
Legado. Su vigencia solo se explica por la disciplina y la formación que marcaron su carrera desde el inicio.
No solo hay un testigo de ello, hay millones. Los ojos verdes de Verónica Castro poseen un encanto que ha dejado sin aliento a públicos enteros: en los foros de Televisa, en los salones soviéticos donde se transmitió Los ricos también lloran...
Más allá de ese magnetismo, Verónica Castro siempre tuvo claro que no quería ser "la chica bonita" del momento, sino una actriz consagrada, preparada.
Hoy, tras más de seis décadas de una trayectoria exitosa -que incluye un reciente homenaje en el Festival Internacional de Cine de Guanajuato (GIFF)-, su vigencia solo se explica por la disciplina y la formación que marcaron su carrera desde el inicio.
Nacida en la Ciudad de México en 1952, estudió con Andrés Soler en la escuela de actuación de la Asociación Nacional de Actores (ANDA) y aunque reconoce que el título del Rostro del Heraldo en 1970 le dio fama, también le cerró algunas puertas.
"No estaba bien visto que te reconocieran como belleza", recuerda la también cantante, quien compartió escenario con Armando Manzanero y Pedro Vargas.
Le tomó entre 10 y 15 años conseguir un estelar, pero cuando lo logró, no solo conquistó a México, también mercados en Sudamérica, Europa y países del territorio de la antigua Unión Soviética.
Ha interpretado a heroínas ingenuas, villanas despiadadas, mujeres fuertes y frágiles. Ha llorado en exceso cuando la telenovela lo pedía y, ahora, es ella la justa medida con la que se comparan las estelares en la televisión mundial.
En los inicios, ¿cómo elegía sus papeles?
A veces aceptaba proyectos más por necesidad económica. Por ejemplo, hice una película en Indio, California, para poder cobrar otra que ya tenía pactada (Naná, rodada en 1980 y estrenada en 1985). Obviamente, no implicaba desnudos. Fue un trabajo muy fuerte y me enseñó que no necesitas mostrar nada para abordar temáticas complejas. Como actriz, tuve que interpretar de todo: la buena, la mala, la drogadicta… terminé incluso haciendo escenas fumando marihuana.
¿Fue difícil abrirse paso en la industria?
Sí. Después de que gané lo del Rostro del Heraldo fue complicado. En ese momento no estaba bien visto que te reconocieran como una "belleza", y yo lo que menos quería era eso. Quería ser actriz: estudiaba con Andrés Soler, me preparaba. No me interesaban los títulos de belleza. Me costó entre 10 y 15 años conseguir un protagónico, pero lo logré.
La figura femenina en las telenovelas de antes era distinta a la de ahora...
Éramos más lloronas, más sentimentales; todo giraba alrededor del amor familiar. Ahora todas son mujeres más actualizadas, menos emocionales, con otra visión de la vida, más ligada al dinero.
¿Cómo ve hoy a las nuevas generaciones de actrices?
Las veo muy lindas. Vienen preparadas de otra manera, porque el trabajo hoy es distinto. Pero tienen que aprender, como todos. Antes, ser linda era casi un obstáculo: pensaban que si eras guapa, eras tonta, y no te daban trabajo. Costaba mucho. Ahora están preciosas y muchas vienen muy bien preparadas, ojalá que sí, porque necesitamos esa nueva generación para que el cine, el teatro y la televisión sigan adelante.
Hoy se hacen castings por TikTok o se escogen a los actores por sus seguidores...
¡Pues a mí me encantan las novedades! Me gustan las redes sociales: tienen cosas muy positivas y otras negativas. Yo me divierto mucho, me la paso picándole y encuentro cada historia que digo: "¡Ay, Dios mío!". Estoy feliz con eso. Algunas cosas son fuertes, pero las cambio rápido.
¿Qué cambios ha visto en la televisión en 30 o 40 años?
Me preocupa la agresividad y la violencia que se han vuelto común en todos los géneros y medios. No entiendo la violencia, no me gusta y me saca de mis casillas.
Si hoy le ofrecieran volver a la televisión, ¿qué tendría que tener ese proyecto?
Una abuelita muy amorosa. Se han olvidado de los abuelos y de los viejitos y estamos ávidos de que también se acuerden de nosotros. En mis últimas dos películas ya hice personajes de abuela y me gustó. Podría hacerse una serie donde los abuelos lleven la historia con los nietos; ese amor es profundo.
Si produjera o actuara en una telenovela con perspectiva de género actual, ¿cuál sería?
Me gustaría repetir Rosa Salvaje, pero mostrando a la mujer que aprende a enfrentarse a la vida en la calle, a defenderse. No solo ser la tonta que se deja. Mostrar que las mujeres podemos ser agresivas y fuertes, y lograr compatibilidad y respeto con los hombres.
¿Cómo resumiría su vida?
Comencé con un montón de ilusiones, sueños y hambre, literal. Esa fue la primera etapa. La segunda fue como mujer preparada. Siempre les digo a mujeres y hombres que se preparen: es vital sacar provecho de lo que estudias. Aprendí muchas cosas y también supe saltar obstáculos. La tercera etapa es recapitular. Me siento mucho a mirarme en el espejo y a decirme: "Hiciste esto mal, hiciste esto bien". Y ahora puedo decir que estoy en paz y feliz.