Muere Roberto Servitje, el visionario detrás del imperio Bimbo
La industria panificadora mexicana perdió este jueves 17 de julio de 2025 a una de sus figuras más influyentes: Roberto Servitje Sendra, cofundador de Grupo Bimbo y pieza clave en su expansión global.
La noticia fue confirmada por el diario Reforma y por el sacerdote agustino Francisco Javier Acero Pérez, quien dedicó un mensaje en su cuenta de X (antes Twitter).
Durante casi siete décadas, su nombre estuvo estrechamente ligado al crecimiento de Bimbo, compañía que ayudó a transformar desde sus primeros pasos hasta convertirla en una multinacional con presencia en más de 30 países. Su legado no solo se mide en fábricas y marcas, sino en una filosofía de trabajo basada en valores, visión a largo plazo y una notable capacidad para formar equipos.
Roberto Servitje no fue un empresario improvisado. Antes de dirigir una de las marcas más reconocidas de México, estudió humanidades en Canadá y se formó como contador en la Escuela Bancaria y Comercial. Su preparación académica se fortaleció años más tarde en Harvard, donde en 1969 cursó un programa de desarrollo directivo que influyó profundamente en su liderazgo.
Su trayectoria dentro de Bimbo comenzó en 1945, cuando apenas tenía 17 años. Ingresó como supervisor de ventas en la joven empresa y con el tiempo lideró áreas clave como el Departamento de Vehículos. Fue en 1954 cuando se le encomendó fundar Bimbo Occidente en Guadalajara, desde donde impulsó la expansión hacia León y San Luis Potosí, además de encabezar la construcción de una nueva planta en 1956.
Para 1979 ya ocupaba la Dirección General del grupo. Diez años después, como Presidente Ejecutivo, dirigió una de las etapas de mayor crecimiento con la creación de 24 nuevas filiales. En 1994 asumió la presidencia del Consejo de Administración, cargo que desempeñó hasta 2013.
Hombre discreto pero firme, Servitje consolidó una visión empresarial que apostó por el crecimiento sostenido y la innovación. Su trabajo no solo impactó al sector alimentario, también influyó en la cultura corporativa del país. Hoy, su partida deja un vacío profundo en el empresariado mexicano, pero también una huella imborrable.
