(EL SIGLO DE TORREÓN)
“Aunque fue de todos, nunca tuvo dueño que condicionara su razón de ser. Libre como el viento era nuestro perro, nuestro y de la calle que lo vio nacer”, así dice la canción Callejero del maestro Alberto Cortez.
Se trata de una melodía que evoca lo que a diario viven miles de perritos o gatos que han hecho de las calles su hogar, o bien, que llegaron a ellas por dueños irresponsables que los abandonaron.
Tal es el caso de “Chatita”, una perrita localizada sobre la calle Mariano López Ortiz, a la altura de Soriana Independencia.
Hace tiempo, la lomito apareció en esos rumbos. No se sabe si la tiraron o arribó ahí porque el destino lo quiso.
Y es que, la perrita encontró cariño en esos rumbos. Empleados de un restaurante de hamburguesas y de un negocio de hielo, así como los mariachis que ahí se reúnen, le llevan comida y agua.
Incluso, los trabajadores de la empresa de hielo le hicieron una casita, que puede verse si usted anda ahí.
“Me da mucha pena ver a la perrita que siempre nos espera para ver que le llevamos de comer . Es un animal muy cariñoso , sin embargo, eso no le ha bastado para que alguien le de un hogar.
“Espero que un día alguien de buen corazón se la lleve y le de todo ese amor que ella requiere”, comentó uno de los músicos que la ve seguido.
“Chatita” enfrenta dos problemas. Uno, que es negra, ya que existe el prejucio cultural de que ese color se asocia con la mala suerte, el mal o la muerte; el otro, recién tuvo crías, aunque, al menos el mariachi que habló con El Siglo, desconoce dónde las tiene, si es que aún viven. El mariachi hizo un llamado a la comunidad lagunera a que le den un hogar a “Chatita” .
“Yo tengo tres perros en casa y no me la puedo llevar.
Algunos compañeros lo han pensado, pero al final no se la llevan. Quien desee buscarla siempre anda ahí con nosotros por el Burger King Independencia. A veces se resguarda por el Sol en la llantera que está enfrente”.
Para muchos laguneros, ver a un animal sin hogar es doloroso. Algunos los adoptan , otros aunque sea los alimentan. Del otro lado de la balanza, decenas de personas los atacan, les avientan cosas y hasta los atropellan sin el más mínimo remordimiento.
Se espera que “Chatita” encuentre una familia que la quiera.
