
¿Qué se espera del Tribunal de Disciplina Judicial, según experto?
El Tribunal de Disciplina Judicial que sustituye al Consejo de la Judicatura Federal (CJF) surgió de la reforma presentada por el presidente López Obrador, luego de criticar la falta de sanciones pese a haber sido reportados múltiples juzgadores por presuntas irregularidades.
Este nuevo órgano deberá vigilar la actuación de los jueces, magistrados y ministros federales.
El Dr. José Luis López Chavarría, del Seminario de Derecho Electoral de la UNAM, ofreció una entrevista a El Siglo de Torreón días antes de la votación del pasado 1 de junio, donde abordó el futuro del Tribunal de Disciplina Judicial.
El académico señaló de entrada espera sea una gran oportunidad para recomponer la mala imagen que tiene a nivel federal y estatal y manifestó espera adopten una actitud de autonomía e independencia.
Mostró desilusión con la Suprema Corte cuyos miembros siguen en funciones hasta septiembre próximo, pero esperaba siguieran debatiendo la defensa constitucional. Manifestó que parece que "ya dobló las manos" (la Corte) y solo están esperando la fecha final de su remoción.
López Chavarría sostuvo que los candidatos electos tienen una gran responsabilidad y el compromiso de ser los nuevos integrantes del Poder Judicial luego de ser favorecidos por el voto popular.
Sostuvo tener "muchas dudas, muchos temores" pero espera se esfumen por resultados positivos.
El Dr. planteó que el Tribunal no debe ser una especie de Santa Inquisición contra aquellos que intenten "mínimamente" atentar contra alguna política pública o contra el Estado y obligue a los juzgadores a pensar "tres veces" con una actitud de miedo y temor, en lugar de permitirles actuar con autonomía.
Advirtió que estos tribunales de disciplina podrían estar atentos a las decisiones de los jueces como diciendo "A ver, muévete tantito, a ver hacia donde te diriges, a ver si vas atentando por acá y vas a ver que te volamos la cabeza".
López Chavarría expresó que ojalá no sea así y simplemente puedan trabajar lo que no debe de ser, es decir, actos de ilegalidad; pero no para amedrentarlos.