La diferencia entre lo ordinario y lo extraordinario está en ese pequeño extra.
Decir eso no es incurrir en los sonoros discursos de los motivadores, ni en la ramplonería de los textos de superación personal, todos los cuales exhortan a quienes los leen a ser águilas, no gallinas. Esforzarse más, dar un poco más de lo que se debe dar, conduce indefectiblemente a ser más valorado, y por lo tanto avanzar más.
Hay quienes trabajan por dos razones solas: el día 15 y el día último. Quienes actúan así merecen el calificativo de ganapanes. El trabajo es la extensión de la persona, y entonces la labor de cada día ha de ser su orgullo, y uno de los motivos principales para vivir.
Yo jamás en la vida he trabajado. Tanto disfruto lo que hago que no es trabajo para mí. Procuro hacer bien mi tarea, y poner en ella ese extra que me aparta de lo ordinario. No sé si lo consigo, pero me esfuerzo en conseguirlo. Espero no haber sonado a motivador.