Proyecto brota de la dramaturgia alemana de Dea Loher. (CORTESÍA)
Las actrices gomezpalatinas Candy Ramírez y Dania Torres comenzaron su carrera sobre el escenario del Teatro Alberto M. Alvarado. Su ímpetu provocó que más tarde ambas se trasladaran a Ciudad de México para estudiar en la Escuela Nacional de Arte Teatral (ENAT), institución donde lograron graduarse.
Actualmente, las laguneras participan en la puesta en escena Tatuaje, montada en Ciudad de México por la compañía Espacio Vacío. Esta obra contemporánea brota de la dramaturgia alemana de Dea Loher y se desarrolla en la violencia intrafamiliar y el abuso sexual infantil.
Fue el pasado 8 de abril cuando Tatuaje tuvo su primera función en el Teatro La Capilla de Coayoacán y será el próximo jueves 16 de diciembre cuando se presente por última vez en la Teatrería Teatro & Estudio, en la capital del país.
Cabe destacar que, pese a la pandemia, por poco más de un año este proyecto fue trabajado por sus integrantes de manera virtual, esto para pulir sus últimos detalles, pues su montaje se encontraba listo justo antes de la primera cuarentena.
En Tatuaje se narra la historia de una familia maltratada por un padre líder, quien comete abusos y delitos sobre las mujeres que la conforman. La interpretación escénica da apertura para que el espectador se pregunte si lo que está observando proviene de un sueño, un recuerdo o una fantasía.
A través de un enlace telefónico, Candy Ramírez añadió que el objetivo de la compañía es desarrollar proyectos donde el cuerpo sea la principal herramienta de expresión. En Tautuaje no hay escenografía y la atmósfera es construida a través de los actores. Esto hace posible transmitir la metáfora animal que impregna a la obra.
“Hay animalidad, hay lobos y perros. El padre es el lobo que lidera la jerarquía, mientras la madre es el perro enfermo que aguanta lo golpes”.
Inmersa en una reflexión, Ramírez comentó que la obra posee crudeza y temática fuerte. No obstante, fiel a su filosofía corporal, se emplean otras herramientas para mostrar las escenas fueres sin necesidad de acudir a lo explícito.
“Por ejemplo, si hay ciertas peleas, ciertos golpes, ciertas agresiones sexuales, no son muy explícitas en ese sentido, pero se dan a entender por medio de signos, coreografías, del cuerpo, de la voz. Es como nosotros lo estamos abordando, porque sí es un tema muy difícil de digerir para la sociedad. Por lo regular, la sociedad no acepta que este tipo de cosas suceden en una familia. Pueden estar pasando actos pedófilos en una familia y la sociedad lo niega”.
La actriz describe que el título de la obra precisamente alude a tal situación: es una marca en las niñas abusadas y también es un secreto a voces que nadie quiere develar. La temática maneja a una familia cubierta de apariencias. Tras su normalidad, acontecen situaciones delicadas y la madre guarda silencio.
Candy Ramírez da vida a Yuli, una mujer de cuarenta años con dos hijas: Ana y Lulú. Yuli no tuvo estudios ni muchas oportunidades, contrajo matrimonio a temprana edad y es víctima del maltrato ejercido por su marido.
“Al vivir bajo ese agresor, en esa casa y en ese lugar, ella carece de oportunidades económicas. Trabaja en una estética canina donde baña a los perritos. Pero sólo recibe propinas, su sueldo es muy bajo porque no tuvo una vida privilegiada ni acceso a los estudios. Además, se casó muy joven. Ella hace eso para apoyarse un poco, pero toda la carga económica está en su marido; la única forma de continuar viva es sobreviviendo con lo que él les da, con lo que él les provee. Por eso se calla y se guarda toda esta situación”.
Mientras tanto, la también lagunera Dania Torres encarna a Anita, la hija mayor de la familia que es abusada por su padre. El resto del elenco es compuesto por los actores Lauro Longoria, Azael Novelo y Saúl Capáez. La dirección corre a cargo de Paola Dávalos (la mayoría del equipo creativo está integrado por mujeres).
