Pausa de actividades culturales propició a que una nueva idea se gestara en Coahuila. (CORTESÍA)
La pausa de actividades culturales propició a que una nueva idea se gestara en Coahuila. En un principio las mentes de la bailarina Melissa Soto y el maestro Héctor Zárate decidieron unir sus talentos moldeados en las maderas del flamenco y el jazz. Fue la convocatoria Arte Resiliente, lanzada el año pasado por la Secretaría de Cultura de Coahuila, el nicho donde floreció esta alianza y ambos géneros se miran de reojo.
“La idea era crear arte para medios digitales porque estábamos encerrados. Lo que nosotros propusimos fue crear cuatro piezas inéditas donde se iban a grabar cuatro videos por separados para que la Secretaría de Cultura pudiera fomentar el jazz y el flamenco en todos los rincones que pudiera. Y así nació”, comentó en entrevista la bailarina Melissa Soto.
La guitarra del maestro Zárate y el zapateado de Melissa Soto hicieron convergencia para añadir a dos integrantes más: el contrabajista Héctor Alarcón y el saxofonista Noel Cortés. El resultado agradó a los músicos, quienes se propusieron llevar el proyecto a escenarios al reactivarse la actividad cultural en los teatros.
El proyecto tomó más fuerza en el último semestre cuando fue elegido por el Centro Cultural Helénico tras una convocatoria para reactivar los espacios culturales independientes. El siguiente paso fue incluir una tercera variante además del jazz y el flamenco: el teatro.
“Sin un diálogo ni nada por el estilo, pero se va contando una historia. Lo que quería, lo que platicábamos con Héctor y con los músicos era compartirle al público justamente nuestro proceso, cómo dos disciplinas tan distintas pueden llegar a unirse algo totalmente nuevo. Algo también muy disfrutable, con muchísima temple, muchísima fuerza sin dejar de ser jazz”.
La bailarina indica que el principal lazo entre los géneros es la improvisación, esa capacidad que tiene el artista de transmitir de manera coherente el sentimiento experimentado en determinado instante. La historia que proponen los creadores de este proyecto ofrece una narrativa radicada en la corporalidad, los cambios de vestuario y la iluminación.
La propuesta permitió que los artistas salieran de Coahuila y se presentaran en escenarios de Chihuahua y Monterrey, para finalmente estacionarse en Torreón, donde el sábado 20 de noviembre ofrecerán dos funciones en el Teatro Nazas: a las 18:00 y a las 20:00 horas.
Unión ancestral
Otro lazo que Soto señala como responsable de la unión entre el jazz y el flamenco son sus raíces históricas. Ambos géneros emergieron de pueblos marginados, en una necesidad de expresión y reclamo ante la represión social.
“En su momento los gitanos, andaluces, moros y demás en Europa, su deseo de gritar lo que sienten, de gritar su opresión, es el lugar donde nace el flamenco, de ahí nace el quejido, el canto jondo y demás. En el jazz pasa lo mismo, es una parte de la comunidad afroamericana de Estados Unidos que empieza a hacer su música con la idea de sacar su carga, de desahogarse un poco”.
Después de las raíces, destaca el lazo de la improvisación y de la métrica. Se subraya que la métrica del jazz y del flamenco es muy distinta a la de la música clásica. Jugar con el cambio de métrica supone un reto interesante para los artistas.
“Y definitivamente la improvisación. Un jazzista en un jam lo disfruta muchísimo más: ¿Qué quiero decir? ¿Qué estoy sintiendo y a través de qué nota? Y cómo además, al mismo tiempo, tienes que ser sumamente cuidadoso porque estás protegiendo y cazando los sentimientos del otro. Y en el flamenco es exactamente lo mismo: el guitarrista, el cantador y el bailador están trabajando en equipo e improvisando”.
Se trata de una comunicación que sólo puede traducirse en términos musicales y artísticos, donde la intuición da pie a lecturas sobre la acción del otro. La dualidad mencionada hace acento en la visión de la bailarina Melissa Soto, quien considera a esta característica sumamente sorprenderte.
El proyecto Jazzmenco se presentará en Torreón y variará sus funciones respecto al ánimo que presenten públicos y artistas. Cada intervención es diferente, aunque su estructura sea la misma.
“Tenemos muchas cosas qué decir. Tanto tiempo estuvimos encerrados, con ganas de presentarnos en los escenarios y demás. Tenemos ahora un cúmulo de emociones que queremos seguir expresando”.
