes son muchas y las consecuencias en el presente, mediano y largo plazo son enormes.

Los instintos y emociones son el recurso natural para crear y sobrevivir pero pueden ser las fuerzas que limiten las posibilidades de desarrollo y de permanencia.

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