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En marzo de 2022, Luis de Llano apareció como invitado en el canal de entrevistas de Yordi Rosado, en una charla que parecía centrarse en anécdotas de su trayectoria como productor musical y su entonces reciente libro Crónicas transatlánticas, de batallas, amores y otros exilios. Sin embargo, fue una de sus confesiones personales la que desató una de las mayores polémicas del espectáculo en México.
Durante la entrevista, el productor de agrupaciones icónicas como Timbiriche habló con naturalidad sobre el vínculo sentimental que mantuvo con Sasha Sokol, una de las integrantes del grupo, cuando ella era menor de edad. De Llano se refirió al romance con estas palabras:
“Sí tuve un romance con Sasha, me enamoré y me mandó al demonio. Tuvimos un momento en el que convivimos juntos, estuve muy enamorado de ella y un día nada que ver y se acabó, y seguimos trabajando 10 años más juntos”.
En ese entonces, Sokol tenía 14 años y él 39, aunque en la entrevista el productor afirmó que ella tenía 17 cuando ocurrió la relación. También negó haber ejercido abuso o haberse aprovechado de su posición, y desestimó rumores sobre un presunto embarazo durante esa etapa:
“No falta que te quieran inventar una historia de ese tamaño, no es cierto, por favor”.
Además, justificó la cercanía con jóvenes artistas diciendo que “de pronto, él era a quien buscaban todas las niñas”, posiblemente “en busca de una figura paterna”. Agregó que la madre de Sasha estaba al tanto de la relación y la describió como “inteligente y alivianada”.
Estas declaraciones, transmitidas sin cuestionamiento alguno, detonaron una contundente respuesta por parte de Sasha Sokol, quien poco después publicó un extenso mensaje denunciando públicamente el abuso que vivió siendo menor de edad. Ese testimonio dio pie a una batalla legal que culminó en 2025 con una sentencia definitiva de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que reconoció que De Llano vulneró sus derechos y lo obliga a cumplir medidas como ofrecer una disculpa pública, pagar una indemnización y abstenerse de mencionarla nuevamente.
Aquel episodio con Yordi Rosado no sólo fue el punto de quiebre en la relación entre ambos, sino también el inicio de un proceso que, años después, se convirtió en un caso emblemático en la defensa de los derechos de víctimas de abuso en el ámbito artístico.