
México frente al reto de las 40 horas laborales: ¿Cómo avanzar sin perder productividad?
La reducción de la jornada laboral de 48 a 40 horas en México se ha convertido en uno de los debates más relevantes del ámbito laboral. Aunque la medida busca mejorar el bienestar de los trabajadores, su implementación representa un desafío complejo para las empresas, especialmente las pequeñas y medianas, que operan con márgenes ajustados y estructuras rígidas.
México registra una de las jornadas laborales más extensas entre los países de la OCDE. De 2022 a la fecha, el promedio anual de horas trabajadas por persona ha sido de 2,226, frente a las 1,751 horas en países como Chile y Colombia, que ya han comenzado a reducir sus jornadas sin afectar la productividad.
Sin embargo, trabajar más no significa producir más. La productividad por hora trabajada en México, medida como PIB ajustado por poder de compra, es de apenas 25.5 dólares, menos del 40% del promedio de los países desarrollados. Estos datos revelan una oportunidad para repensar los modelos laborales con un enfoque en eficiencia y equilibrio.
Chile ha iniciado una reducción progresiva de su jornada laboral de 45 a 40 horas. En solo dos meses, los contratos de 45 horas cayeron del 74% al 14%, y el 95% de los colaboradores ya trabaja bajo esquemas de 44 horas o menos, sin que se haya afectado la productividad. El gobierno chileno ha acompañado este proceso con una guía técnica que propone esquemas como el trabajo en bloques y roles multifuncionales.
Colombia, por su parte, avanza hacia una jornada de 42 horas para 2026. Los primeros estudios indican que la productividad se mantiene estable, especialmente en sectores con alto grado de digitalización. En ambos casos, el éxito ha dependido de estrategias graduales, uso de tecnología y un enfoque en resultados.
En México, el principal reto es cómo adaptar esta reducción en empresas con operaciones intensivas en mano de obra, como las del sector manufacturero que trabajan en tres turnos de ocho horas. Para muchas Pymes, este cambio podría representar un “impuesto laboral indirecto”, al requerir más personal para cubrir las mismas operaciones, lo que podría elevar los costos de producción y generar presiones inflacionarias.
Organismos como Concanaco-Servytur han propuesto medidas de apoyo para facilitar la transición, como subsidios al salario, incentivos fiscales, capacitación gratuita en eficiencia operativa y digitalización, así como segmentación por tamaño, industria y región.
Más allá de los retos operativos, el diseño de las jornadas laborales tiene un impacto directo en la salud y el desempeño de los colaboradores. Según el Informe de Burnout Laboral 2025 de Buk, uno de cada cuatro trabajadores mexicanos insatisfechos con su horario padece burnout frecuente, lo que reduce su eficacia en al menos un 10%. En contraste, quienes laboran en entornos equilibrados muestran mayor compromiso y productividad.
Andrés Gómez, country manager de Buk México, señala que reducir las horas laborales no tiene que ser sinónimo de pérdida de productividad, puede convertirse en una oportunidad para repensar cómo se trabaja y observar cómo se están rediseñando los modelos laborales en países como Chile y Colombia.
En un entorno regional donde el 46% de los trabajadores ha experimentado burnout, la discusión sobre las 40 horas semanales representa una oportunidad para modernizar el mundo laboral.