Durango

Hallazgo en Durango| Documentan ruinas milenarias

PUEBLO NUEVO| EN LA CUENCA DEL RÍO MEZQUITAL, LAS CONSTRUCCIONES HISTÓRICAS

En el lugar se encontraron metates, lo que hace suponer que los habitantes de ese sitio fueron agricultores. (Cortesía INAH)

En el lugar se encontraron metates, lo que hace suponer que los habitantes de ese sitio fueron agricultores. (Cortesía INAH)

Según el INAH es uno de los 5 descubrimientos más importantes en el norte de México.

El Siglo de Durango

Un hecho sin precedentes se aloja en la historia de Durango; el registro y documentación de construcciones que datan de casi mil años de existencia en la entidad posicionan al hallazgo como uno de los cinco más importantes del norte del país. El lugar fue denominado como “Las casas en acantilado de la cuenca del Río Mezquital”.

En exclusiva para El Siglo de Durango y a través de una expedición realizada al lugar con autoridades del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), este matutino fue testigo de los hechos que posicionan a Durango a través de la documentación y registro oficial del hallazgo como una de las únicas entidades que alberga edificaciones de este tipo.

Los vestigios se localizan en una cuenca del Río Mezquital, en el municipio de Pueblo Nuevo; en el lugar se encontraron restos de cerámica rústica, misma que en primera instancia fue relacionada por profesionales en la materia con la cerámica del Valle del Guadiana (ésta era producida por los grupos chalchihuitas), además de olotes con características de maíz mesoamericano, que por sus particularidades sugieren una antigüedad de por lo menos 900 años, además de herramientas de trabajo. También existen pinturas rupestres que sugieren que el lugar haya tenido dos periodos de ocupación.

EQUIPO

Los especialistas del INAH que lideraron la expedición fueron: José Luis Punzo Díaz, investigador de la sección de arqueología; Sahira Rincón Montero, arqueóloga; Jesús Fernando Guerrero Baca, profesor de la Escuela Nacional de Conservación y Restauración Churubusco INAH (con grado de doctor); Jesús Fernando Lazalde Montoya, profesional en el tema; y Alberto Ramírez Ramírez, director de dicho instituto.

El hecho anteriormente descrito es calificado por los estudiosos como un parteaguas en la historia de Durango.

El deterioro que tienen las edificaciones construidas en dicha cueva es mínimo, contemplando la edad que éstas tienen, explicaron; razón por la cual se desprende la importancia y trascendencia en que se posiciona de manera inmediata Durango a nivel nacional.

SUCESO

Inquieto se mostró el equipo desde su partida, no había tiempo qué perder, la información que tenían sobre el lugar fungió como un aliciente en el trayecto, preparados técnicamente, acompañados no sólo por la ansiedad y conocimientos, sino con la esperanza y seguridad de que lo que buscaban sería encontrado, aunque un dejo de desconfianza se hizo presente en la travesía, pero fueron algunas horas las que los separaron de sus expectativas, mismas que al llegar al sitio fueron superadas.

Envueltos en pláticas relacionadas con experiencias profesionales, los representantes del INAH trataban de acortar la distancia entre ellos y el destino por visitar.

Algunas paradas fueron necesarias, ubicación con equipo GPS, consultas técnicas a mapas, referencias entre colegas, hipótesis sugeridas de lo que esperaban encontrar, planteamientos, verificación de traslado de equipo, intercambios de experiencias, tales como visitas hechas a otros estados, incluso a países de Sudamérica, Europa y Oriente, sin dejar de lado el ambiente de camaradería que caracterizó al viaje.

Después de horas de viaje, visitas a autoridades municipales y lugareños, la adrenalina empezó a fluir en los miembros del grupo.

Una vez que fue indicado el lugar exacto, inició el descenso hacia el río en lo que pareciera ser una carrera contra el tiempo; no hubo duda alguna cuando el grupo se planteó las opciones entre ir en busca de las ruinas o alimentarse e hidratarse. La respuesta surgió como reflejo involuntario, la determinación fue obvia e inmediata, fue una cacería “endiablada”, como lo calificó Lazalde Montoya, médico de profesión.

Después de seguir el camino accidentado, bañado de sol y lleno de hojarasca, entre rocas que se desprendían, arbustos, nopales, árboles y demás hierbas, la excitación de los arqueólogos y demás miembros del grupo aumentaba.

