
¿Quién mueve la economía en México?
Según el INEGI, al cierre del cuarto trimestre de 2024, los principales motores del Producto Interno Bruto (PIB) fueron dos actores clave: las empresas no financieras y los hogares. Juntos generaron más del 77% de la riqueza nacional. Las primeras, que incluyen industrias, comercios y negocios productivos, aportaron un 42.6%, mientras que los hogares, donde se agrupan actividades como el trabajo por cuenta propia o pequeños negocios familiares, contribuyeron con el 34.8%.
En segundo plano quedaron otros sectores. El Gobierno participó con un 10.5% del PIB, seguido por las sociedades financieras, como bancos y aseguradoras, con un 4.7%. Las organizaciones sin fines de lucro, como asociaciones civiles o fundaciones, apenas aportaron el 0.8%. Además, el 6.6% del PIB provino de los impuestos netos de subsidios, es decir, del cobro fiscal que hace el Estado menos lo que devuelve en apoyos.
¿Cómo se reparte lo que se produce?
El análisis también se hace desde otro ángulo: el de los ingresos. De todo lo que se generó, el 39.6% se quedó en las ganancias empresariales, mientras que los sueldos y salarios representaron el 31.8%. Otro 21.4% correspondió a ingresos mixtos, como los que perciben trabajadores independientes, y finalmente, el 7.2% vino de impuestos menos subsidios.
Más allá del PIB: ¿cuánto dinero disponible hay?
El Ingreso Disponible Bruto (IDB) muestra cuánto dinero queda efectivamente en manos de los mexicanos después de recibir ingresos del exterior o pagar compromisos fuera del país. Durante octubre a diciembre de 2024, el IDB alcanzó el 102.5% del PIB, lo que indica que México recibió más recursos de los que generó localmente. La mayor parte de este ingreso terminó en los hogares (78.2%), seguidos por las sociedades financieras (11.9%) y el gobierno (10.2%).
¿Y el ahorro?
En cuanto al ahorro, el 21.5% del PIB vino del ahorro interno, mientras que el país tuvo un déficit de ahorro externo equivalente al 2.6%. En conjunto, este ahorro sirvió para financiar inversiones que representaron el 19% del PIB. En otras palabras, lo que México logró guardar –pese al déficit externo– fue suficiente para sostener el ritmo de inversión.