La sensación al pisar la hojarasca sobre la tierra de la pendiente pronunciada provocaba a cada momento resbalar y caer violentamente, razón por la que fue necesario el uso de cuerdas que facilitaran el descenso.

La fatiga y la asoleada tanto de los lugareños (guías) como de los especialistas no se hizo esperar, pero pareció olvidarse cuando se avistaron las primeras construcciones en la cueva, ya que la sorpresa se vio traducida en los rostros de cada uno de los profesionales, un espasmo pareció atacarlos por un instante.

Cada uno habló para sí mismo, posteriormente expresaron coincidentemente que la experiencia que enfrentaban fue algo extraordinario y por ende estará marcado en sus recuerdos como con una tinta indeleble por las características de lo apreciado.

La emoción traducida casi en lágrimas fue la reacción de los expedicionarios, mientras contemplaban sin dar crédito a lo que veían, sobre todo por lo que representa la documentación y registro de las ruinas anteriormente citadas.

Por otra parte, los lugareños observaron desconcertados las reacciones de los profesionales, ya que a pesar de que saben de la riqueza que poseen, desconocían la magnitud e importancia del lugar.

ACCIÓN

Después de pasar el “shock” de los arqueólogos, iniciaron los trabajos de recolección de datos para iniciar la documentación científica del lugar, y marcar así otro hecho histórico sobre lo ya histórico en Durango.

Este descubrimiento ha sido el inicio de investigaciones y diferentes teorías que habrán de ser fundamentadas a través de datos contundentes y demás búsquedas y estudios que se llevarán a cabo a través de planes que dará a conocer posteriormente el INAH.

COMPLEMENTARIA EXPERIENCIAS

Después de 25 años, Jesús Fernando Lazalde Montoya regresó a las ruinas de “Las casas en acantilado de la cuenca del Río Mezquital”, ya que este médico de profesión, hace cinco lustros de manera informal, recabó información que lo llevaron incluso a escribir un libro.

En cuanto al libro que escribió el autor, posteriormente con la experiencia adquirida fue eliminando algunas teorías planteadas en dicho ejemplar.

Lazalde Montoya reconoce que hace un cuarto de siglo era sólo un aficionado, pero la pasión que tiene por la arqueología y el significado que tiene esta ciencia en cuanto a lo social, cultural y educativamente hablando ahora ha adquirido mayores conocimientos y de nueva cuenta visitó el sitio.

Cabe mencionar que el entrevistado, quien ha visitado diferentes lugares que albergan valor arqueológico en diferentes zonas del país, calificó como de buen estado al lugar, ya que después de 25 años no ha sufrido daños significativos, por lo que insistió que el sitio es uno de los más importantes en el norte de México.

HERRAMIENTAS

Algunos instrumentos de trabajo en los que se apoyaron los especialistas fueron:

-Brújulas.

-Cintas métricas.

-Aparatos GPS.

-Cámaras fotográficas.

-Lámparas.

-Lápiz y papel donde plasmaron bosquejos del lugar.

FUENTE: Investigación de El Siglo de Durango.

VESTIGIOS

Fueron encontrados en el lugar:

-Maíz primitivo (olotes).

-Cerámica rústica (tepalcates).

-Metates (herramientas de trabajo)

FUENTE: INAH.

PROFESIONALES

Personal calificado del INAH que llevó a cabo la expedición de “Las casas en acantilado de la cuenca del Río Mezquital”:

-José Luis Punzo Díaz.

-Jesús Fernando Lazalde Montoya.

-Sahira Rincón Montero.

-Luis Fernando Guerrero Baca.

-Alberto Ramírez Ramírez.

FUENTE: Investigación de El Siglo de Durango.

En el lugar se encontraron metates, lo que hace suponer que los habitantes de ese sitio fueron agricultores. (Cortesía INAH)
En el lugar se encontraron metates, lo que hace suponer que los habitantes de ese sitio fueron agricultores. (Cortesía INAH)
En el lugar se encontraron metates, lo que hace suponer que los habitantes de ese sitio fueron agricultores. (Cortesía INAH)
En el lugar se encontraron metates, lo que hace suponer que los habitantes de ese sitio fueron agricultores. (Cortesía INAH)

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